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En colaboración conCAF

El sapo concho, el tímido protagonista del nuevo disco de Bad Bunny y un símbolo de resistencia en Puerto Rico

El hábitat de esta especie endémica está amenazado por el cambio climático y por algunos problemas que denuncia el álbum ‘DeBÍ TiRAR MáS FOToS’, como la gentrificación y turistificación

Un sapo concho en Puerto Rico y una ilustración del sapo en el videoclip de Bad Bunny.
Un sapo concho en Puerto Rico y una ilustración del sapo en el videoclip de Bad Bunny.
Andrés Rodríguez

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Le pusieron el reflector y su vida íntima salió a la luz. Según los especialistas, este animal suele pasar la mayor parte del tiempo escondido y solo sale cuando llueve para reproducirse en alguna charca del bosque seco de Puerto Rico. Sin embargo, las últimas semanas, millones de personas lo han visto en la intimidad de su hogar, bailando mientras limpia y escucha música, haciendo yoga, echándose unos pasos de salsa, cuidando sus plantas mientras suena un perreíto o comiéndose un quesito con Bad Bunny. Es Concho o el sapo concho, un anfibio endémico de la isla caribeña, que se encuentra en peligro de extinción, pero que, gracias al nuevo disco del cantante boricua, DeBÍ TiRAR MáS FOToS, se ha convertido en un símbolo de resistencia y de concientización contra la gentrificación, la turistificación y el cambio climático. Esta es su historia.

La primera descripción del sapo concho, Peltophryne lemur, data de 1868 por el paleontólogo estadounidense Edward Drinker Cope. Antes, también se encontraba en Virgen Gorda, la tercera isla más grande de las Islas Vírgenes Británicas, a más de 200 kilómetros de distancia de Puerto Rico, donde se creyó extinto por un periodo de 43 años, entre 1931 a 1974, según explica Rafael Joglar, profesor e investigador en el Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico, mediante una videollamada.

Esta especie, según el especialista, es redescubierta al principio de los 80 en la isla y, a partir de ese momento, comienza su proceso de recuperación y protección. Joglar describe al sapo concho como pequeñito —puede llegar a medir entre 5 y 12 centímetros—, berrugoso, con crestas grandes encima de los ojos y con hocico puntiagudo y curvilíneo hacia arriba. Los tonos de su piel pueden ir desde el café hasta el amarillo verdáceo, como es representado en el cortometraje DeBÍ TiRAR MáS FOToS de Bad Bunny para promocionar su álbum homónimo y en pequeñas cápsulas de video en animación en stop motion, una técnica que usa fotos para crear la ilusión de movimiento y que estuvo a cargo de Acho Studio.

A la especie de Concho, el amigo del cantante boricua, se lo encuentra principalmente en la región kárstica de Puerto Rico, compuesta de cuevas, arroyos subterráneos y sumideros, en una zona caliza que cubre aproximadamente el 27,5% de la superficie de la isla. Esta se divide en las áreas calizas del norte, sur y dispersa, según da a conocer Sondra Vega, bióloga y profesora de la Universidad de Puerto Rico a través de una videollamada.

La población natural más numerosa se encuentra en el bosque de Guánica —un ecosistema entre árido y semiárido—, en el suroeste de la isla, que es una reserva de la biosfera. No se sabe con exactitud cuántos individuos de la especie existen, sin embargo se estima, según Vega, que pueden ser entre 500 y unos 3.000 en estado salvaje.

“Estamos hablando de una especie que gran parte de su vida está metido en las grietas, en las cavidades o en agujeros que se forman dentro de esa roca caliza, que es parte de este tipo de ecosistema”, explica la bióloga.

A pesar de esta presentación y protagonismo reciente en la esfera pública y cultural, Joglar considera que casi nadie en Puerto Rico ha visto realmente al sapo concho. Esto debido a que es una especie rara que permanece oculta de forma habitual, ya que solo sale de su resguardo para reproducirse cuando hay eventos atmosféricos dramáticos, como huracanes o tormentas fuertes, que producen lluvia y charcas, depresiones en el terreno que se llenan con agua de lluvia, donde este anfibio pone sus huevos, forma larvas que se convierten en renacuajos y se desarrollan en el agua después de cierto tiempo.

La lucha por su hábitat

El problema es que en Puerto Rico el sapo concho tiene que luchar por su hábitat, como los locales de la isla frente a fenómenos como la gentrificación y la turistificación que busca desplazarlos de sus hogares, pero no contra estadounidenses o europeos, sino contra el Rhinella marina o sapo de caña, una especie invasora en la isla que fue traída el siglo pasado, a principios de la década de 1920, para controlar al gusano blanco que atacaba la caña de azúcar.

Una pareja de una especie de sapos de la caña junto a una pareja de sapos conchos (pequeños), dentro de una charca de reproducción.
Una pareja de una especie de sapos de la caña junto a una pareja de sapos conchos (pequeños), dentro de una charca de reproducción.Jan Zegarra

“En ese momento se pensaba que era una buena idea. El sapo común se comía de todo menos el gusano blanco de la caña. Ahora tenemos un problema muy grande con esa especie, porque está en competencia directa con el sapo nuestro, ya que usan los mismos sitios de reproducción”, afirma Joglar.

El sapo concho puede poner entre 6.000 y 7.000 huevos, mientras que el Rhinella marina puede depositar hasta 36.000. “Esas charcas, cuando están ambas especies, van a ser básicamente dominadas por la especie invasora y apunta a una historia con un final triste en el que cada vez más nuestra especie nativa sea desplazada casi completamente”, complementa el investigador.

Como si ser desplazado por una especie al menos tres veces más grande no fuera suficiente, Concho debe enfrentar adicionalmente a los efectos del cambio climático. Este anfibio puede pasar varios años sin reproducirse. Depende de las condiciones atmosféricas y climatológicas.

Con el incremento de las temperaturas en Puerto Rico, los anfibios se ven afectados “muy seriamente”, ya que no tienen protección en su piel, escamas como los peces o reptiles; o plumas y pelo como las aves y mamíferos, respectivamente. Además que son animales ectotérmicos, lo que implica que no pueden regular fisiológicamente su temperatura, explica Joglar.

“Todo lo que está ahí en el ambiente, ya sea en el agua, en el aire o en la tierra, les penetra directamente. Son muy delicados ante el tema de la contaminación. Los coquíes [otro anfibio de la isla], por ejemplo, van subiendo la montaña buscando temperaturas más frescas. El sapo concho, como es de costa, no puede hacer lo mismo”, continúa el herpetólogo.

Otro factor, según han ido documentando en el Proyecto Coquí —una organización sin fines de lucro a cargo del biólogo para preservar e investigar anfibios y reptiles—, han sido los cambios “muy marcados” en los patrones de precipitación, con periodos muy secos y que han ido en incremento en los últimos años en Puerto Rico.

“El tercer problema que tiene y es muy particular de esta especie, es que, como vive en charcas cerca de la costa en el sur de Puerto Rico, las marejadas también, debido a la erosión, han ido reduciendo el tamaño de la costa. Las charcas que utilizaba el sapo concho para reproducirse ahora están siendo afectadas por el agua salada y eso daña su hábitat para su desarrollo y procreación”, incide Joglar.

Pero no solo es el calentamiento global que está desplazando a esta especie, que se ha visto que en cautiverio puede alcanzar a vivir entre cuatro a seis años. Vega también hace hincapié en la amenaza de la expansión urbana que conlleva la destrucción y modificación de su hábitat, sobre todo dentro de los bosques costeros. Es parte del reto dar a conocer cómo esta visión de desarrollo económico, basado en la edificación intrusiva de centros turísticos, afecta al patrimonio natural de la isla.

Asimismo, Vega considera que Concho es víctima de “robo de identidad” y para los biólogos que trabajan con esta especie que pertenece a la familia de los bufónidos, la familia más numerosa de anfibios —que cuenta con 80 géneros y 750 especies—, ha costado mucho aclarar su diferencia frente al sapo invasor de Surinam y el otro emblema cultural de Puerto Rico, que es el coquí, una rana de otra especie que se reproduce todo el año por desarrollo directo. Es decir, no requiere de ir al agua para reproducirse.

La figura del coquí es “extremadamente importante”. Incluso existe el dicho que afirma ‘Soy de aquí [Puerto Rico] como el coquí’. Su figura se remonta a la etapa precolombina, ya que se lo puede encontrar en pictografías y en muchos hallazgos arqueológicos.

“Que Bad Bunny haya decidido incorporar al sapo concho nos ha dado la oportunidad, no solamente de educar sobre quién es, sino también sobre lo que lo amenaza, y a sentirnos comprometidos y orgullosos porque es parte de nuestro patrimonio natural y cultural”, elabora Vega.

Joglar enfatiza, “maravillado” y a la vez “agradecido”, que Bad Bunny haya facilitado que en Puerto Rico se pueda, “abierta y públicamente por primera vez”, hablar de la temática de especies en peligro, específicamente sobre el sapo concho. “Es importante que sepamos utilizar esta oportunidad que tenemos para debatir y desarrollar programas serios y masivos de educación para cambiar la política que tienen los gobiernos sobre el uso de combustibles fósiles y la amenaza del calentamiento global”, agrega.

Dentro de los esfuerzos de conservación, según Vega, esta especie viene reproduciéndose en cautiverio desde hace décadas, siendo liberada y reinsertada en su ecosistema, pero con difícil seguimiento por sus condiciones de vida, por lo que aún queda mucho trabajo y preguntas pendientes. Mientras, a pesar de todas las vicisitudes que lo afectan como especie, como un símbolo y personaje popular de lucha en contra del desplazamiento de los pueblos locales, a favor de la preservación de las tradiciones, el sapo concho, como en el corto DeBÍ TiRAR MáS FOToS, dice: “Seguimos aquí”.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México
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