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“Las patentes dan privilegios a empresas que no innovan, pero no han retrasado la producción de vacunas”

El catedrático de Economía Vicente Ortún considera que el sistema de protección intelectual necesita una profunda reforma, pero que la prioridad ahora es aumentar la fabricación

El catedrático en economía en la Universidad Pompeu Fabra Vicente Ortun, el 24 de mayo de 2021.
El catedrático en economía en la Universidad Pompeu Fabra Vicente Ortun, el 24 de mayo de 2021.Consuelo Bautista
Oriol Güell

Vicente Ortún (Barcelona, 73 años) es catedrático de Economía en la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Es también miembro de la Asociación Economía de la Salud (AES) y coautor de un trabajo titulado A propósito de las vacunas Covid-19: Innovación, acceso y rol de las patentes en el que se cuestiona que las patentes sean la razón por la que faltan vacunas para la mayor parte de la población del planeta. El documento ha sido publicado en un momento en el que 60 países, con el apoyo de otros 40, promueven en la Organización Mundial del Comercio (OMC) la suspensión de las patentes relacionadas con el coronavirus.

Pregunta. ¿Las patentes no han frenado la producción mundial de vacunas contra el coronavirus?

Respuesta. No. El sistema de patentes tiene muchos problemas, no favorece la innovación y debe ser reformado, pero no pienso que haya sido un obstáculo para la fabricación de vacunas.

P. ¿Era entonces imposible producir los 12.000 millones de dosis que necesita el mundo este año?

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R. Probablemente. Todo ha ido muy rápido: el virus se secuencia en enero de 2020 y en diciembre ya se están administrando vacunas, aunque hay que poner en marcha todo el sistema de producción. Pero es cierto que ha habido problemas. Uno ha sido el nacionalismo vacunal, que ha llevado a los países ricos a acaparar dosis. Canadá, por ejemplo, tiene contratos para inmunizar a su población 13 veces. Otro, que países como Estados Unidos han vetado la exportación de vacunas o materias primas necesarias.

P. Estados Unidos apoya ahora la suspensión de patentes que apoyan más de 100 países…

R. Es una excelente maniobra diplomática. Acaparar vacunas, prohibir exportaciones… todo esto genera una mala imagen descomunal. ¿Cómo acabas con ella? Sumarte a la campaña por la liberación de patentes es una forma rápida de lograrlo.

P. Hay empresas como la israelí Teva o la danesa Bavarian Nordic que se han ofrecido a las titulares de patentes para producir más dosis y han recibido el silencio por respuesta. ¿Sigue habiendo capacidad productiva sin utilizar?

R. Desconozco estos casos concretos, pero no creo que sea algo significativo. Janssen y AstraZeneca han concedido a empresas de todo el mundo licencias voluntarias para fabricar. Y Moderna, que utiliza la más novedosa del ARN mensajero, ya ha dicho que no emprenderá acciones judiciales contra quien le copie. El problema es que por ahora nadie sabe hacerlo.

P. Pero el sistema de licencias voluntarias que usted menciona sigue sin compartir el conocimiento de forma abierta. ¿Hacerlo solo con quien quiere el titular de la patente no deja fuera a actores que podrían evitar que el año que viene sigamos sin vacunas suficientes?

R. En junio de 2022 el problema se habrá acabado. La mayor parte del mundo estará inmunizada y la capacidad productiva también habrá crecido. Es en estos meses cuando hay que aumentar la producción y la liberación de patentes llevaría meses de negociaciones y trámites. No es el camino. El camino es dar dinero a Covax, eliminar las barreras a las exportaciones, acabar con los cuellos de botella y que las empresas sigan firmando licencias voluntarias. Y alianzas como el Acelerador ACT, donde están todos los grandes actores y organismos mundiales.

P. Si hay voluntad política, la suspensión de patentes puede acelerarse…

R. La próxima reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) es en junio, pero es que después vendrán más negociaciones y reuniones, y así una y otra vez hasta alcanzar un acuerdo. Luego, habrá que trasponer eso al marco de la Unión Europea y de cada país. Con suerte, llegas a 2025 y has logrado reformar algo. Y luego hay que tener en cuenta que las buenas palabras internacionales, incluso las de la OMC, luego se combaten con acuerdos bilaterales.

P. ¿A qué se refiere?

R. Hay una gran diferencia entre lo que se dice en los tratados internacionales y la realidad del día a día de los acuerdos bilaterales. Lo multilateral es bonito, pero después van las potencias país a país y lo concretan. Y cuando concretan, atan a Nigeria y atan a Australia. Los países ricos se hicieron ricos copiando, pero ahora a los pobres no les dejan copiar. El comercio internacional tiene mucho de eso.

P. Usted decía antes que las patentes tienen muchos problemas…

R. Si no hubiera patentes en el mundo, estaríamos mejor. Y si en algún terreno no están justificadas, es en el sanitario. Pero dado que las tenemos y que hay muchos intereses detrás, no vamos a poder desembarazarnos de ellas tan fácil. Así que, de acuerdo, vamos a reformar el sistema. Pero primero afrontemos el problema que tenemos delante, que es la necesidad de aumentar la producción de vacunas.

P. ¿Las patentes no fomentan la innovación?

R. Las patentes no están en las industrias emergentes y competitivas. Son una forma de mantener privilegios cuando una industria decae y no es innovadora. Cuando hay innovación de verdad, como ocurrió hace medio siglo con los chips informáticos o ahora con las vacunas de ARN mensajero, las patentes no te hacen falta porque la ventaja competitiva te la da ser el primero que se mueve. Mira a Moderna.

P. Pfizer también fabrica ARN mensajero y es una gran defensora de las patentes.

R. Pfizer es una de las mayores empresas farmacéuticas, que se han caracterizado por innovar cada vez menos. De hecho, lo que hacen habitualmente es comprar empresas pequeñas, que son las que realmente innovan. Yo, si fuera Pfizer también apoyaría las patentes porque el resto de su negocio lo tiene gracias a ellas. Si está en este partido es gracias a BioNTech.

P. ¿Tiene sentido que vacunas que han sido financiadas en gran parte con fondos públicos estén protegidas por patentes?

R. No, es una forma de pagar dos veces por lo mismo. Una cuando se financia el desarrollo y otra para mantener el monopolio.

P. ¿Qué lecciones nos deja esta crisis?

R. Necesitamos cambiar el tipo de respuesta. Los científicos que nos avisaban de que habría una pandemia nos dicen que habrá otra. Necesitaremos un sistema en red donde se forme a gente de muchos países, con ecosistemas con recursos de alta cualificación y capacidad potencial en espera. El verdadero cuello de botella es tener a suficiente gente competente. La solución pasa por tener preparado un abanico de vacunas con plataformas ARN. Esto nos permite anticiparnos frente a virus que puedan suponer una amenaza y tiene la ventaja de que ya han superado las fases regulatorias, lo que ahorrará tiempo y dinero.

P. ¿Y todo esto como se financia?

R. Requerirá un compromiso global porque buena parte de la inversión requerida tiene que ser pública, pero también tiene que atraer a capital privado. Solo con el público será difícil lograr el objetivo.

P. ¿Qué papel jugarán las patentes en el futuro?

R. Será secundario. Las personas que saben de todo esto apenas hablan de ellas. Con las vacunas es más fuerte la conciencia de que son un bien global. Si se ve que son un obstáculo para alcanzar la producción necesaria, se superarán. Las patentes con las vacunas las veo muy vulnerables, mucho más que con el resto de medicamentos. Pero repito, ese no es el problema ahora.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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