“En América Latina podemos tener un retroceso histórico en la lucha contra el hambre”
El subdirector general de la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura estima que la pandemia sumará 20 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria
El mexicano Julio Berdegué (Mazatlán, 1957) saca cálculos y se muestra preocupado. “América Latina y el Caribe representa el 8,5% de la población mundial y tenemos el 17% de los contagiados oficiales [por la covid-19] al 2 de junio. De los fallecidos, casi el 14%. Los números son superiores a lo que uno quisiera ver”, señala el subdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con sede en Santiago de Chile. En conversación telefónica –la capital chilena se encuentra en cuarentena total desde el 15 de mayo–, Berdegué analiza: “Las consecuencias económicas y sociales, con foco en la alimentación, son muy graves”.
Pregunta. ¿En qué punto nos hallábamos antes de la pandemia respecto de la lucha contra el hambre?
Respuesta. Casi redujimos hasta la mitad el hambre entre el año 2000 y el 2014 en los 33 países de América Latina y el Caribe que son miembros de las Naciones Unidas y de la FAO. Desde 73 millones de personas a 38 millones. Fue una época de crecimiento económico para la región y de una decisión política muy fuerte de los gobiernos que pusieron el tema del hambre en el centro. Transferencias condicionadas, fortalecimiento de los programas de alimentación escolar, protección social para los sectores más carenciados de alimentos, apoyo muy fuerte a la agricultura familiar.
P. ¿Y qué ocurrió después?
R. En el 2015, el mismo año en que los jefes de Estado en la Asamblea General adoptaron la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible –el objetivo dos era hambre cero–, empezamos a ir para atrás. Empieza a caer el desarrollo económico, se debilitan muchos de esos programas sociales en muchos países y en algunos arrancan conflictos asociados a un deterioro de la situación económica. Todo eso lleva a un incremento en la inseguridad alimentaria importante en la región: 43 millones de personas en el año 2018.
P. ¿Aumentará el hambre en la región por la pandemia?
R. Podemos tener un retroceso histórico en la lucha contra el hambre y un aumento significativo en el número de personas con hambre en América Latina y el Caribe.
P. ¿Se ha calculado la profundidad de la crisis?
R. Es muy difícil proyectar con precisión, porque no sabemos cuál va a ser la profundidad y, sobre todo, la duración de la crisis económica. Si nos atenemos a lo que hay: con una proyección de caída de 5,3% de la economía, Cepal pronostica un aumento de 16 millones de personas en condición de extrema pobreza en 2020 con respecto a 2019. Si Cepal pasa de 5,2% a 6% o 6,2%, de 16 nos acercaremos a 20 millones de personas con algún grado importante de inseguridad alimentaria. Hay una altísima correlación entre extrema pobreza y hambre. Y empezamos a tener ya algunas mediciones directas.
P. ¿Cuáles?
R. El 31 de mayo se publicó en Perú una encuesta nacional hecha por el Instituto de Estudios Peruanos. Preguntaron: ¿ha disminuido la cantidad de alimentos que consumen habitualmente en su hogar? Para el total del país, 70% dijo que sí. ¿Ha disminuido la calidad de los alimentos que consume habitualmente en su hogar? 65% dijo que sí. ¿En los últimos dos meses por falta de dinero u otros recursos alguna vez en su hogar se han quedado sin alimentos? 36% de los hogares peruanos dijo que sí. En las zonas rurales de Perú, la primera pregunta llega al 90%, la segunda al 90% y la tercera al 59%.
P. Da luces sobre lo que está ocurriendo.
R. La suma de muchas evidencias nos hacen estimar que en cosa de semanas o meses nos vamos a acercar a los 20 millones de personas adicionales en situación de inseguridad alimentaria. Es decir, en meses podemos perder lo que ganamos en 15 años, entre 2000 y 2014. Esa es la gravedad del problema.
P. ¿Están faltando alimentos en la región?
R. Hasta ahora la comida en América Latina no falta. Fue una preocupación muy importante que tuvimos cuando se declaró la pandemia, pero afortunadamente los países de nuestra región –y yo diría que del mundo–, respondieron muy bien. Hasta ahora el problema no tiene que ver con la falta de comida, sino con la falta de dinero para comprarla.
P. ¿Cómo valora los planes de ayuda que han lanzado los gobiernos latinoamericanos?
R. Tenemos 34 países que han reforzado programas de transferencias monetarias y 27 que han entregado alimentos. Muchos países de la región han mantenido vivos sus programas de alimentación escolar. Y eso es importantísimo: tenemos 84 millones de niñas y niños que comen en las escuelas y para 10 millones de ellos, es su alimento fundamental. Necesitamos programas a la altura de la crisis.
P. ¿Qué tipo de programas?
R. Con Cepal vamos a hacer un planteamiento sobre esta materia: adicionalmente a las transferencias monetarias generales, se necesita hacer un esfuerzo especial para las familias que ya estaban en condición de hambre y de extrema pobreza antes de la pandemia. Punto dos: mantener los programas de alimentación escolar y reforzarlos. Tercero: existen grupos de la población que no queremos que salgan a la calle, por lo que se necesita de la entrega de ayuda alimentaria directa. Pero necesitamos hacer esto a la escala de 60, 70, 80 millones de personas en condición de hambre o en riesgo a caer en hambre. No lo puede hacer el Estado solo.
P. ¿Quién más, aparte del Estado, podría hacer algo?
R. La FAO ha hecho un llamado en la región a que los Estados establezcan una alianza con toda la red de organizaciones sociales que existen en América Latina y el Caribe para que ayuden a canalizar la alimentación. Hay miles de organizaciones sociales que tienen una capacidad infinitamente superior que la que pueda tener cualquier organismo internacional o un ministerio para llegar a esos lugares.
P. ¿Qué país le preocupa especialmente?
R. Varias agencias, no solo de Naciones Unidas, publicamos hace muy poco un informe donde analizamos las situaciones de países donde hay inseguridad alimentaria aguda o crítica y en nuestra región están Haití, Venezuela –el que tiene mayor número de personas en esta condición– y tres países del norte de Centroamérica: Guatemala, Honduras y El Salvador. Finalmente, nos preocupa mucho la situación de los migrantes venezolanos en Colombia y Ecuador.
P. ¿Aumentará en la región el malestar social y la protesta?
R. El primer director general de la FAO, un lord inglés que recibió el Premio Nobel de la Paz por la fundación de la organización –John Boyd Orr– señalaba: “La paz no se construye sobre estómagos vacíos”. Entonces, ¿por qué deberíamos esperar que la gente no proteste si tiene hambre? El virus nos ha empujado hacia el interior de nuestras casas, pero el hambre puede sacar a la población de sus casas a la calle. El hambre es un factor de inestabilidad social y política.
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