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Mary Somerville, la reina de las Ciencias del siglo XIX

La divulgadora escocesa, primera persona a la que se aplicó el término “científica”, hizo sencilla la explicación de las matemáticas y contribuyó al descubrimiento de Neptuno

Mary Somerville, 1780 - 1872. Matemática y científica
Mary Somerville, 1780 - 1872. Matemática y científica

Mary Somerville aprendió a leer a los 10 años y nunca fue a la universidad. Su destino era, siguiendo los preceptos clasistas del siglo XIX, convertirse en un ama de casa refinada, esposa fiel y madre abnegada dedicada a sus labores y a sus hijos. Sin embargo, su interés por la naturaleza tuvo su recompensa cuando un familiar la animó para que aprendiese latín y se despertó en ella la pasión por la lectura en primer lugar, y más tarde por los libros de ciencia.

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A la luz de las velas primero y después repitiendo de memoria a oscuras, Mary Somerville adquirió conocimientos de matemáticas y astronomía, resolvió problemas, tradujo libros y, por encima de todo, y de manera autodidacta, hizo accesibles los conocimientos de física, química, álgebra… gracias a su sencilla manera de explicar la ciencia.

Sus trabajos se convirtieron en referencia para los estudios en las universidades en el siglo XIX. Fue la inspiradora de grandes descubrimientos de astronomía y se la reconoció como la reina de las Ciencias. No en vano, con ella se acuñó el término científica, ya que no existía hasta entonces una palabra que describiese el trabajo interdisciplinar.

Mary Fairfax Greig Somerville nació el 26 de diciembre de 1780 en la pequeña ciudad escocesa de Jedburgh. Su padre era miembro de la Armada británica con rango de vicealmirante y su madre hija de un abogado eminente. La pareja tuvo siete hijos, tres de los cuales murieron siendo niños y Mary nació en quinto lugar.

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La familia era humilde pero podían permitirse tener un cocinero, una criada y un jardinero. Mary tuvo una infancia despreocupada, más bien solitaria. Amaba las aves silvestres y las alimentaba y le gustaba recoger conchas cuando se trasladaron a Edimburgo.

Mary Somerville aprendió a leer la Biblia con la ayuda de su madre, y a los siete años comenzó a ayudar con el ganado y en las labores agrícolas. Cuando tenía 10 años su padre regresó de un largo viaje y descubrió que Mary leía pero no sabía escribir, así que la enviaron a un internado para que aprendiera a escribir y siguiera con su educación en modales y valores para convertirse en una buena ama de casa.

A su regreso, un año después, por las tardes leía a Shakespeare y, después de algunas lecciones con una maestra local, quedó encandilada por la astronomía, observando el cielo nocturno y las luces del norte. A los 13 años Mary recibió lecciones formales en la escuela en Edimburgo: aprendió aritmética y cómo escribir correctamente.

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En realidad fue su tío, Thomas Somerville, quien la apoyó en sus estudios al ver su interés y comenzó a darle clases de latín todos los días antes del desayuno. Un día, un amigo de la familia le dio a Mary una revista de moda. En la última página vio un rompecabezas con números mezclados con letras: fue su primer encuentro con el álgebra. Intrigada, trató de averiguar más, pero nadie pudo ayudarla. En ese momento también estaba aprendiendo griego y sabía que los antiguos griegos eran brillantes en geometría, y que el mejor libro sobre el tema era ‘Elementos de Euclides’, así que pidió que le compraran algunos libros, entre ellos el de Euclides.

De día pasaba su tiempo aprendiendo las habilidades socialmente deseables de pintar, bailar, aprender a tocar el piano, coser y cocinar, y por la noche estudiaba matemáticas a la luz de las velas, algo que se terminó pronto, cuando su familia temió que se volviese loca. Entonces, a oscuras, repetía lo aprendido hasta saberse de memoria los libros.

A los 23 años, en 1804, Mary Somerville se casó con su primo Samuel Greig, que era el cónsul ruso para Gran Bretaña y tuvieron dos hijos. La familia se mudó a Londres y allí continuó estudiando matemáticas de forma independiente y perfeccionando su francés, aunque Greig nunca entendió ni aprobó la dedicación de su mujer hacia el estudio. Su esposo falleció tres años después y ella regresó a Escocia con sus hijos.

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Mary comenzó a intercambiar problemas matemáticos y soluciones por carta con William Wallace, también autodidacta en matemáticas, editor de una revista matemática y más tarde profesor en la Universidad de Edimburgo. En 1811, Mary recibió su primer reconocimiento público: una medalla de plata por su solución a un problema matemático de Diophantine. Wallace se encargó de dirigir a Mary hacia el estilo matemático pionero en Europa continental, que se había separado de la escuela británica.

En 1812, a los 31 años, Mary se casó con uno de sus primos, el doctor William Somerville, un médico inspector de la Junta Médica del Ejército, que apoyó a su mujer en todo momento en sus inquietudes científicas. El matrimonio tuvo otros cuatro hijos y se trasladaron a vivir a Chelsea, donde Mary Somerville continuó con sus matemáticas y, al estilo de Newton, Euler, Lagrange y Laplace, las aplicó a la ciencia física.

El 2 de febrero de 1826, la Royal Society de Londres, la Academia Nacional de Ciencias del Reino Unido, leyó uno de los trabajos de física experimental de Somerville y se convirtió en el primer artículo de una autora en ser publicado en la prestigiosa ‘Philosophical transactions’, la publicación científica más antigua del mundo, que todavía se publica en la actualidad. Mary tenía 45 años y el artículo era ‘Las propiedades magnéticas de los rayos violetas del espectro solar’.

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Mary y su familia se mudaron a Italia a mediados de la década de 1830. Su esposo, que tenía alrededor de 60 años, se había retirado. Su médico le aconsejó que buscara un clima más cálido por el bien de su salud, y desde allí siguió investigando y publicando sus trabajos.

En 1831, a los 50 años, Mary publicó su glorioso ‘El mecanismo de los cielos’. Esta fue su traducción de los dos primeros volúmenes de ‘Mécanique céleste’, de Pierre Laplace. Mary mejoró, explicó y agregó al trabajo original de Laplace. Su traducción se convirtió en el libro de texto recomendado por la Universidad de Cambridge sobre mecánica celeste y Mary fue calificada como “una de las únicas seis personas en Inglaterra que entendía a Laplace”.

El Gobierno británico, en un deseo de avanzar en el desarrollo de las matemáticas y las ciencias, otorgó a Mary una pensión inmediata de 200 libras al año en reconocimiento por la importancia de su trabajo.

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En 1842, Mary se encontró con la situación inusual de que la Royal Society no la aceptaría como miembro, porque era una mujer, pero la honró colocando un busto de mármol en su gran salón. En el siglo XIX las mujeres británicas no tenían derecho al voto y Mary también realizó una gran contribución a la lucha por los derechos de las mujeres y por la igualdad. De hecho, cuando años más tarde, en 1866, el eminente filósofo John Stuart Mill organizó una petición al Parlamento solicitando derecho de voto para las mujeres Mary Somerville fue la primera mujer en firmar la petición, pero las 1.521 firmas conseguidas no tuvieron éxito.

Sobre la conexión de las ciencias físicas’ fue el siguiente libro de Mary. Sus 500 páginas tenían 10 ediciones, fue traducida al francés, alemán e italiano, y fue uno de los libros científicos más populares del siglo XIX. El análisis que Mary Somerville hizo sobre las perturbaciones de la órbita de Urano en él fue el origen de la investigación del astrónomo John Couch Adams que llevó al descubrimiento de Neptuno en 1846 por Johann Galle y Urbain Le Verrier.

En 1869 Mary recibió el honor más prestigioso de la Royal Geographical Society, la Victoria Gold Medal por su trabajo, y ese mismo año publicó su último libro científico, ‘Molecular and microscopic science’, cuando tenía 88 años. Le llevó una década escribirlo y estaba compuesto por dos volúmenes que contenían 180 ilustraciones. Cubrió tres campos principales: átomos y moléculas, vida vegetal y vida animal.

En su último año de vida, Mary Somerville escribió: “Todavía puedo conducir por varias horas. Soy extremadamente sorda, y mi memoria de los acontecimientos ordinarios, y especialmente de los nombres de las personas, está fallando, pero no por temas matemáticos o científicos. Todavía puedo leer libros sobre álgebra superior durante cuatro o cinco horas por la mañana, e incluso para resolver los problemas”.

Mary Somerville murió mientras dormía, a los 91 años, el 29 de noviembre de 1872 en Nápoles. Fue enterrada en el cementerio inglés de la ciudad.

En 1879, la Universidad de Oxford abrió sus primeras universidades para mujeres: Somerville Hall, llamada así por Mary, y Lady Margaret Hall. Somerville Hall ahora se llama Somerville College.

También Sir William Edward Parry nombró una isla en el estrecho de Barrow con el nombre de la científica, la isla Nunavut Somerville.

Más recientemente, otro reconocimiento a título póstumo llego para la divulgadora científica: en 2017, el Royal Bank of Scotland reemplazó sus billetes en papel de 10 libras con la imagen de Mary Somerville, aunque su verdadero legado continúa en los libros y se sigue enseñando en las universidades.

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