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Asia renueva las restricciones para frenar segundas y terceras oleadas

Hong Kong impone las medidas más duras hasta ahora y Kazajistán, un segundo cierre

Varias personas con mascarilla en un autobús de Hong Kong, este martes.
Varias personas con mascarilla en un autobús de Hong Kong, este martes.YIK LAM (Reuters)

Más cierres a nivel nacional y local, renovadas normas de distanciamiento social, toques de queda y la imposición de llevar mascarillas son algunas de las medidas con las que los países asiáticos se enfrentan a segundas y terceras olas de coronavirus. Con más de tres millones de casos en todo el continente –medio millón más que Europa, pero medio millón menos que Estados Unidos-, la región en la que comenzó todo no acaba de vencer al patógeno, con el surgimiento de un nuevo brote en Hong Kong y subidas récord de casos en países como Filipinas, Indonesia o Kazajistán.

“Las medidas que anuncio hoy serán más estrictas que las del pasado”, ha asegurado la jefa del Gobierno autónomo de Hong Kong, Carrie Lam, en una rueda de prensa. “Pero que superemos el último envite de la pandemia depende de si toda la ciudad se une para luchar contra el virus”, ha exhortado. La excolonia británica ha impuesto las medidas de distanciamiento social más drásticas hasta la fecha tras un récord de nuevas infecciones diarias el lunes (52 casos, 11 de ellos importados) en la que supone su tercera oleada de contagios. Este martes se registraron otros 50 más, hasta llegar a un total de 1.521, con ocho fallecidos.

En consecuencia, las autoridades hongkonesas han prohibido a los restaurantes servir desde las seis de la tarde hasta las cinco de la mañana a partir de este miércoles. También se hace obligatorio el uso de mascarilla en el transporte público, so pena de multa de 5.000 dólares de Hong Kong (unos 560 euros). Han reducido de 50 a cuatro el límite de personas que pueden reunirse –como también se hizo durante la segunda oleada de contagios en marzo- y han urgido a guarderías y escuelas a que suspendan todas sus actividades durante dos semanas. Los bares, gimnasios y parques temáticos como Disneyland también permanecerán cerrados hasta nuevo aviso.

El endurecimiento de las medidas de Hong Kong contrasta con la mayor relajación en la China continental. La capital, Pekín, donde los restaurantes tienen que cerrar antes de las 10 de la noche y los bares siguen clausurados, espera recuperar la plena normalidad pronto, después de ocho días consecutivos sin contagios tras el brote de junio en el principal mercado de abastos de la ciudad. Una situación muy distinta a la que se vive en Filipinas, el primer país en registrar una muerte por coronavirus después de China, el pasado febrero. Las autoridades filipinas informaron el lunes del mayor aumento diario (162) de fallecimientos por covid-19, al tiempo que las infecciones se triplican hasta más de 56.000 desde el 1 de junio.

En esa fecha comenzó el levantamiento progresivo de uno de los cierres más drásticos y largos del planeta, impuesto en la capital, Manila, a mediados de marzo. Seis semanas después, y ante los nuevos brotes, las autoridades han ordenado a cerca de 250.000 residentes de una de las zonas más pobres de la metrópolis, Navotas, que retomen el confinamiento. Medidas similares entrarán también en vigor en la ciudad de Cebu, en la región central de Visayas y otro de los focos de contagios, el próximo día 16. Filipinas tiene el segundo número más alto de contagios del sureste asiático, con más de 57.000 infecciones y 1.599 muertes, solo superado por la vecina Indonesia, con 75.000 casos.

Este último país, de 260 millones de habitantes, no ha llegado a implantar nunca un cierre nacional. La capital, Yakarta, puso en marcha una serie de restricciones en abril que relajó a comienzos de junio, en contra de las advertencias de los expertos. Los casos diarios empezaron a crecer pronto de nuevo, y el domingo las infecciones en esta ciudad alcanzaron un nuevo récord, hasta las 404 en un solo día, si bien su gobernador, Anies Baswedan, de momento solo ha conminado a la población a ser “más disciplinada”. En las antípodas del enfoque más relajado de Indonesia está Kazajistán, inmerso en su segundo cierre nacional –algo hasta ahora inaudito en el mundo- desde el pasado 5 de julio.

Con una duración prevista de dos semanas, este país de Asia central ha prohibido las reuniones públicas y familiares, y ha instado a los ciudadanos mayores de 65 años a quedarse en casa. Así lo decidió su Gobierno después de que los casos se multiplicaran por 10 tras el levantamiento del primer cierre el 11 de mayo (de 5.207 a los más de 59.000 actuales). La ciudad india de Bangalore ha seguido pasos similares: un aumento de contagios ha hecho que se restablezcan las medidas de confinamiento durante una semana, a partir de este martes. India ha registrado hasta 100.000 nuevos casos en los pasados cuatro días, con récords de aumentos diarios, y se espera que el segundo país más poblado del mundo sobrepase en los próximos días el millón de infecciones.

En el este de Asia, Corea del Sur, uno de los países más afectados inicialmente por la pandemia, mantiene gimnasios y piscinas cerrados y no permite el público en los estadios deportivos. Tanto este país, donde aún hay brotes, como Singapur, han optado por instalar códigos QR para entrar en restaurantes y otros establecimientos, además del uso obligatorio de mascarilla en el transporte público, en el caso de Corea del Sur, y en cualquier espacio en el de la ciudad-Estado. Muchos países del continente, entre ellos Japón, China y la mayoría de naciones del sureste asiático, mantienen además aún severas restricciones al turismo y a la entrada de extranjeros para limitar los contagios importados.

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