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El ébola avanza imparable en Congo y deja ya 1.161 muertos

Dos de cada tres personas contagiadas con el virus fallecen en el brote más letal de la historia

José Naranjo
Trabajadores de Cruz Roja, el 28 de marzo durante el entierro de una mujer que murió por ébola en Butembo (República Democrática del Congo)
Trabajadores de Cruz Roja, el 28 de marzo durante el entierro de una mujer que murió por ébola en Butembo (República Democrática del Congo)Baz Ratner (REUTERS)

La epidemia de ébola que sufre el noreste de la República Democrática del Congo avanza como un tren desbocado sin que las autoridades consigan ponerle freno. Con una veintena de nuevos casos al día, ha alcanzado ya la cifra de 1.760 personas contagiadas y 1.161 muertos. Los expertos auguran que no tardará en alcanzar a algún país vecino y todas las miradas están puestas en Uganda, con quien las regiones congolesas de Kivu del Norte e Ituri comparten frontera y un trasiego importante de población. Solo el pasado miércoles hubo 21 nuevos casos confirmados y 14 muertes, siete de ellas comunitarias, según informa el Ministerio de Sanidad congolés.

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La inseguridad reinante en la zona, donde operan decenas de grupos armados, y la desconfianza de la población hacia la vacunación y tratamiento se unen a una respuesta insuficiente por parte de la comunidad internacional. Así lo puso de manifiesto esta semana la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, cuyo director de Sanidad, Emanuele Capobianco, hizo un llamamiento para una mayor inversión, informa Europa Press. “La comunidad internacional no puede permitir que el ébola arraigue en Kivu Norte e Ituri ni se puede permitir que se expanda a zonas urbanas donde sería mucho más difícil de controlar, ni que se extienda a través de las fronteras”, aseguró.

Unos 1.500 voluntarios de Cruz Roja se encargan de llevar a cabo entierros seguros, uno de los ejes de la lucha contra la enfermedad. Sin embargo, la mitad de los fallecimientos que se están produciendo en las últimas semanas afectan a personas que no están ingresadas en centros de tratamiento, lo cual supone un alto riesgo de contagio para cuidadores y quienes manipulan el cadáver en los ritos funerarios y revela la existencia de cadenas de transmisión ocultas. “Ahora no es el momento de bajar la guardia. Colectivamente tenemos las herramientas para contener, controlar y poner fin a este brote”, insistió Capobianco.

Las muertes comunitarias han elevado al 66% la tasa de letalidad de este brote, lo que supone que fallecen al menos dos de cada tres personas contagiadas. En la peor epidemia de la historia, la de 2014-2016 en África occidental, la tasa de letalidad se situó en un 40%.

Los ataques a personal sanitario y estructuras médicas provocaron que Médicos sin Fronteras, la ONG internacional con más experiencia en atención a pacientes de ébola, suspendiera temporalmente sus actividades en el epicentro del brote. La OMS aseguró esta semana que la campaña de vacunación, que alcanza ya a 117.285 personas, y la rápida respuesta inicial fueron suficientes para frenar el brote en ciertas localidades, pero advirtió de su fracaso en otras como Butembo y Katwa, donde ahora está más activo.

“Ven Kinshasa como algo muy lejano”, aseguró el jefe de emergencias de la OMS, Mike Ryan, “como Nueva York”, dijo. Además, aseguró que el “juego político” estaba facilitando la extensión de falsos rumores y que, en muchas ocasiones, “no son las familias las que rechazan, sino otros elementos de la comunidad, que se han organizado para responder ante los extranjeros, ya sea el Gobierno o las ONG”, informa Reuters.

El pasado lunes se produjo el último ataque contra un centro de tratamiento, en Katwa, aunque no se registraron daños materiales. El portavoz de la OMS reiteró que es necesaria una implicación de toda la sociedad.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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