Todo lo que debes averiguar de un entrenador personal antes de pagar para que no te tomen el pelo
Estos meses de encierro hemos tenido pocos reparos en ejecutar lo que decía cualquiera que vistiera mallas. Mal, pero era gratis
Vas a invertir en que alguien le diga a tus músculos cómo deben moverse para alcanzar tus objetivos. Qué menos que exigir que sepa dónde están, qué nervios los ponen a funcionar y cómo mejorar uno sin estropear el de al lado. Y para eso, hay que estudiar, implicarse y adquirir un compromiso con la salud de los clientes. Cinco puntos sobre los que deberías investigar.
Ni ‘coaches’ ni expertos (sin mayor concreción) ni “apasionados por el deporte”
“La persona competente en esta materia es la que tiene un grado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, por sus siglas, CCAFYD”, explica Javier Giménez, director de Healthy Fitness y entrenador personal, quien, además, exigiría que demostrara una formación continua: “En la carrera no se aprende todo de todo. Al terminar hay que hacer cursos de especialización y acudir a seminarios. Si acabas de dar a luz, tienes problemas de suelo pélvico y quieres perder peso, tus necesidades son distintas de quien quiere recuperarse de una lesión en el hombro. Estos conocimientos se adquieren en clases complementarias o con la experiencia. Hay que actualizarse porque esto es una ciencia en constante evolución”. Un peldaño por debajo están los Técnicos Superiores en Enseñanza y Animación Socio-Deportiva (TSEAS), “que pueden enseñar actividades de acondicionamiento físico básico”.
El reconocimiento es importante. No siempre para bien
Una página web repreciosa no garantiza nada, pero por algún lugar hay que empezar. Lee acerca de su experiencia —”aunque aquí también puede haber engaños...”, se lamenta Giménez—. Puntos a favor: que esté a la última en investigaciones en su área y acuda a jornadas especializadas o seminarios, tanto más si es ponente. Indaga en su tesis doctoral si dice que la hizo (busca en Teseo, Investigam, Dialnet o Tesisenred). Y mira a ver si tiene publicaciones relacionadas con el servicio que buscas.
Si se vende como entrenador de celebridades, rastrea que efectivamente lo sea y no que tan solo hayan coincidido una vez en un evento patrocinado por una marca deportiva. Husmea en sus redes sociales y mira cuántos followers tiene. Son un indicador, a veces negativo, porque un buen físico, un cuerpazo y escenografías bonitas atraen a muchos seguidores; y muchos de ellos, simplemente admiran la musculatura, la puesta en escena, lo bien que le queda la ropa o su vida teóricamente saludable y feliz, y no necesariamente sus aptitudes como preparador físico. Para desperezarte y acostumbrarte a ponerse las zapatillas, vale, “pero si esperas resultados concretos, no busques famosos sino calidad”.
Cómo y cuándo verás resultados
Si te asegura que logrará los abdominales de Míster Universo o la cintura de una modelo de 20 años en tiempo récord, malo. “De un entrenador, lo primero que se espera es coherencia. Ni puedes perder 10 kilos en un mes, salvo que hagas cosas poco saludables, ni vas a preparar un maratón en cuatro semanas. Valora su rigor, la sinceridad y que sea realista en tiempos y objetivos alcanzables. A veces es difícil, pero es nuestro trabajo: hacer ver al cliente si su meta es viable y cómo, o si por mucho que lo intente está fuera de su alcance. También hay que decirle que, por ejemplo, para que se le marquen los músculos debe vigilar la dieta y que para eso hay un especialista que es el dietista-nutricionista y no el propio entrenador”.
Un entrenador personal corrige, recoloca, evita lesiones, responde a dudas, quejas, y adapta el plan de ejercicio al estado físico, mental y al tiempo. “Y siempre vas a rendir más con alguien a tu lado”, Javier Giménez, entrenador.
Hay quienes, sabiendo que nuestro plan es irrealizable, te propondrán un programa extremo con tal de retenerle como cliente. “Es muy normal ahora, en pleno verano, que se quiera meter demasiada caña para hipertrofiar o perder peso. Para acortar plazos aprietan mucho a una persona que no está preparada. La machacan tanto que puede que hasta acabe llegando a su casa sintiéndose fatal. Y así no se crea adherencia... El deporte es para disfrutarlo porque se está haciendo algo saludable para el cuerpo, no para pasar un mal rato”.
Y cuánto tienes que invertir
Pagar la cuota del gimnasio y no ir es tan absurdo como contratar una sesión semanal porque el presupuesto no da para más, y solo entrenar ese día. “Recomendamos trabajar 3-4 a la semana para notar resultados. Si tienes poca disponibilidad o poco presupuesto es preferible reservar 2 días, media hora cada uno, a uno. Así es más fácil el seguimiento y ver la evolución, y las sesiones no quedan tan alejadas”, recomienda Giménez. Intente negociar que, además de las clases presenciales, te prepare rutinas para el resto del mes.
Algoritmos no, gracias
Muchas startups venden “entrenamientos personales” que no lo son. Piden que metamos nuestros datos y deseos en una web o una app y, previo pago, envían un bonito programa. “Si lo recibes en cuanto lo mandas, por muy ágiles que sean sus algoritmos, no puede estar hecho a medida. Será una de las muchas opciones que tienen según posibles tipologías de cliente. Para que sea personalizado hay que hacer una valoración previa y adaptarla a las necesidades y estado del cliente en ese momento, e ir ajustándolo conforme evolucione o según los condicionantes de su vida en cada situación”. Si una semana vas a estar de viaje o con jet lag, tu entrenador debe saberlo para aflojar. Y si hace diez años tuviste problemas en el hombro, también. Ninguna de estas opciones suelen estar disponible en ningún software.
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