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Razones gastronómicas del perfecto maridaje entre el jamón y un pico de pan

Y otros alimentos con los que combinan a la perfección

Colines

Qué sería de un plato de ibéricos sin los consabidos picos para acompañar. En su formato alargado se llaman colines o grissini, si son muy finos y algo más ligeros; si son más cortos o redondeados, son colines o picos. En Sevilla también son muy populares las regañás, una especie de tortas pequeñas y cuadradas con una masa similar a la de los picos. Todas estas variedades tienen un denominador común: son un tipo de pan sin miga. Se caracterizan por su bajo contenido en agua, que los hace más crujientes, y por llevar algún tipo de ingrediente graso, con lo que se consigue ese punto entre tierno y sabroso tan apreciado. Duran más que el pan convencional, y, pese a ser más duros que el pan o los biscotes, siguen siendo fáciles de masticar, más aun los alargados y finos que los pequeños y gruesos.

Llevan un contenido variable de aceite y sal y también pueden añadir otros ingredientes, como frutos secos o semillas. Esto tendrás que tenerlo en cuenta si presentas algún tipo de alergia a alimentos. Tampoco pierdas de vista que son más calóricos que una barra de pan.

Los picos se suelen elaborar con harina de trigo refinada, pero hay también alternativas integrales. Los encuentras en panaderías, tiendas de alimentación y supermercados y están disponibles todo el año.

Pan para todos los días

Mucha gente apuesta por los colines como forma de tener pan a diario sin tener que preocuparse por ir a la panadería cada mañana. Cierto que duran más que una barra, pero tampoco tienen el don de la inmortalidad. Para alargar sus días y que no se sequen antes de lo previsto mantenlos en su bolsa (también vale una de tela o la típica panera) y alejados del sol y de otras fuentes de calor. El aire tampoco les hace favor, ya que los deja duros. Todo lo contrario que la humedad, que los reblandece.

Los picos son más energéticos que el pan tradicional: 100 gramos de pan blanco aportan 240 kcal, mientras que los colines pueden llegar a las 300 o 400 kcal.

A la hora de conservarlos, nada de meterlos en la nevera. Lo que sí puedes congelarlos. Para ello, tendrás que envolverlos en papel de aluminio o meterlos en bolsas o envases herméticos de congelación. Para descongelarlos, lo mejor es dejarlos a temperatura ambiente entre unos 30 minutos y una hora. Si vas con prisa y no te queda otra que el microondas, cúbrelos con papel de cocina, mételos unos segundos y déjalos enfriar antes de retirar el papel. ¿Se te han quedado duros como piedras, pero no te queda pan en casa? Prueba a impregnarlos con un poco de agua y meterlos al horno.

Con más calorías que el pan tradicional

Uno de los mitos más arraigados entre las generaciones más mayores es que la parte que más calorías tiene del pan es la miga. De ahí su obsesión por quitarla o consumir biscotes o colines. Es un error. Los ingredientes básicos de los colines son la harina de trigo, el agua, la levadura y la sal, igual que la masa tradicional de pan. Pero también llevan algún tipo de grasa, normalmente aceite vegetal, manteca de cerdo o mantequilla. Esto hace que sean un producto más energético que el pan: si 100 gramos de pan blanco suman 240 calorías, los colines pueden llegar a las 300 o 400 calorías.

Algunos se aromatizan con jengibre, ajo o cúrcuma, e, incluso, pueden incluir brócoli. Estos ingredientes aportan sabor, pero dada su poca cantidad, su papel nutricional es escaso. Aun así, tenlo en cuenta en caso de alergias o intolerancias a alguno de ellos.

Colines jamón

Finalmente, no pierdas de vista el contenido de sal. Las personas con hipertensión o que deban llevar una dieta baja en sal deben moderar el consumo de estos pequeños manjares panaderos.

Jamón y colines, la pareja perfecta

Al jamón le va bien cualquier pan que no altere su sabor ni empantane su textura jugosa. Por eso los colines son el acompañamiento ideal de un buen ibérico. Las lonchas aportan su suavidad y los picos aportan el contrapunto crujiente. El punto de sal y el aceite de oliva también juegan a su favor.

Estos pequeños elementos también combinan a la perfección con tortillas, gazpachos y ajoblancos.

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