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Lecciones aprendidas en Hong Kong, Japón y Singapur para hacer frente al coronavirus

La difusión de noticias falsas constituye un importante desafío sin resolver y la confianza de la sociedad en las recomendaciones y medidas adoptadas es primordial para enfrentarse a la epidemia

Ciudadanos con mascarillas en la ciudad china de Shanghái. / ALY SONG (REUTERS)
Ciudadanos con mascarillas en la ciudad china de Shanghái. / ALY SONG (REUTERS)

En un artículo recientemente publicado en The Lancet se exploran algunas de las características que han adoptado los sistemas de salud de Hong Kong, Japón y Singapur para afrontar la epidemia de COVID-19. Dado que en estos lugares se ha conseguido controlar en gran medida la expansión de la epidemia, se pueden extraer algunos aprendizajes aplicables a España. En los tres lugares se introdujeron medidas de contención y estructuras de gobernanza apropiadas; se adoptaron disposiciones para apoyar la prestación y la financiación de la atención de la salud y se elaboraron y aplicaron planes y estructuras de gestión de la crisis. Sin embargo, su respuesta es vulnerable a las deficiencias en la coordinación de los servicios, el acceso a suministros y equipos médicos adecuados, la adecuación de la comunicación de riesgos y la confianza pública en el gobierno.

En primer lugar, una dimensión vital para afrontar estas crisis son los sistemas de vigilancia epidemiológicos. En el caso de estas regiones, se determinaron casos potenciales con un mayor número de diagnósticos, además se controlaron de forma estrecha a los posibles contactos de positivos. Para conseguir un mayor conocimiento de la situación de expansión del virus, se desarrollaron pruebas diagnósticas por parte de redes de laboratorios nacionales, que fueron incrementando su capacidad a medida que aumentaban el número de casos positivos.

En segundo lugar, en las tres regiones, se utilizaron diferentes estrategias para controlar selectivamente viajeros que venían de zonas con numerosos contagios como China continental, norte de Italia, Irán y Corea del Sur. Por ejemplo, Hong Kong ha impuesto una cuarentena obligatoria a todos los viajeros que entren desde el continente, y niega la entrada a los visitantes no locales procedentes de Corea del Sur e Irán, así como de las partes más afectadas de Italia. En Japón, había restricciones de viaje para los ciudadanos de las provincias de Hubei y Zhejiang, y se pusieron en cuarentena los cruceros con casos de COVID-19.

Un tercer aspecto fundamental es la coordinación interministerial que tanto en Hong Kong como Singapur se llevó a cabo desde la primera semana de la expansión del virus. Las autoridades sanitarias de estas regiones aprovecharon sus experiencias con el síndrome respiratorio agudo grave durante 2002-03 en Hong Kong y Singapur, la gripe aviar H5N1 en 1997 en Hong Kong y la pandemia de gripe H1N1 de 2009 en los tres lugares. Japón comenzó esta coordinación interministerial a principios de febrero, tras las críticas recibidas por la operación de cuarentena a los pasajeros del crucero Diamond Princess que dio lugar a infecciones generalizadas entre la tripulación y los pasajeros.

En este sentido, un cuarto aspecto fueron las medidas de financiación urgentes que las tres regiones introdujeron para hacer frente a los costes directos para el tratamiento de los pacientes y el aumento de gasto sanitario. En Singapur, el gobierno paga el costo de la hospitalización, independientemente de que el paciente sea de Singapur o del extranjero. En Japón, la financiación se ha proporcionado mediante la financiación ordinaria y los fondos para imprevistos. Mientras tanto, Hong Kong está utilizando la financiación ordinaria para asumir por parte del gobierno los gastos de cuidados a enfermos.

Una quinta dimensión en el afrontamiento de la crisis, que ha supuesto un reto para estas tres regiones, era el mantenimiento de los servicios de salud rutinarios. Pese a que todos desarrollaron planes para mantener estos servicios, conforme aumentaron los casos positivos con necesidad de asistencia, la coordinación entre los sectores privados y la falta de recursos como unidades de cuidados intensivos, puso en dificultades su afrontamiento.

En sexto lugar, el aumento de la necesidad de atención a enfermos críticos supone un reto para los sistemas de salud. En las tres zonas se ha dispuesto de tratamiento y medicamentos de cuidados intensivos para los pacientes con COVID-19, pero el suministro adecuado de equipo de protección personal en los hospitales y de mascarillas en la comunidad ha sido una preocupación. Tanto en Japón como Hong Kong, los suministros de los hospitales comenzaron a agotarse pero ello no repercutió en la gestión clínica.

El séptimo de los retos que enfrentaron estos tres lugares ha sido el control de las infecciones en el personal sanitario. Para ello se pusieron medidas de capacitación y cumplimiento de prevención y control de las infecciones en el medio hospitalario. Pese a esto, Japón ha enfrentado una escasez de especialistas en enfermedades infecciosas. El aumento a largo plazo de la necesidad de servicios de salud ejercerá presión sobre los sanitarios y podría en algún momento comprometer la gestión clínica de las personas con COVID-19 y pacientes con otras patologías o necesidades de salud.

En Singapur hay reuniones casi diarias entre los administradores de los sistemas de salud, los hospitales y el Ministerio

Una octava dimensión de la gestión de la crisis tiene que ver con los sistemas de información entre las administraciones. En las tres regiones se ha llevado a cabo de forma integral. En Singapur hay reuniones casi diarias entre los administradores de los sistemas regionales de salud, los dirigentes de los hospitales y el Ministerio de Salud. Sin embargo, en Japón podría mejorarse el intercambio de información entre las prefecturas. La interoperabilidad de los sistemas entre el departamento de salud del gobierno y los hospitales públicos de Hong Kong tampoco es óptima.

La última y novena dimensión a tener en cuenta es la comunicación de riesgos a la población. Que esta sea oportuna, precisa y transparente es esencial en emergencias porque determina si la población confiará en las autoridades más que en rumores y desinformación. Las autoridades sanitarias de Singapur proporcionan diariamente información en los medios de comunicación, el Ministerio de Salud ha establecido grupos de Telegram y WhatsApp con médicos de los sectores público y privado en los que se comparte información clínica y logística más detallada, y las autoridades utilizan sitios web para desacreditar la información errónea que circula.

Las comunicaciones de riesgo para establecer la confianza en las autoridades han tenido menos éxito en Japón y Hong Kong. En este sentido es también crucial el entorno político y las diferencias en las comunidades y sus estados de ánimo y valores. El actual malestar social en Hong Kong ha provocado una ruptura de la confianza pública con el Gobierno y ha afectado al personal sanitario de primera línea y a la recepción y aceptación de la información gubernamental. En Hong Kong y Singapur, los rumores provocaron pánico en las compras hasta el punto de que las tiendas se quedaron sin algunos alimentos y suministros.

Se puede extraer tres lecciones importantes de la experiencia de estas tres regiones. La primera es que la integración del sistema sanitario y otros sectores amplifica la capacidad del sistema de adaptarse a las crisis. La segunda es que la difusión de noticias falsas constituye un importante desafío sin resolver. La tercera es que la confianza de los pacientes, de los profesionales sanitarios y de la sociedad en su conjunto en las recomendaciones y medidas adoptadas por el gobierno es de importancia primordial para enfrentarse a la epidemia de COVID-19 y para tener una respuesta adecuada a los retos que supone para la salud pública y la economía.

* Helena Legido-Quigley es profesora asociada del London School of Hygiene and Tropical Medicine en el Reino Unido y profesora visitante en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad de Lleida, y José Tomás Mateos García es investigador postdoctoral en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad de Lleida

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