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La industria cervecera se rinde ante los que menos facturan: los artesanos

El efervescente segmento de las ‘craft’ gana popularidad pero solo representa el 1% de las ventas totales

María Fernández
Línea de envasado de la cerveza artesanal La Virgen en Las Rozas (Madrid).  
Línea de envasado de la cerveza artesanal La Virgen en Las Rozas (Madrid).  Carlos Rosillo

Por qué iba a fijarse el grupo Heineken, que en España factura más de 1.000 millones, en una pyme con ventas de apenas 800.000 euros? Lo cierto es que ha hecho algo más que eso. Esta semana anunciaba la compra del 51% de La Cibeles, una de las cerveceras artesanales más importantes de Madrid. “Nuestra estrategia de crecimiento se fundamenta en la innovación y en el desarrollo de una cultura cervecera cada vez mayor. Crecemos desde dentro, somos conscientes del interés que la cerveza artesana despierta en el consumidor y de su capacidad para generar experiencias de gran valor para éste, hace años que nuestra compañía comenzó a trabajar en el terreno de las craft [artesanas]”, aseguraba un portavoz.

Como el Santo Grial, las grandes compañías persiguen desde hace mucho tiempo un mercado en efervescencia… que, sin embargo, no representa más que el 1% de las ventas totales de cerveza en el país. El año pasado, según un estudio de Informa DBK, las 511 firmas artesanas facturaron 47 millones y produjeron 170.000 hectolitros. Su facturación creció un 31%, sí, pero son una gota en los 37,6 millones de hectolitros que produce el conjunto del sector, que factura alrededor de 4.800 millones. Y, sin embargo, este micromundo del lúpulo y la cebada hace cada vez más ruido. El año pasado el gigante Molson Coors se hizo con la toledana Cerveza La Sagra; el líder mundial AB InBev compró, por su parte, La Virgen, y Mahou tiene entre sus participadas dos craft en Estados Unidos (Founders y Avery Brewing), además de poseer el 40% de la cervecera familiar española Nómada Brewing.

Lejos quedan aquellas palabras pronunciadas hace unos años por el presidente de Damm, Demetrio Carceller, cuando temía que esas cervezas hechas “en garajes” fuesen a provocar “algún fallo de calidad” que terminase indigestando a algún consumidor y afectando al resto de marcas. “Todas las fábricas tienen su registro sanitario, está todo regulado. Hemos hecho una gran labor de acreditación y formación, aunque en este último aspecto hay trabajo por hacer. No podemos provocar nada en el consumidor, más allá de que nuestra cerveza le guste o no”, responde Javier Donate, presidente de la Asociación Española de Cerveceros Artesanos Independientes.

En Europa las artesanas pisan fuerte: en Reino Unido hay 2.368 elaboradores; en Francia más de 1.000, en Alemania 824. “Es un fenómeno que espero que haya venido para quedarse. Tiene un gran contenido en innovación y no piensa en el corto plazo, las empresas apuestan por crear valor, por el empleo local. Están fomentando mucho el emprendimiento”, señala Jacobo Olalla, director general de Cerveceros de España.

Para explicar ese creciente interés, Javier Donate habla de que el mundillo craft genera novedades constantemente. “Somos muchos pero muy pequeños, con mucha imaginación. No llegamos ni a la uña de cualquier industria…, es como comparar una tienda de barrio con una gran superficie. Pero crecemos, y nuestro trabajo provoca que la gente pregunte, se interese por la cerveza”.

Ese es uno de los valores que persiguen los gigantes. Benet Fité, director general de la unidad de Nuevos Negocios de Mahou San Miguel, reconoce que hace varios años que detectaron que la tendencia iba a calar en España. “Nos adaptamos y fuimos pioneros en este sentido”. Siguen impulsando iniciativas para difundir la cultura craft, como el centro Brewhub de Córdoba, un espacio donde maestros del ramo comparten conocimiento y pueden elaborar sus propios productos. “En España estamos en un nivel muy incipiente. En Estados Unidos este segmento representa el 24% del valor del mercado, y llevamos cinco años de arranque real y no llegamos ni al 1%. Es importante estar ahí para que esto crezca, que sea una categoría”. Es una apuesta de futuro que, dicen, seguirán apoyando.

Aunque su peso sea extremadamente pequeño, desde Nielsen su analista Celia Rodríguez se expresa con el mismo entusiasmo. “Cuantitativamente no tiene importancia, pero es verdad que los está ayudando. Es un mercado muy dinámico en parte gracias a las artesanales, algo que están aprovechando las grandes”. Este año el valor de las ventas de cerveza en el supermercado crece un 3% (1.027 millones en los tres primeros trimestres), “y lo hace gracias a este mix de cervezas con mucho volumen y otras más caras y artesanales”.

Gracias a las artesanas, en un sector tan maduro como el de la cerveza están apareciendo otros momentos de consumo donde se pagan dos o tres euros por una botella en el supermercado. “El 63% del incremento de los precios procede de marcas más caras. Aunque no sean una gran competencia para las grandes cerveceras, los están ayudando a dinamizar el mercado”, insiste Rodríguez.

Límites al crecimiento

Pero como decía Mafalda, hasta el infinito tiene un límite. Cada mes de este año se lanzaron, de media, 11 nuevas marcas. En el sector piensan que responde a una tendencia a consumir productos con mayor valor añadido mezclada con esa corriente de alimentación de “kilómetro cero”. ¿Cuándo se estabilizará? “No lo sabemos, pero la oportunidad está ahí. Las empresas saben que lo importante no es vender más litros, es facturar más. Y esa facturación ahora está muy estacionalizada en el verano. El mundo craft quizá pueda cambiar eso creando nuevos momentos de consumo, como en fiestas o en cenas con amigos”, creen en Nielsen.

Donate reflexiona sobre lo que ha ocurrido en estos últimos años. “Lo bueno y lo malo es que vamos muy deprisa. Hace tres años te diría que íbamos muy atrás, hoy estamos a nivel de calidad con el resto de Europa, aunque en producción siempre por debajo de Estados Unidos Hemos corrido mucho estos años, se ha mejorado todo. Lo que nos penaliza mucho son los costes estructurales, porque, aunque seamos muy pequeños, cumplimos la normativa de los grandes”. Y su margen no es pequeño, pero tampoco están instalados en el segmento del lujo. “Si vemos el histórico, nos mantenemos en precios accesibles, no hay una diferencia muy grande con el mundo industrial, aunque siempre estamos por encima”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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