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Cultura defiende ante la Unesco las visitas a la cueva de Altamira

El informe del Ministerio regula con precisión los movimientos en el interior

Guillermo Altares
Rodaje del documental El Maestro de Altamira en la Cueva
Rodaje del documental El Maestro de Altamira en la CuevaEL PAÍS

El Ministerio de Cultura ha presentado ante la Unesco su plan para la conservación de la Cueva de Altamira, que incluye un programa muy regulado de visitas al yacimiento prehistórico, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Desde que se retomaron el pasado febrero las visitas a la cueva, el organismo internacional había pedido información a España por el peligro que estas podrían representar para la conservación de las pinturas paleolíticas y el ministerio había mostrado su interés en explicar su investigación ante la Unesco. La reunión tuvo lugar durante la tarde del martes en la sede del organismo en París.

El plan experimental de visitas, que permite la entrada por sorteo en la cueva de cinco turistas a la semana tras 12 años de cierre, había provocado las suspicacias de expertos en arte paleolítico, que consideran que podían poner en peligro las pinturas. De hecho, un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), entregado en 2012, desaconsejaba cualquier entrada en la cueva que no fuese esencial para su conservación, esto es, sólo los científicos.

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Ninguna de las partes ha detallado el contenido del encuentro, aunque este diario sí ha podido acceder al documento que fue presentado en París, el llamado plan de conservación preventiva de Altamira, elaborado por un grupo de casi 50 expertos dirigido por Gaël de Guichen. Esta segunda investigación, concluida en septiembre, mantiene en cambio que un número de visitas semanales muy controlado no influye en el ecosistema de la cueva.

"El informe ofrece un diagnóstico de la situación con protocolos de seguimiento y control. Se ha aumentado el conocimiento de todos los procesos que se producen dentro de la cueva", explica Alfonso Muñoz, subdirector del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). "El cierre de la cueva a todo el mundo no garantiza su conservación", agrega Muñoz sobre las conclusiones de este trabajo. El informe, que el ministerio tiene previsto subir a su página web en el futuro, ocupa nueve tomos y 2.500 páginas, aunque la clave está en el último volumen, que fue el que se presentó en la Unesco. La arqueóloga experta en restauración Concha Cirujano, que formó parte del equipo de De Guichen como técnico del IPCE, explica que el plan de conservación regula con enorme precisión todos los movimientos que se producirán dentro de la cueva. "Nos da garantías de poder reaccionar con una inmediatez absoluta", afirma.

La polémica en torno a la cueva saltó cuando empezaron las visitas pese al informe del CSIC. Por ahora continuarán hasta febrero, dentro del régimen experimental, y entonces es cuando el Patrimonio de Altamira deberá decidir sobre su continuidad. Además, una comisión de seguimiento formada por diferentes expertos estudiará la aplicación de los protocolos. Su primera reunión tuvo lugar la semana pasada. Las conclusiones del informe —que el deterioro de la cueva es independiente de las visitas ya que se debe a procesos naturales, que el plan de conservación hará que sean necesarias menos entradas de expertos y que cualquier anomalía sería detectada inmediatamente— allanan sin duda el camino para que las visitas puedan seguir en el futuro.

Desde el control de los animales que tienen su hábitat en la cueva, como ratones o arañas, hasta la iluminación o los equipos de fotografía —algunos detalles de las pinturas se retratan con regularidad para estudiar su evolución— pasando por el tiempo de permanencia de cada equipo, el plan de conservación detalla de forma minuciosa las actividades dentro de la cueva. Cirujano agrega: "Todo está perfectamente controlado. Entramos con luces frontales. Luz fría, el tiempo de exposición es mínimo. Este plan va a disminuir la necesidad de estancia de los investigadores. Para conservarla necesitas conocerla y estudiarla. La monitorización no se puede hacer a distancia".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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