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CRÍTICA | 'AMOR SIN CONTROL'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Adictos al sexo

'Amor sin control' es una película tan extraña como su cartel, tan simpática como su cartel

Javier Ocaña
Gwyneth Paltrow, en un fotograma de 'Amor sin control'.
Gwyneth Paltrow, en un fotograma de 'Amor sin control'.

Mentir al presumible espectador a través de un título, Amor sin control, de un lema, "hay tentaciones irresistibles", y de un cartel, tres parejas que se miran, sonrientes y felices por haber compartido tal dicha, es más habitual de lo deseable. Pero que esa falsedad esconda una verdad como un templo, seguramente no reflexionada, es más raro. Nadie diría viendo esos tres elementos dirigidos a la venta del producto que estamos ante una película sobre adictos al sexo, sobre enfermos que quieren escapar a través de grupos de apoyo de su droga, de su desmesura, de su drama, pues en algún caso se rebasa la línea del delito. Y, sin embargo, así es. Aunque también sea cierto que estamos ante un relato agradable, quizá incluso demasiado agradable, que nunca pretende hacer sangre con su temática. Amor sin control es una película tan extraña como su cartel, tan simpática como su cartel, tan mentirosa como su cartel.

Comedia dramática de libro, pues ambos aspectos, la comedia y el drama, se presentan de forma alternativa, sin cruzarse, sin unirse en una misma secuencia y aún menos en una misma imagen o línea de guión, lo que acabaría configurando una comedia negra, de las que desconciertas e incluso molestan, Amor sin control es el primer largometraje como director y guionista del hasta ahora solo escritor Stuart Blumberg, creador de tres libretos de cierta repercusión: la notable Más que amigos (Edward Norton, 2000), la infravalorada La vecina de al lado (Luke Greenfield, 2004), y la sobrevalorada Los chicos están bien (Lisa Cholodenko, 2010), por la que llegó a ser candidato al Oscar. Con una calidad por encima de la media, sobre todo en las réplicas y contrarréplicas, el texto sólo tiene un problema: Blumberg sabe construir ironías, de eso no hay duda, pero que todos los personajes hablen de un modo irónico casi constantemente los hace mordaces a todos, pero también monocorde a su autor. De modo que la película, que se ve con tanta soltura como se disfruta de su estupendo reparto, se olvida mucho antes de lo deseable, por culpa de ese empeño en resultar menos punzante y más ligero de lo debido con un tema que pedía a gritos un tratamiento con más garra.

AMOR SIN CONTROL

Dirección: Stuart Blumberg.

Intérpretes: Mark Ruffalo, Tim Robbins, Gwyneth Paltrow, Josh Gad, Patrick Fugit.

Género: comedia dramática. EE UU, 2012.

Duración: 112 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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