“Es una pena que los recortes amenacen la calidad de la universidad pública”
María José Pizarro es profesora asociada en la UPM. Su sueldo, que no llega a 'mileurista', ha bajado casi el 19% con los recortes
La mayoría de los profesores asociados, con dedicación parcial en las universidades, ni siquiera llegan a mileuristas. No sumaban 1.000 euros a fin de mes antes de la crisis y los recortes han mermado aún más sus nóminas. En esencia, se trata de la figura de un profesional de reconocido prestigio que dedica parte de su jornada a la docencia. En la práctica ocupan puestos estructurales en muchos casos y dedican mucho más tiempo al asunto del que reflejan sus tablones horarios.
La profesora María José Pizarro, de 43 años, imparte seis horas de clase semanales como profesora asociada de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), un centro donde un tercio de la plantilla trabaja con sus mismas condiciones. “Suponemos menos coste a la universidad pública pero queremos dar una enseñanza de calidad”, asegura. Su relación contractual con la facultad recoge otras seis horas de preparación que, en realidad, “no se pueden cuantificar”, explica la docente, que lleva 12 años en las aulas. Pasa semanas enteras corrigiendo, dedica horas a las tutorías y los fines de carrera y también le consume mucho tiempo la preparación de las clases. Los recortes que ha aplicado la Comunidad de Madrid a las universidades públicas de la región supusieron 301 despidos entre el Personal de Administración y Servicios (PAS) de su campus y han añadido ajustes en los sueldos que en su caso equivalen a pasar de 725 a 590 euros, un 18,6% menos. A los asociados les aplicarán, además, contratos de 11 meses o cuatrimestrales en lugar de anuales.
Tras doctorarse, Pizarro está preparada para la acreditación y podría presentarse a unas oposiciones, pero cada vez hay menos plazas por la tasa de reposición aprobada por el Gobierno, que obliga a sustituir solo al 10% de los funcionarios salientes. “Si seguimos así, las universidades se quedarán sin titulares ni catedráticos, y eso pone en peligro tanto la investigación como la docencia”, añade. “ES una pena que los recortes puedan acabar con la calidad de la universidad pública”
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