Las esferas precolombinas de Costa Rica, candidatas a patrimonio mundial
Cuatro sitios arqueológicos al sur del país superan los requisitos que posibilitarían la declaración de la Unesco en junio
Decenas de esferas de piedra artísticas, características de las sociedades cacicales precolombinas en el sur de Costa Rica, han quedado al borde de entrar en la categoría de patrimonio mundial dela humanidad. El órgano asesor de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha recomendado el otorgamiento de la declaratoria para cuatro sitios arqueológicos donde yacen estos monumentos de hasta una tonelada, cuyos métodos de fabricación aún son un misterio para los investigadores.
Será en junio, en una reunión en Qatar, cuando la comisión de Patrimonio Mundial aborde el reporte notificado por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) este 25 de abril. Las autoridades de Cultura locales, sin embargo, dan por un hecho la primera declaración de este nivel para un elemento arqueológico en Costa Rica, un país de pocos indígenas cuyo territorio nunca fue un centro de población importante en tiempos precolombinos, en comparación con el resto del continente.
Las esferas son piezas de piedra enormes y ricas por su significado como los moais de isla de Pascua o las cabezas Olmecas de México. Para Icomos, son “testimonios excepcionales de la producción artística de la era precolombina que poseen un valor universal espectacular”, de acuerdo con el reporte del organismo asesor del Comité de Patrimonio Mundial, cuya próxima cita será entre el 14 de junio y el 25 de ese mes en Doha. “El análisis demuestra la importancia global de los sitios de las esferas”, añade el informe sobre los monumentos ubicados en cuatro puntos del Delta del Diquís, en medio de los ríos Térraba y Sierpe, en la provincia de Puntarenas.
Los sitios llamados Finca 6, Batambal, Grijalba y El Silencio, que contienen las obras de sociedades entre el año 300 a. c. y el año 1500, cuando llegaron los españoles, están casi listos para sumarse a otros tres patrimonios universales ubicados en Costa Rica, aunque estos son de carácter natural. Se trata del área de conservación Guanacaste, en el hábitat seco del Pacífico norte, la alejada y legendaria isla del Coco (Pacífico) y la reserva de la Cordillera de Talamanca/La Amistad, que comparte con Panamá en una zona de bosque lluvioso donde confluyen flora y fauna del norte y del sur del continente.
Las esferas en estos asentamientos cacicales son “evidencia física de las complejas estructuras políticas, sociales y productivas de las sociedades jerárquicas precolombinas” distribuidos en centros de poder, recoge el informe de Icomos. El documento no deja de señalar la incertidumbre sobre los métodos y las herramientas usadas para fabricar estos monumentos, algunos de los cuales han sido ya saqueados de otros territorios cercanos o manipulados fuera del contexto que da el valor arquitectónico a las esferas. Se calcula que se construyeron unas 300 esferas en el sector, pero solo una parte de ellas está en los sitios considerados en el expediente en Unesco.
“En países como Costa Rica, en los que el patrimonio arqueológico ha sufrido el expolio sistemático y la falta de inversión pública, las candidaturas como patrimonio mundial son una recurso para motivar a los políticos para que inviertan en el patrimonio. La candidatura en sí misma genera investigación, conservación y una gestión diferente. Asimismo, genera interés de la población que antes no lo valoraba plenamente”, asegura la arqueóloga Ifigenia Quintanilla, estudiosa de las esferas independiente.
La presidenta Laura Chinchilla recibió la noticia como venida del cielo, a una semana ya de acabar su Gobierno, para mostrarla entre sus logros en materia de cultura. Aseguró que el dictamen de Icomos nunca es refutado por el Comité de Patrimonio y que ahora el país debe prepararse para administrar los sitios arqueológicos ya en su probable categoría de patrimonio mundial.
Ahí el problema. Costa Rica está presionada por un déficit fiscal creciente y la conservación de sus monumentos está lejos de ser una prioridad presupuestaria. No hay recursos públicos garantizados y la esperanza está puesta en el sector privado para financiar la conservación e inclusola restauración. Varias de las esferas están deterioradas por el clima y otras por actos humanos en los territorios ubicados en medio de fincas mayoritariamente agrícolas.
El desafío es fuerte, según Quintanilla, pues el mismo Consejo que otorga la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad podría incluir los sitios en la lista roja si incumplen los requisitos de mantenimiento, como acaban muchos monumentos de países en vías de desarrollo. Sería una pena para unas piezas que representan mucho más que escultura precolonial. “La singularidad del caso costarricense es que este megalitismo se dio en el contexto de sociedades que no eran estatales, ni de tipo imperial. Eran sociedades jerarquizadas, pero no conformadas por clases. Aquí radica la singularidad. ¿Cómo fue que sociedades de este tipo sin ruedas ni animales de tiro pudieron hacer esferas perfectas y trasladarlas en largas distancias?”. Esa es una tarea aún pendiente de los investigadores.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.