El fenómeno de la cerveza artesanal se asienta en España
El número de microproductoras se ha multiplicado por diez en los últimos nueve años y las grandes cerveceras han aterrizado en un mercado en auge
La Fábrica Maravillas es uno de los establecimientos especializados en cerveza artesana más conocidos de Malasaña (Madrid). Es media tarde y apenas hay una decena de clientes, la mayoría extranjeros. “Por aquí pasan muchos turistas y hay bastantes residentes de otros países que tienen cultura cervecera”, dice una de las fundadoras, Estefanía Pintado, de 45 años, mientras atiende desde el otro lado de la barra a George, un cliente habitual, de origen griego, que le pide su estilo favorito, “una rubia, con sabor afrutado y con un punto amargo”. A su izquierda se acaba de sentar Aaron, de 29 años. Comparte con George el interés por la cerveza artesana y opina que el sector está en auge: “Ahora das una patada y salen diez cervecerías artesanales”.
No le falta razón. Las también llamadas microcervecerías, es decir, aquellas que atienden a los criterios de fabricación artesanal estipulados en la normativa vigente de calidad de la cerveza y bebidas de malta, se han multiplicado por diez en los últimos nueve años. Si en 2010 operaban 50 en España, en la actualidad hay más de 500, según datos del informe Beer Statics 2018 edition, publicado por The Brewers of Europe y del Registro General Sanitario de Empresas Alimentarias y Alimentos (RGSEAA) . Estas cifras no incluyen a los cerveceros nómadas, que son los que utilizan las instalaciones de otros fabricantes, ni a los marquistas, aquellos que encargan la elaboración de una cerveza y solo ponen la marca.
Este boom de las microcervecerías ha contribuido, en parte, a que la producción de cerveza artesana en España también se haya incrementado considerablemente. De un volumen de fabricación de 17.900 hectolitros en 2011 se ha llegado a los 400.000 en 2017, según datos estimados ofrecidos a EL PAÍS por Cerveceros de España. A pesar de que estas cifras se antojan positivas, la artesana tan solo representa el 1% del sector de la cerveza en España (en 2017, se produjeron un total de 37,6 millones de hectolitros).
Un fenómeno global
La proliferación de cerveceros artesanales en países del entorno sigue una tendencia mundial que tiene como referencia la revolución del sector en Estados Unidos. El fenómeno de la craft (artesanal en inglés) empezó a fraguarse en el país norteamericano a principios de los ochenta pero, como ha sucedido en España y en otros países europeos, eclosionó entre 2010 y 2012. El hecho de que muchos se lanzaran al negocio artesanal tras quedarse sin trabajo durante los años más duros de la crisis, es una de las causas de este despunte.
Estados Unidos: las cifras del fenómeno ‘craft’
Los pequeños cerveceros estadounidenses crecen más que los grandes. En 2018, las 7.346 pequeñas productoras de este país, entre microcervecerías, marcas de ámbito regional y brewpubs, elaboraron 803 millones de barriles, lo que se traduce en unos 3.039 millones de litros, según los datos del informe publicado por Brewers Association. Un escenario en el que los artesanos ya suponen el 24% del total de ventas del mercado, tal y como apuntaba el USA Today el pasado mes de abril. Por contra, grandes grupos como Anheuser-Busch o MillerCoors han perdido una cuota de mercado, respectivamente, de un 8% y de un 5,9% desde 2008, según informa American's Beers Distributors. Nada que ver con España.
De las 620 microcervecerías y 1.053 brewpubs que funcionaban en 2010 a las 4.522 y 2.594, respectivamente, contabilizadas el año pasado, como se recoge en esta gráfica. Y pese al incremento de un 729% de las microcerveceras y de un 246% en el caso de los bares que fabrican su propia bebida, durante este periodo solo cerraron 937 de estas empresas. Unas cifras que, como ha comentado el economista de Brewers Associaton Bart Watson, apuntan al desarrollo sostenido del sector: "Los artesanos mantuvieron una tasa de crecimiento bastante estable y continuaron ganando cuota dentro del mercado de la cerveza".
“Cuando llegué a España en 1997 no había cerveza artesanal, solo podías ir a El Corte Inglés para comprar una cerveza belga o una Guinnes”, recuerda Andrew Dougall, de 64 años, fundador de la microcervecería Dougalls. Poco tiempo después de instalarse en Liérganes (Cantabria), este inglés empezó a fabricar su propia cerveza en casa “por pura necesidad personal”. En 2006, tras cerrar una editorial de libros de la que vivía, decidió dedicarse al completo y creó su propia marca. “En aquella época vendíamos en mercados medievales, romanos… También íbamos en furgoneta a Barcelona para distribuir en los primeros bares que empezaban a ofrecer cerveza artesana”, añade Dougall.
Cataluña, además de ser la avanzadilla de un fenómeno que se ha extendido por todo el territorio nacional, acoge desde 2013 el Barcelona Beer Festival, el evento por excelencia de la cerveza artesanal en España. Este año, entre otros premios, el galardón como mejor Cervecera Novel ha recaído en Cervecera Península. Esta moderna fábrica está situada en Alcobendas (Madrid). Román Jove, de 33 años, es su propietario: “Nuestra cerveza no está pasteurizada, no está filtrada, tiene aroma, cuerpo, y buscamos que esté lo más fresca posible cuando llega al consumidor”, subraya este venezolano para explicar el valor añadido que aporta su producto respecto a las grandes marcas de elaboración industrial.
En la actualidad, Cervecera Península produce 14.000 litros al mes y tienen planificado fabricar 16 tipos de cerveza en 2019. Para ello, Jove cuanta con un equipo de cinco personas para llevar a cabo todas las fases de la cadena. No responde a la pregunta de si su negocio es sostenible, pero apunta algunas de las dificultades de ser un cervecero artesanal. “El problema principal es el canal de distribución, que todavía no está desarrollado ya que ha nacido al calor del fenómeno. Además, es difícil romper esas barreras de entrada ya que el mercado ha estado copado por marcas de grandes cerveceras durante años”, recalca.
El aterrizaje de las grandes cerveceras
Desde hace varios años, grandes grupos cerveceros como Molson Coors, AB InBev, Heineken o Mahou han ido entrado en el mercado de la cerveza artesanal. Y lo han hecho a través de la adquisición de un porcentaje del capital societario de algunas de las microcervecerías españolas más conocidas (Cerveza La Sagra, La Virgen, La Cibeles o Nómada Brewing, respectivamente).
“Podemos aportarles nuestra experiencia y conocimiento en ser muy constantes en la repetición de los lotes, pero si nos asociamos es para respetarles por lo que nos aporta en creatividad, conocimiento de este nuevo movimiento, en cuanto a recetas...”, explica Benet Fité, director de la Unidad de Nuevos Negocios de Mahou San Miguel. De hecho, remarca que durante los tres años que llevan trabajando con Nómada han elaborado más recetas (30 o 35) que en total como compañía en los últimos 40 años.
Fité afirma que el hecho de que las grandes compañías como Mahou San Miguel compitan en el sector de la cerveza artesanal ayuda a acelerarlo y supone “un impulso a los microcerveceros”. Javier Donate, presidente de la Asociación Española de Cerveceros Artesanos Independientes (AECAI), piensa que ocurren dos cosas: “Por un lado, las grandes cerveceras se han sensibilizado por lo que estamos haciendo y ayuda en la difusión porque tienen más poder comunicativo. Y, por otro lado, es cierto que a la hora de competir ejercen más presión porque hay desigualdad de presupuestos”.
Lo cierto es que el mercado cervecero español ha cambiado en los últimos nueve años y hay más variedad de marcas y tipos de cerveza que nunca. A las Pilsner más comunes ahora se han unido las IPA (siglas de Indian Pale Ale) más afrutadas, y a las cañas en la barra de bar, las catas con expertos. "No sé por qué, pero la cerveza artesana tiene algo, un alma detrás, que hace que funcione y que la gente cada vez pregunte más. Aun con todas las dificultades, nuestra ilusión es que vayamos sumando esfuerzos de todos los apasionados de este mundo", concluye Donate.
Las dificultades de ser cervecero artesanal en España
"A menudo, los bares tienen que cubrir una cuota mínima de venta de una industrial. Y claro, si están sirviendo tu artesana, es cerveza que dejan de servir de la otra", ha señalado Marcos García, exsocio de la marca salmantina Malasombra, cerrada desde el pasado verano. Aunque no hay cifras exactas de cuántas microcervecerías han echado el cierre en los últimos años, este periódico ha localizado a varios cerveceros artesanales que han tenido que cerrar sus negocios y que aportan varios motivos que impiden el crecimiento del sector.
Mónica Bastante estuvo al cargo de la nómada Yunta hasta 2016, año en el que tuvo que echar el cierre. Para Bastante, las principales trabas están en las vías de comercialización del producto y el límite que supone el escaso público objetivo que hay en algunas provincias. "Es complicado tener buenos canales de distribución", ha comentado la exnómada. "Nosotros nos movimos por Albacete, donde había nueve marcas y ahora hay solo una. Y eso que iban a Madrid y Barcelona a vender porque era la única manera de subsistir".
Asimismo, el Real Decreto 1512/2018 supuso una simplificación de los trámites burocráticos y un incremento del volumen de mermas para los microcerveceros que produzcan menos de 5.000 hectolitros anuales. Sin embargo, para la organización AECAI resulta insuficiente, como explica en su web: "España es uno de los pocos países europeos que no aplica la directiva 92/83/EEC que permite reducir hasta la mitad el impuesto sobre la cerveza a aquellas 'pequeñas cerveceras independientes' que produzcan menos de 200.000 hectolitros de cerveza al año".
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