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Juan Cárdenas, un adicto a la extranjería

El escritor colombiano publica su tercera novela centrada en Latinoamérica, 'Ornamento'

Juan Cardenas, fotografiado en la feria Arco de Madrid en febrero.
Juan Cardenas, fotografiado en la feria Arco de Madrid en febrero.Bernardo Pérez

Drogas. Machismo. Política. Muchos temas controversiales se mezclan en la nueva novela de Juan Cárdenas (Popayán, Colombia, 1978). Ornamento (Periférica) cuenta la historia de un científico que desarrolla una pastilla con efectos satisfactorios que afecta exclusivamente a las mujeres. Con esta historia Cárdenas logra una vez más describir con detalle un escenario latinoamericano, sin mencionar lugares ni países, solo con las actitudes y los acentos de sus personajes.

Es ese escenario que ya no ve desde la distancia, desde que partió en 2014 de Madrid —donde vivió durante 15 años— para volver a su natal Colombia. "He hecho el periplo de regresar para volver a ser extranjero", comenta el escritor, que publicó su primera novela, Zumbido, en 2010 y Los estratos en 2013. Cárdenas estuvo de vuelta por Arco, como parte del equipo de la galería Casa sin fin y como comisario de la muestra Acorazado Patacón en Tabacalera. "Estoy un mes aquí y ya me siento como en casa", dijo en la feria de arte contemporáneo.

Y es que parece que "su casa" es esa sensación de extranjería, que se refleja claramente en sus novelas, donde nunca hay nombres propios ni ciudades específicas. "Me gusta la descolocación que eso genera. Quiero dar la sensación de estar en un sueño donde todo es muy vívido, pero sabes que no está pasando". Lo que siempre queda claro es que es Latinoamérica. Y él dice que siempre lo será: "Ese es mi espacio emocional, literario, vital. Es adónde siempre vuelvo para pensar mis ficciones".

La historia de mi país está atravesada de cabo a rabo por el mundo de las drogas"

Por eso sus novelas se parecen, aunque esta tiene un elemento diferencial llamativo: las drogas. "La historia de mi país está atravesada de cabo a rabo por ese mundo... Con el que se puede hacer referencia a un espacio potencial de lo político o como uno de alteración de la percepción, no solo recreativa sino ideológicamente". Pero no se trata de narcotráfico. Su visión es mucho más farmacéutica y su empeño de reservar las experiencias psicotrópicas para los personajes femeninos es, cuando menos, interesante.

"Me llama la atención el eje de la misoginia y cómo la ejercen las propias mujeres", asegura, "es difícil verlo cuando los personajes no lo muestran de manera caricaturesca. Cuando se elabora una idea que tú podrías llegar a compartir". Además, la relación de una de las conejillas de indias —que solo conocemos como Número 4— con el científico y su esposa crea un triángulo amoroso más sentimental que pasional. "Los roles que ejercen las mujeres latinoamericanas las hacen las grandes colaboracionistas de un esquema perverso, hasta cuando creen que están sumamente independizadas", analiza. Cárdenas dice que no le gusta el "feminismo facilón" y lamenta que no exista un lenguaje propio para hablar abiertamente del tema: "Solo hemos creado situaciones de represión para las estructuras machistas", opina.

Tampoco se cohíbe al hablar de política, especialmente cuando Colombia pasa por una transición histórica. "Las conversaciones de paz con las FARC es lo más importante que ha pasado en la política colombiana esta década", enuncia, antes de avisar de que el escenario político local debe ser distinto a partir de ahora. Desde pequeño ha sido de izquierdas, casi por herencia familiar, y aunque admite que en América la política es más impredecible que en Europa, dice que mira con emoción los cambios en Grecia. "Y no se puede quedar sola. España también lo necesita. Yo veo con optimismo la posibilidad de una ruptura, aunque no estoy exento de suspicacia. Pero ha llegado el momento de que el lado más auténticamente de izquierdas de Izquierda Unida haga una coalición con Podemos, que tiene una influencia innegable de ciertos movimientos latinoamericanos".

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