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Reflexión, desconexión, descanso... Los impagables beneficios de salir a cenar solo

Que no te dé vergüenza

Los psicólogos consideran que todos deberíamos invitarnos a hacer cosas en solitario.
Los psicólogos consideran que todos deberíamos invitarnos a hacer cosas en solitario.Lorenza D'alessio / EyeEm (Getty Images/EyeEm)
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Lejos han quedado los tiempos en los que sentarse solo en un restaurante se veía como algo triste. En algunas revistas de psicología recomiendan hacerlo al menos una vez por semana y algunos de los chefs más conocidos del planeta, como Josean Alija (Nerua Guggenheim Bilbao), lo aplauden: “Es una actitud ante la vida y no tener miedo a hacer las cosas”. Esta actividad que empezó como un reducto para singles comienza a atraer a personas de muy diversa condición interesadas en conversar únicamente con el estómago mientras la boca casa sabores. Si no lo has hecho aún, no esperes más: reserva mesa para uno.

Aunque la literatura científica ha glosado en multitud de investigaciones los beneficios de comer acompañado aludiendo a que hacerlo sin compañía lleva a hacer peores elecciones alimentarias (algo que acostumbra a ser verdad…) ahora se ha abierto una rendija por lo que ha colado algún beneficio psicológico. Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, entresaca el siguiente: “A pesar de que somos seres sociables necesitados del apoyo de los demás, así como de afecto, compañía y comunicación, a veces necesitamos estar solos”, recuerda. “Estar solo algún rato a la semana proporciona reflexividad, es decir, ayuda a ver la vida en perspectiva y a recomponer los objetivos y las cosas importantes”, argumenta este catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

“Por otro lado, el cerebro necesita descansar, por eso es bueno cambiar de tareas para no estar todo el día sobreestimulado. Al cuerpo le pasa algo parecido: cuando desarrollamos mucha actividad, nuestros músculos están más tensos, aumenta la frecuencia cardiaca, la presión arterial…pero luego necesitamos volver a los valores normales”. Pero, para conseguirlo, señala Cano, “no basta con dejar de hacer, sino que también hace falta dejar de pensar o pensar en cosas neutras, por ser exactos”, reflexiona. Finalmente, centrar la atención en un único tema (por ejemplo, en un arroz meloso con cigalas, sepia y alcachofas) relaja mucho más, recuerda Cano, que ser multitasking.

Es una actitud ante la vida y no tener miedo a hacer las cosas.
Josean Alija, chef del restaurante Nerua Guggenheim Bilbao.

Con esta idea en mente, la diseñadora holandesa Marina van Goor abrió hace unos años Eenmaal (que traducido del holandés significa “comida para uno”), el primer restaurante de Ámsterdam con mesas únicamente para una persona. Según declaró Van Goor a la BBC, tuvo la idea al comprobar que en nuestra sociedad no hay lugares para estar solo en un espacio público: “Quería crear un lugar atractivo donde estuviera permitido desconectar, especialmente en nuestra sociedad hiperconectada. Elegí poner un restaurante porque comer solo es la forma más extrema de sentirse desconectado en nuestra cultura”, señaló entonces. Y fue todo un éxito, ha estado lleno todas las noches desde su apertura.

También la literatura refleja esta tendencia. El dibujante Jiro Taniguchi y el guionista Masayuki Kusumi publicaron hace unos años el comic Paseos de un gourmet solitario, tras el éxito obtenido seis años atrás por El gourmet solitario, donde un japonés deambulaba por diferentes barrios de Tokio y su periferia en busca de restaurantes donde comer. Para este hombre solo ante el peligro, el momento de la comida representaba una auténtica aventura en la que rendir tributo a los sentidos y entregarse a la pasión gastronómica, lejos de los consensos sociales impostados y de las conversaciones políticamente correctas. Y hasta la música se ha subido al carro. Darren Hayman, el antiguo líder de Hefner, un grupo que nos regaló discos enormes como “The Fidelity Wars”, editó un vinilo en el año 2006 titulado “Table for one” (mesa para uno) que exploraba esta opción, que posteriormente han incorporado algunos templos de la haute cuisine. El hecho es que cada vez hay más comensales solitarios, pese a la leyenda de que a los clientes que comen solos se les trata peor.

Añade una película a la ecuación y tendrás la cita perfecta

En realidad, no importa tanto el qué como el cómo cuando se trata es de pasar tiempo a solas. Otra posible terapia es ir al cine solo. Algunas investigaciones han demostrado que necesitamos dos horas de soledad al día para desconectar de quienes nos rodean, dejar atrás los dimes y diretes del trabajo y apartarnos de los ordenadores. Al parecer, disponer de ese tiempo para uno mismo ayuda a mejorar la salud mental y el bienestar. Algo que muchos ya saben. Según una encuesta de Showcase Cinemas, una cadena de cines estadounidense, la gran pantalla es un santuario para aquellos que buscan un poco de “tiempo para mí”, con un aumento de las visitas en solitario. Casi una cuarta parte (24%) de los encuestados manifestó ir al cine por su cuenta hasta tres veces al año, y más de un tercio (36%) admitió preferir la experiencia del cine en solitario a la de acudir acompañado a una sala oscura.

Estar solo algún rato a la semana proporciona reflexividad, es decir, ayuda a ver la vida en perspectiva y a recomponer los objetivos y las cosas importantes.
Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés

¿Pero qué impacto tiene un viaje al cine en solitario para nuestra salud mental? El 13 de enero de 2020, un experimento académico llevado a cabo por Vue Cinema y la Facultad de Psicología Experimental de la University College of London (UCL) registró un notable aumento en los ritmos cardíacos de los participantes durante la proyección del largometraje, con los espectadores en la zona sana del corazón durante alrededor de 45 minutos (el equivalente a una forma ligera de cardio). Las pruebas de conductividad de la piel también mostraron que durante ciertos instantes de la película se produjo un aumento en los niveles de excitación emocional. Pero, sobre todo, el experimento puso de relieve que gozar voluntariamente de unos ratos para estar con uno mismo es mano de santo para cualquiera.

Gracias a estos periodos de desconexión de las obligaciones sociales, señala la psicóloga clínica, Mertxe Pasamontes, es posible conectar con uno mismo, salir del rebaño y perder el miedo a hacer cosas. Pasamontes se pone como ejemplo: este año decidió ir sola a Biocultura Barcelona, una feria anual de productos ecológicos y consumo responsable, y se lo pasó muchísimo mejor que en ediciones a las que acudió acompañada. “Estuve casi cinco horas y creo que es el año que mejor me lo he pasado, porque, al ir sola, hice lo que quise, en lugar de preocuparme de si la persona que venía conmigo se aburría en los stands”, admite.

¿Y qué hay de un viaje?

“Todos deberíamos de invitarnos a hacer cosas en solitario para perder el miedo a salir de nuestra zona de comodidad”, sugiere esta psicóloga. “Cuando las haces, te das cuenta de que pasa a ser una experiencia diferente. De alguna forma, es como ampliar el mapa y darse cuenta de que dentro de ti hay recursos que a lo mejor ni sabías que tenías”, explica. Pero para ello hay que vencer dos resistencias: el miedo a aburrirse y la vergüenza social de ir a cenar solo y sentirse como un bicho raro. La buena noticia es que después de hacerlo unas tres veces estos miedos empiezan a desaparecer.

Necesitamos dos horas de soledad al día para desconectar de quienes nos rodean.

En todo caso, el consejo es hacer en solitario solamente aquellas cosas que produzcan verdadera satisfacción interior, sin forzarse a pasar más tiempo del deseado en solitario. Por ejemplo, algunos expertos como Alex Soojung-Kim Pang, fundador de The Restful Company y autor de Descansa. Produce más trabajando menos (Lidl), propone dividir las vacaciones estivales en tramos: unos días con la pareja, otros con la familia y unos solo. Es lo que se conoce como las “vacaciones a la alemana” y sirven para darse un descanso de las personas que nos rodean habitualmente y reservarse unos pocos días para uno mismo. No con la intención de volverse todavía más individualista e insolidario, sino de recargar las pilas para ser más sociable y creativo. Y, por supuesto, de poner un poco de distancia con los placeres solitarios que propone la tecnología, y descansar, que — según una encuesta, llevada a cabo entre 18.000 personas de 134 países— es algo que se hace mejor en solitario.

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