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Más de 24 millones de latinoamericanos escapan al hambre en 12 años

La ONU resalta el éxito de las políticas alimentarias que perduran con distintos gobiernos

Niños en un campamento del sur de Asunción, Paraguay.
Niños en un campamento del sur de Asunción, Paraguay.Uly Martín

El número de personas que padecen hambre en Latinoamérica se ha reducido en 24 millones en los últimos 12 años. Un estudio de la ONU, presentado la semana pasada, muestra que 61 millones de latinoamericanos no tenían qué comer a finales de 2002. Hoy en día, la cifra es de 37 millones. La clave del éxito ha sido la puesta en marcha de programas y políticas públicas alimentarias que sobreviven a los cambios de gobierno, según destaca dicho informe.

El documento —elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) — resalta que Latinoamérica es la única región —en comparación con África, Asia y Oceanía— que ya ha alcanzado la meta de reducir a la mitad el número de personas subalimentadas, un Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), que tenía como fecha tope 2015.

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La ONU en su estudio —titulado el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo (SOFI, por sus siglas en inglés)— explica que África se ha visto afectada por conflictos bélicos y desastres naturales. En el caso de Asia, resalta que en este continente están los tres países (China, India y Vietnam) que más han reducido el número de personas desnutridas, sin embargo es la región donde vive la mayoría de los hambrientos del mundo: 526 millones de ciudadanos.

Alejandro Lopez- Chicheri, portavoz del PMA para América Latina y el Caribe, aclara en una entrevista telefónica que el hambre y la desnutrición son problemas “generacionales”, que no se eliminan “en cuestión de días”. Es por esta razón que las políticas públicas alimentarias más exitosas son aquellas que “traspasan los gobiernos”. Añadió que Chile erradicó en 50 años la desnutrición crónica, porque “no importaba el gobierno que estuviera, continuaban los proyectos que fortalecían los sistemas de salud, nutrición y de alimentación escolar”.

En el informe se resaltan los casos ejemplares de siete países, tres de ellos latinoamericanos: Brasil, Bolivia y Haití. Del caso boliviano destacan la creación de instituciones para involucrar a los pueblos indígenas, antes marginados. Esto ha permitido que “el hambre disminuya rápidamente en un 7,4% entre 2011 y 2014”, según la ONU.

Sobre Brasil, el estudio destaca los programa Hambre Cero —lanzado en 2003 y que otorga una cartilla para la compra de comida— y Bolsa Familia —que destina dinero a la población con pocos recursos—, a través de los cuales se ha reducido la pobreza extrema (personas que viven con menos de un dólar al día) en el 75% en los últimos 11 años. Durante el mismo periodo la pobreza se redujo en el 65%, por lo que el caso brasileño está considerado uno de los mayores éxitos del ámbito mundial.

Brasil, además de cumplir con el Objetivo del Milenio sobre el hambre, ha logrado reducir a la mitad el número de personas desnutridas antes de 2015, que es el objetivo más ambicioso de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA), realizada en Roma en 1996.

Los datos del informe muestran que en Haití el número de personas con hambre ha aumentado de 4,8 millones en 2002, a 5,3 en 2014. Lopez- Chicheri considera que este incremento se debe a los desastres naturales (huracanes y terremotos) y la inestabilidad política. Sin embargo, la ONU en su estudio ha querido destacar que pese a este retroceso —la mitad de la población sufre "subalimentación crónica"—, el país ha adoptado un programa para fortalecer la seguridad alimentaria. El proyecto Aba Grangou busca reducir a la mitad el número de hambrientos para finales de 2016, y erradicar el hambre y la desnutrición para el 2025.

Lopez- Chicheri destaca también el caso de Honduras, donde el gobierno, con la colaboración del PMA, desarrolla un programa de alimentación escolar universal que beneficia a un 1,5 millones de niños. “Es un proyecto de Estado, no de gobierno. Continúa sin importar quién esté en el poder; esto consolida la seguridad alimentaria porque no hay choques o desarreglos, los niños saben que llegando a la escuela van a poder comer”, concluye.

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