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Las bondades de cinco verduras y semillas exóticas que nos presenta 2021

Cuenta con verlas brotar en Instagram pero, ¿llegarán a entrar en tu cocina?

El bimi, un híbrido de brócoli y brécol chino, es el nuevo kale.
El bimi, un híbrido de brócoli y brécol chino, es el nuevo kale.Olga Zarytska (Getty Images/iStockphoto)

Si hace solo un par de años te hubieran pedido que respondieras a la palabra “kale” con lo primero que te viniera a la cabeza, seguramente habrías dicho: “borroka”. Después de 2019, lo más probable es que te decantaras por “verdura”. Hoy, igual hasta te has olvidado de este alimento. Es lo que tienen las modas, que cambian de año en año. Y las de 2021 ya se dejan ver: este año se impondrá inmortalizar y abrazar una nueva remesa de semillas y frutos con los que, supuestamente, podría mejorar nuestra salud a través de la nutrición y nuestra imagen pública (en Instagram).

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Y si estos alimentos son exóticos, tanto mejor. Es lo que tiene vivir en un mundo globalizado. Porque antes en España no teníamos ni idea de qué se comía en Sudáfrica; ahora, en la era de la información, es sencillo enterarse. Y los movimientos migratorios propician la apertura de tiendas y pequeños supermercados exóticos para los locales, en los que comprar ingredientes africanos en Madrid, butifarra catalana si vives en Nueva York y escalivada del Bierzo en Pekín.

Por supuesto, consumirlos no es estrictamente necesario. “A nuestro alrededor disponemos de muchos alimentos ricos en todos los nutrientes que poseen estos que nos quieren vender como marketing. Por tanto, dichos nutrientes no hace falta buscarlos en países lejanos. Además, recurriendo a los de nuestra tierra estaremos consumiendo productos de cercanía y contribuyendo a cuidar del medio ambiente”, opina Eva María Pérez Gentico, presidenta del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de La Rioja y miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas. Pero siempre está bien conocer los ingredientes que con mayor probabilidad conformarán las tendencias gastronómicas de los próximos meses.

Bimi: más vitamina C que las naranjas

A la vista es precioso: como una flor verde. Dicho menos poéticamente, como un brócoli con tallo largo. “El bimi es un híbrido natural entre el brócoli y el kai-lan o brécol chino”, indica Pérez Gentico. Entre sus bondades nutricionales se pueden mencionar su alto contenido en vitamina C, superior al de las naranjas. “Una pieza de naranja nos aporta de 75mg a 100mg de vitamina C, según su tamaño. Una ración de bimi de 200g nos aportaría unos 120mg de esta vitamina”, especifica la especialista, quien señala que la ingesta diaria recomendada de vitamina C es de 80mg. Por otra parte, “el bimi es más rico que el brócoli, la col china y otras verduras como los espárragos y las espinacas en vitamina C, vitamina D, ácido fólico, calcio, hierro, fibra, zinc y magnesio”. Igual hay que probarlo...

Amaranto: tanto hierro como las lentejas

Este cereal ya lo comían los incas hace 4.000 años. O sea, que tiene poco de nuevo. Los más cocinillas lo conocen bien, así que ojo si quieres dártelas de estar a la última en Internet. “Sus propiedades y beneficios son similares a los del mijo y la quinoa”, apunta la dietista-nutricionista. “Al mismo tiempo es altamente digestivo y rico en fibra, necesaria para combatir problemas de estreñimiento y regular el tránsito intestinal”. También va bien de potasio, que ayuda al buen funcionamiento del sistema nervioso y, por otro lado, tiene tanto hierro como las lentejas. “Estas contienen 7mg de hierro por cada 100 gramos de producto, y el amaranto, 7,6mg”.

Kahi-nam: “Una especie de caviar verde”

Sí, así lo describe la especialista por su aspecto, “una especie de caviar verde”. Estas bolitas esmeralda, tan comunes en Asia como la crema de cacahuete en Estados Unidos, darán un fantástico toque de color a tus fotos: un post de kahi-nam asegura cien seguidores de una tacada. En Israel hasta han inventado un aparato, tipo Thermomix, llamado Green Onyx, que no sirve más que para cultivar kahi-nam en casa, lo cual es una fantasía. Dado que posee las mismas propiedades que la col, las espinacas y el brócoli, quizá sea más fácil recurrir a estas accesibles verduras si buscas idéntico chute de magnesio, hierro, fibra, vitaminas y antioxidantes. Es solo una idea.

Fonio hasta en el cuscús: bienvenido sea el primo de la quinoa

Tiene nombre de elemento de la tabla periódica, pero no: el fonio es un grano africano, primo hermano de la quinoa, del que ya en 2014 el diario británico The Guardian auguraba que vencería a esta en las preferencias de los foodies. “Pertenece a los denominados granos antiguos, los que no han sufrido manipulaciones ni mutaciones; es de la familia del mijo y tiene un sabor fabuloso”, describe Pérez Gentico. Empata con la quinoa en propiedades: “Es rico en fibra, magnesio y zinc, no contiene gluten, y su aporte en proteínas y aminoácidos es elevado, lo mismo que en hierro, calcio magnesio, zinc y manganeso. Es muy digestivo, por lo que puede resultar apto para ancianos y personas convalecientes, así como personas con digestiones difíciles, y además es bajo en grasa”. La panacea, vamos. Pero, ¿cómo se come? “Con el fonio podemos realizar desde un plato tipo cuscús con verduras hasta unas gachas para desayunar”, aclara Pérez Gentico.

Moringa, un tesoro a 120 euros el kilo

La moringa es un árbol originario de la India, y estas hojas han resultado ser una excelente fuente nutricional de micronutrientes. A modo de ejemplo, la experta dice que tiene más vitamina A que las zanahorias, más calcio que la leche y más vitamina C que las naranjas. ¿Te dan ganas de exhibir tu moringa en Instagram? ¡Alto ahí! Este dato a lo mejor te echa para atrás: “La moringa en polvo cuesta 64,9 euros el kilo, los complejos vitamínicos a base de moringa cuestan 56 euros el kilo y por las hojas secas enteras podemos llegar a pagar hasta 118”, advierte la dietista-nutricionista. Haz cuentas, porque igual comprar followers te sale más barato…

¿Nuevas alternativas sin gluten?

Entre los alimentos llamados a sorprendernos en 2021 podríamos referir también las semillas de cáñamo, con más proteínas que un filete de ternera por cada 100g (aunque lógicamente nadie va a meterse entre pecho y espalda 100g de estas semillas así porque sí); la chlorella, la fuente alimentaria conocida con mayor concentración de clorofila, sustancia que en el cuerpo humano produce efectos antioxidantes y depurativos; o la graviola, fruta tropical que puede sustituirse cómodamente por una chirimoya. Pero la experta no es optimista cuando se le pregunta cuáles de todas estas maravillas tienen más visos de calar. “Puede que los cereales como el fonio y el amaranto, por no tener gluten, sean una alternativa para las personas celiacas”, dice.

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Ahí radica la fascinante paradoja de estos productos: calarán en Instagram, pero no en las cocinas. Víctor Renobell, sociólogo y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja, ha estudiado las motivaciones de los usuarios de estas redes sociales, y opina que la comida arrasa en ellas “porque representa una imagen universal, con la que todo el mundo puede identificarse”. Pero nadie sube una foto de un simple filete. “Las instantáneas que ‘posteamos’ muestran cómo somos, pero también generan imaginarios de lo que no somos y de lo que queremos llegar a ser. Con los alimentos saludables lo que transmitimos es, por un lado, que somos muy modernos, y por otro, que nos cuidamos y estamos en forma, aunque no sea más que una aspiración”, añade.

“Tenemos una cultura gastronómica con siglos de historia —continúa el sociólogo—, y un nuevo ingrediente o plato no puede introducirse en ella así como así por mucho que esté de moda. Es como si de pronto se pusiera de moda en Internet el saludarse frotando las narices en vez de con dos besos; quizá al principio en España algunos nativos digitales probasen a hacerlo, pero, pasada la novedad, seguiríamos saludándonos como siempre”.

En definitiva, esto no es como esos palabros ingleses que provocan taquicardias a los académicos de la lengua y que han terminado colándose en nuestra jerga coloquial por imperativo de las nuevas tecnologías. Teniendo en cuenta que los comestibles citados son difíciles de encontrar, que sus propiedades las comparten otros más cercanos y que, en algunos casos, cuestan un riñón, solo su uso esporádico, por frivolidad o por el noble afán de probar cosas nuevas, parece justificado.

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