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Cinco manadas de lobos son ya madrileñas de pura cepa

La especie se ha multiplicado un lustro después de que volviera a criar en la región. Las carreteras, donde han muerto cinco en 13 meses, son ahora su freno

Esther Sánchez
Una loba de la población de Madrid.
Una loba de la población de Madrid.Sierra Carpetania
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En 2013 saltó la sorpresa: el grupo conservacionista Sierra Carpetania grabó las evoluciones en la vertiente sur de la sierra del Guadarrama de dos adultos (pareja alfa), un subadulto y cuatro cachorros. El lobo había vuelto a criar en la Comunidad de Madrid, tras 70 años desaparecido debido a la persecución a la que se sometió la especie en toda España. Ahora, cinco años después, existen “al menos cinco manadas establecidas, siendo conservador, y el número de ejemplares oscila entre 35 y 40”, asegura Luis del Olmo, director general de Medio Ambiente y Sostenibilidad. Son los últimos datos que arroja un estudio encargado por el Gobierno regional y que ha dirigido Juan Carlos Blanco, biólogo y experto en lobos. En él se muestra el avance del cánido que “va despacio, pero seguro y ya está consolidado en la comunidad”, añade Del Olmo, que hace una lectura “positiva” del incremento.

“Antes estaban en el límite de la sierra madrileña con otras comunidades como Segovia o Ávila donde también se han propagado", explica Blanco. Ahora los animales han avanzado algo hacia el interior de la provincia, “no están tan al borde y hay otros lugares donde su presencia es habitual y es probable que se asiente en años futuros”, explica. La razón de esta progresión se debe al empuje desde territorios limítrofes donde han conseguido volver a ser abundantes. “Se extienden como una mancha de aceite desde el borde de su área de distribución”, aclara el científico.

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En Madrid, los cánidos han encontrado una franja en el norte, oeste y suroeste de la región con una densidad de población de aproximadamente 10 habitantes por kilómetro cuadrado, donde han encontrado las condiciones adecuadas. La zona, a pesar de su cercanía con la capital, mantiene un hábitat todavía privilegiado, que permite el asentamiento de esta y otras especies. Desde encinares a prados, pinares, matorrales… y con abundancia de ungulados como los corzos, además de jabalíes, dieta que el cánido compagina con ataques al ganado.

Su avance se detiene en el momento en el que alcanzan territorios con mayor densidad de población, en los que se topan con el entramado de carreteras que rodean Madrid y se producen atropellos. En 13 meses han aparecido muertos por esta causa cinco ejemplares, el último el pasado 14 de marzo en el término municipal de Madarcos. Los otros cadáveres aparecieron en el entorno de la N-I, cerca de Buitrago; entre El Escorial y Guadarrama al lado del Valle de los Caídos y entre Soto del Real y Guadalix. “Las carreteras se van a convertir en el principal regulador de la población, porque es imposible evitar los accidentes”, asegura Blanco. La salud de los lobos madrileños, exceptuando los atropellos, es buena. “Hemos visto algún caso de sarna, pero nada preocupante y lo mismo que se puede detectar en otras provincias limítrofes como Ávila o Segovia”, aclara el biólogo.

Los ganaderos, sin embargo, claman por conseguir un equilibrio entre lobo y ganado. Las agresiones a la cabaña ganadera muestran la misma tendencia creciente que la especie. Si en 2013, año en el que se detectó que volvía a criar en Madrid, se produjeron 15 ataques, en 2016 habían subido a 213 y el año pasado a 398. Las indemnizaciones han crecido a la par. En 2014 se presupuestaron 40.000 euros para compensación de daños al ganado, que se han incrementado a los 300.000 euros en 2019, indican fuentes de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.

Alfredo Berrocal, presidente de UGAMA (patronal de ganaderos y agricultores de Madrid), que mantiene a sus vacas sueltas en primavera y verano en el parque nacional de la Sierra del Guadarrama, sostiene que el Gobierno regional "no ha hecho nada". "Lo primero que tenemos que conocer es la realidad del lobo, cuántos son y por dónde se mueven, porque ahora estamos completamente a ciegas", se queja. También pide medidas preventivas "en el caso de que se pueda", porque, por ejemplo, con sus vacas es imposible. "Es más sencillo con los rebaños de ovejas y cabras, porque se pueden guardar por la noche", aclara. Las indemnizaciones le parecen completamente insuficientes. "Ya se ha demostrado en sentencias que nos han reconocido tres veces más de lo que nos pagan por la pérdida de los animales". Porque no es solo que los maten, sino que hay daños indirectos como el lucro cesante, la pérdida de celo, el tiempo que se precisa para completar el expediente administrativo...", enumera Berrocal.

En el nuevo escenario, "los ganaderos tendremos que aceptar que se produzca alguna baja, pero no que existan ataques cada dos días como pasa ahora", matiza. Porque, "lo que no se puede decir es que cuantos más lobos mejor, la presencia humana distorsiona la naturaleza y es necesario una regulación y si hay que eliminar a un lobo que ha cogido el vicio de atacar, habrá que hacerlo". El director general de Medio Natural admite que es necesario abrir "un debate franco y ver qué carencias existen y qué medidas funcionan".

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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