Pompeya o el expolio que no cesa
Según ‘L’Espresso’, la construcción de un centro comercial junto al yacimiento, bajo la atenta mirada de la Camorra, arrasó nuevos restos de la época romana
Ha sido una batalla larga y silenciosa, sostenida bajo el radar de la opinión pública, ante la siempre atenta y convincente mirada de la Camorra, la mafia napolitana. De una parte, los arqueólogos advertían de que en la construcción de un centro comercial situado a un kilómetro de Pompeya se estaban encontrando vestigios de la época romana “excepcionales y únicos”. De otra, los diferentes responsables políticos que, desoyendo la opinión de los expertos, permitieron el expolio de una antigua ciudad industrial –se habla de Pompeya 2— que ya solo existe en fotografías. Dentro de unos días, se podrán degustar hamburguesas baratas sobre el lugar donde, durante 2.000 años, permanecieron intactos y enterrados el tejado de un taller romano, un horno, monumentos funerarios…
Los arqueólogos lo tienen claro: “Se trata de un descubrimiento único”. El problema es que ya no existe. Una investigación del semanario italiano L’Espresso da cuenta de lo inevitable: “Pompeya ha sido sepultada por segunda vez”. La ciudad romana, desaparecida bajo las cenizas del Vesubio en el año 79, redescubierta en 1748 y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, viene siendo noticia habitual por su mal estado de conservación. Los derrumbes se cuentan por decenas y ya apenas son noticia, pero sí lo es que en su entorno se haya perpetrado un expolio gigantesco. Ocho mil metros cuadrados dedicados a supermercados, tiendas de moda y comida rápida sobre los restos de la antigua ciudad industrial.
La primera piedra del nuevo centro comercial fue colocada en octubre de 2007, después de que el ayuntamiento de Torre Annunziata recalificara convenientemente unos terrenos agrícolas. La concesión para las obras fue adjudicada a una sociedad cuyo capital social era de solo 10.000 euros, un pequeño detalle si se tiene en cuenta que –según el entonces prefecto de Nápoles y actual jefe de la Policía, Alessandro Pansa— su verdadero poder procedía de sus buenas relaciones con la criminalidad organizada. Solo así se puede explicar que, pese a las repetidas advertencias de los arqueólogos más competentes, los sucesivos responsables políticos dieran siempre el visto bueno a las obras.
Y solo de esta manera –señala la investigación del semanario italiano—se puede entender que, cada vez que el arqueólogo Carlo Avvisati advertía de que bajo las obras del centro comercial se estaban produciendo “descubrimientos excepcionales”, la noticia muriese enseguida, “misteriosamente”. De hecho, pese a las repetidas advertencias, las obras fueron autorizadas por los cuatro superintendentes que ha tenido Pompeya desde 2009 hasta ahora.
Según explica la arqueóloga Margarita Tuccinardi a L’Espresso, “se trata de descubrimientos excepcionales, claramente relacionados con el barrio suburbano de Pompeya. Estructuras de este tipo siempre han aparecido destrozadas o en pésimo estado y, por eso, su descubrimiento confirma las hipótesis [la existencia de una ciudad industrial junto a Pompeya] formuladas por algunos arqueólogos hace un siglo. El área tenía que haber sido protegida de inmediato, y no se comprende por qué no se ha hecho. Es escandaloso que las excavadoras del centro comercial hayan sido autorizadas a continuar con su trabajo mientras los entes responsables, desde la superintendencia al ministerio, guardaban silencio”.
La noticia del último expolio cometido sobre Pompeya y su entorno explica por sí sola la última —y a priori extraña— decisión del Gobierno de Enrico Letta. Nombrar a un general de los Carabinieri —la policía militarizada italiana— para que intente gestionar los 105 millones de euros destinados por la Unión Europea para frenar el deterioro de Pompeya. Giovanni Nistri, de 57 años, tiene ante sí el difícil cometido de mantener a la criminalidad organizada lejos de Pompeya.
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