La cerveza artesana se reivindica: “Ya somos el 1%”
El primer informe sobre este sector augura un futuro prometedor a un producto que crece como la espuma
Andrés López y Sònia Meroño trabajaban en 2012 en el sector de la construcción. Él estructurista, ella arquitecta técnica, se quedaron sin trabajo con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y miraron a su despensa: había cerveza y la habían hecho ellos artesanalmente en lo que hasta entonces era solo una afición. ¿Por qué no dedicarse profesionalmente a lo que más les gustaba? Así empezaron su pequeña empresa, AS Cervesera, en Montornès del Vallès (Vallès Oriental), que ahora tiene una capacidad de 80.000 litros. Como ellos, muchos se han sumado en los últimos años a la ola de la cerveza hecha en casa, y el sector ha querido, por primera vez, poner cifras al movimiento cervecero. En 2016 se consumieron, en Cataluña, 279 millones de litros de cerveza, y el 1,08% de ellos fue de artesana.
“En los países que no son de tradición cervecera, superar el 1% es una señal de que la producción de cerveza artesana se está consolidando”, asegura Mikel Rius, director del Barcelona Beer Festival y miembro del Gremio de Elaboradores de Cerveza Artesana y Natural (GECAN), asociación que ha elaborado el estudio sobre la cerveza artesana en Cataluña. En la encuesta participaron 95 de las 105 empresas de cerveza natural que hay en el territorio, la mayoría de ellas situadas en localidades pequeñas o medianas y en un entorno rural. La explicación de esta distribución es simple: “Es una afición que encaja muy bien con tener espacio, puedes hacerlo en la cocina de casa, pero es más habitual que empiece en garajes o en un entorno rural”, detalla Rius.
La cerveza artesana y natural es aquella que se prepara con productos naturales, que usa la mínima mecánica posible en calderas que no superen los 75 hectolitros, y que no incluye la pasteurización en su proceso de elaboración. Contando todo el proceso, lo mínimo es que pase un mes antes de beberla, y lo máximo depende de lo envejecida que se busque la cerveza, como pasa con el vino. El gusto por todo lo que sea hecho a mano y la curiosidad por los nuevos sabores han impulsado en los últimos años a los artesanos de la cerveza, que poco a poco han conseguido reconocimiento y presencia en festivales como el Barcelona Beer Festival.
Cuando Andrés y Sònia empezaron con su pequeña empresa, en 2012, se producían 790.000 litros de cerveza natural y había 39 empresas en Cataluña. En 2016, la producción se ha multiplicado casi por cuatro y supera los tres millones de litros, fabricados por 105 empresas. Según el gremio, para empezar una empresa se necesita una inversión inicial de entre 150.000 y 200.000 euros, aunque hay que estar dispuesto a desembolsar un millón de euros para aguantar la compañía.
Fábrica y bar a la vez para llegar al cliente potencial
La manera de llegar al cliente también es variada. Unos lo hacen mediante la distribución a supermercados y bares, y otros prefieren montar la fábrica y el bar a la vez, siguiendo la tendencia de los países anglosajones. Es el caso de Garage, que tiene una fábrica en Sant Andreu, en Barcelona, pero que empezó en 2015 con un pequeño centro de producción en el mismo bar en el que se sirve la bebida, en el Eixample. “Es la mejor manera de empezar, porque es muy asequible, y también la mejor manera de hacer márketing, ya que creas mucha cultura de este consumo en tu entorno”, explica Linda Silva, de Garage.
Esta empresa cuenta con 30 empleados, una muestra de las buenas cifras de ocupación que surgen del sector de la cerveza artesana: genera 214 empleos en Cataluña. Además, también exporta el producto a otros países, como Inglaterra, Holanda, Francia y Dinamarca. En su conjunto el 16% de la cerveza artesana hecha en Cataluña se exporta.
“Cada vez hay más competencia, pero tenemos muy buen rollo y colaboramos para que se conozca lo que hacemos”, explica el propietario de AS Cervesera. Entre él y su compañera, elaboran, envasan y etiquetan cada año unas 80.000 botellas. “Más los barriles”, añade López, que recuerda cómo empezaron solamente con una variedad. “Pero la gente siempre quiere cosas nuevas: ahora tenemos cinco variedades fijas en nuestra cartera, y de vez en cuando presentamos novedades, algunas cervezas más ácidas, con más lúpulo…”, cuenta.
Entre todos los fabricantes, el estudio del GECAN muestra que se produjeron 901 variedades diferentes, algunas en barricas de madera, y otras envasadas en botellas, barriles o hasta en latas, como la cerveza industrial. Precisamente, una de las empresas de cerveza artesana más conocidas y la más grande, Cervesa del Montseny, con 300.000 litros al año, ha sacado a la venta la bebida en lata. Mientras, las cerveceras industriales como Moritz se esfuerzan por ser parte también de este mercado en auge, con la creación de productos artesanos. “No es que juguemos en ligas distintas, es que jugamos en deportes diferentes. El objetivo de la industrial no tiene nada que ver con la artesana”, reflexiona López. Según el estudio, por cada litro de cerveza natural se dedican siete minutos, 40 veces más que en el proceso industrial.
Con todo, el sector de la cerveza artesanal es optimista: “Somos un país relativamente joven en esto”, recuerda Rius, quien cree que queda mucho terreno para recorrer y mucha cultura cervecera por crear.
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