Objetivo: cuatro millones de vacunas al día
La Unión Europea espera que se cuadruplique el ritmo de producción este trimestre e insta a los países a organizarse y trasladar confianza a sus ciudadanos
Los 100 primeros días de campaña de vacunación europea han resultado un tortuoso camino lleno de zarzas. La estrategia arrancó el 27 de diciembre con un primer pinchazo simbólico en las cuatro esquinas del continente y ha estado marcada por los tropiezos productivos, las escaramuzas comerciales y algún que otro susto sobre la seguridad farmacológica. La UE se encuentra aún muy rezagada con respecto a Estados Unidos y el Reino Unido, a años luz de Israel, y ya apenas cuenta en sus planes con AstraZeneca, que estaba llamada a ser la gran vacuna europea. Pero Bruselas confía en darle la vuelta al decepcionante primer trimestre, incluso prescindiendo del pinchazo anglosueco: espera cuadruplicar el ritmo de producción, gracias al acelerón de una industria que empieza a coger ritmo, y prevé alcanzar la inmunización del 70% de la población adulta a mediados de julio. Incluso apunta al 100% de los mayores de 18 años para el final del verano.
El objetivo es muy sencillo y a la vez parece ciencia ficción: la Comisión cree que hay margen para pasar del millón de dosis diarias entregadas a los Estados miembros, el ritmo medio al que se han distribuido durante los 100 primeros días, a los cuatro millones de dosis diarias en los próximos 100. Al Ejecutivo comunitario le salen las cuentas con unas cifras industriales que han ido duplicándose mes a mes: la UE recibió unos 14 millones de dosis en enero, 28 millones en febrero, y más de 60 millones en marzo. En el segundo trimestre, la producción esperada es de al menos 360 millones: unos 120 millones mensuales; a mediados de julio, se habrían alcanzado los 420 millones de dosis.
“Siempre y cuando trabajemos muy duro junto a los laboratorios para que lo previsto por contrato llegue tal y como se ha planificado ―y no tengo ninguna razón para dudar de ello―, habrá suficientes dosis a mediados de julio para que el 70% de los adultos de la UE puedan estar totalmente vacunados”, aseguraba Thierry Breton, comisario europeo de Mercado Interior, en un encuentro con la prensa europea celebrado el pasado jueves.
El hombre al frente de la división especial del Ejecutivo comunitario encargada de dinamizar la producción en la UE, creada en febrero tras los traspiés del inicio, reconoce que Bruselas infravaloró la importancia de la capacitación industrial en los primeros compases de la estrategia. Cuando asumió el cargo ni siquiera se sabía dónde estaban localizadas las plantas de producción. Hoy dice tener una visión clara de lo que sucede en el interior de cada fábrica, existencias incluidas. Eso, añade, alimenta su optimismo: “Con lo que hay en los contratos, incluso se podría alcanzar el 100% de inmunización de los adultos para el final del verano”. Y urge a las capitales a hacer todo lo posible para que esas dosis lleguen al brazo de la gente. “Eso no está en nuestras manos, es responsabilidad de los Estados miembros”, dice. “Les estoy presionando para que se organicen rápidamente y también para que convenzan a sus ciudadanos de que acepten vacunarse”.
Recelos de la ciudadanía
Esta tarea parece algo más complicada desde esta semana. La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) advirtió el miércoles de un vínculo entre el fármaco de AstraZeneca y casos muy poco probables de trombos, provocando que varios países, entre ellos España, hayan decidido limitar las franjas de edad para su administración a pesar de que la Comisión Europea insiste en que la EMA indicó que el medicamento es “altamente efectivo” para salvar vidas y los beneficios siguen siendo más elevados que los riesgos. La diferencia de criterios entre las capitales, incapaces de ponerse de acuerdo en una estrategia única, no ha hecho sino ahondar en el temor ciudadano a la vacuna. En Madrid, el día después del anuncio del regulador europeo, solo un tercio de los que fueron llamados para inocularse esta vacuna se presentaron a la cita.
Breton estima que se podrían cumplir los hitos marcados incluso sin los 70 millones de dosis que AstraZeneca tiene previsto entregar en los próximos meses. Pero se le amontonan los problemas: la EMA anunció el viernes que también abría una investigación a la vacuna de Janssen por los mismos motivos que la de AstraZeneca, después de la notificación de cuatro casos de trombos en Estados Unidos. La UE, que ya ha aprobado este fármaco y prevé las primeras entregas en este mes de abril, fía una buena parte de su estrategia a esta vacuna monodosis, de la que se esperan 55 millones de pinchazos en el segundo semestre.
En esta semana de doble signo, sin embargo, se han batido marcas de inyecciones en varios países de la UE, dando alas a la ola de optimismo que emana de Bruselas: en España se superaban los 1,2 millones de pinchazos entre el miércoles y el viernes; en Alemania, los 1,9 millones en estos tres días, tras haber habilitado a los médicos de cabecera a administrar vacunas, para seguirle el ritmo a la entrega de dosis. Bruselas espera que este acelerón se traslade en el porcentaje de población europea que ha recibido una pauta completa, que aún es solo del 6,4%. Los expertos, no obstante, no tienen claro que los objetivos sean tan fácilmente alcanzables. Y tampoco algunas capitales, como Berlín, que ha anunciado que empezará a negociar con Rusia para ampliar su cartera de fármacos con la Sputnik V una vez reciba la luz verde de la EMA.
Kristopher Howard, consultor internacional de producción de vacunas de NRL Enterprise Solutions, con casi dos décadas de experiencia en el diseño y operación de plantas de fabricación de vacunas y en la transferencia de tecnología asociada, cree que se trata de una industria muy compleja donde no son infrecuentes los contratiempos. Howard sostiene que la información que pueda gestionar la Comisión Europea “es tan buena como lo que le transmitan las compañías”. Y esta suele llegar a través de los consejeros delegados y altos ejecutivos, los cuales a su vez la reciben de su plantilla. Por experiencia sabe que pueden equivocarse. “No porque quieran engañar, sino porque surgen problemas. Hablamos de una sustancia biológica. Cuando hay una desviación de algún parámetro durante el proceso, el producto acabado debe permanecer en el almacén, a veces a la espera de ser liberado, mientras la empresa determina si la desviación ha sido lo suficientemente grave como para tener que desechar el lote”.
En ocasiones transcurren solo un par de semanas hasta que se le da el visto bueno. A veces toca tomar “decisiones duras” y rechazar la producción para zanjar cualquier problema. “No es infrecuente tirarlo”, dice sobre una industria en la que es necesario ser “averso al riesgo”. Y pone como ejemplo un reciente episodio ocurrido en Estados Unidos, donde los empleados de una fábrica en Baltimore en la que se producían vacunas de AstraZeneca y Johnson and Johnson mezclaron los ingredientes de ambas arruinando 15 millones de dosis.
Peligros para alcanzar los objetivos
“Ahora mismo el objetivo de llegar al 70% a finales del verano no es realista”, sostiene Rafael Vilasanjuan, analista del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y miembro de la junta directiva de la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización. A su juicio, el camino hasta esa meta está poblado de incógnitas: la capacidad de producción y distribución, el músculo logístico de los países y comunidades para inocular los fármacos o la irrupción de variantes que puedan desbaratar la estrategia actual. “La UE ha adoptado una estrategia de ir adaptándose a los problemas a medida que estos iban apareciendo”, señala Vilasanjuan.
El analista del ISGlobal considera que los países deben llevar a cabo una campaña para que los ciudadanos confíen en la vacuna. “Estamos prácticamente en una fase 4 a escala global. Y las vacunas son seguras, pero pueden tener efectos secundarios. Hay que explicar que se trata de efectos que nunca serán comunes porque se han realizado las pruebas necesarias para validarlas, sino consecuencias raras o muy raras. El nivel de seguridad que nos da la vacuna es incomparable al que tendríamos sin ellas”, sostiene con la vista puesta en la vacuna de Janssen, de la que se espera que sea “el factor del cambio”.
Unas pautas comunes entre los Veintisiete para la vacuna pueden constituir un primer paso hacia esa confianza. “Es esencial que sigamos un enfoque coordinado europeo. Un enfoque que no confunda a nuestros ciudadanos, y que no encienda los recelos en las vacunas, que esté basado en la ciencia”, advirtió la comisaria de Salud, Stella Kyriakides, a los ministros de Salud tras conocer el dictamen de la EMA. La jefa de filas del PP en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat, alberga dudas sobre si se alcanzarán los objetivos a finales de verano. “Dependerá de que AstraZeneca cumpla con la fabricación y la entrega de dosis y de que los países escuchen a la EMA, que ha dicho que la vacuna es segura, y no creen más inseguridad e incertidumbre entre los ciudadanos”, sostiene Montserrat, quien recuerda que después del primer parón en la administración de AstraZeneca la tasa de dosis administradas en España cayó 10 puntos de golpe. “No nos podemos permitir más tropiezos ni más alarmismo”, añade.
A pesar de que las llamadas reiteradas de la Comisión, el eurodiputado socialista Nicolás González Casares, miembro de la comisión de Industria e investigación del Parlamento Europeo, cree que alcanzar esa posición común es complicado. “Los ciudadanos pueden sorprenderse sobre las diferencias, pero fijar un enfoque común es complejo porque no todos los países parten de la misma situación epidemiológica y no todos han comprado de la cesta europea del mismo modo”, sostiene. El diputado considera que las restricciones sobre el uso de AstraZeneca son “una piedrecita en el camino” que habrá que sortear, aunque cree que ahora lo prioritario es evitar que haga mella en la confianza de los ciudadanos.
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