La huelga médica para los quirófanos
La protesta de los facultativos madrileños suspende 4.000 operaciones y pospone consultas “Todo lo que no es urgente o grave se está acumulando”
“Evidentemente hay retrasos. Todo lo que no es urgente o grave se está acumulando”, asegura Belén Padilla, médica del servicio de enfermedades infecciosas del hospital madrileño Gregorio Marañón. Es viernes, el único día que escapa a una huelga indefinida convocada de lunes a jueves por los médicos de la Comunidad de Madrid. “En un día no haces lo de cuatro. Y el seguimiento de la huelga es importante”. No pasa ninguna consulta desde que empezó la protesta. “En estas tres semanas, los días de huelga he visto a dos pacientes”, afirma. “Pero los ingresados, los urgentes y los graves están atendidos. Al resto les pedimos que nos perdonen, les explicamos que no nos gusta hacer huelga porque les afecta a ellos, pero consideramos que esta era necesaria para mejorar la sanidad pública”, recalca.
El plan sanitario del Gobierno madrileño para 2013, que incluye la privatización de seis hospitales y 27 centros de salud, ha concitado el rechazo unánime de toda la comunidad sanitaria, y muy especialmente de los médicos, poco dados a protestas, que en algunos centros han seguido masivamente una huelga indefinida que acumula tres semanas y 11 jornadas. Los servicios mínimos han garantizado las urgencias, los tratamientos oncológicos y todo lo que no puede ser demorado, pero la prolongación de la protesta empieza a colapsar la actividad de los hospitales. Solo en los siete primeros días de paros —a los médicos se sumaron cuatro jornadas el resto de categorías—, cerca de 4.000 intervenciones quirúrgicas fueron suspendidas, según datos de la Consejería de Sanidad.
El hospital del Henares (Coslada), uno de los seis que se privatizarán, hizo el día 27 una única operación programada, cuando en un día normal suele tener 40 en agenda. Ese día, en que hubo paro total, el conjunto de hospitales realizó 358 intervenciones programadas, el 31% de las 1.162 de una jornada habitual. Los datos de operaciones canceladas, que hasta ayer la Consejería de Sanidad se había negado a hacer públicos, contrastan con las cifras de seguimiento de la huelga que ha estado ofreciendo y que rondan el 20%. Los convocantes, la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid (Afem), siempre han hablado de un 70%. Las cifras varían en parte por la forma de contabilizar los servicios mínimos. El miércoles, por primera vez en tres semanas, el Gobierno regional cambió su discurso y aseguró que, si los sanitarios le presentan un plan alternativo para ahorrar 533 millones, podría retirar sus medidas privatizadoras.
La huelga de los médicos se ha traducido también en falta de camas libres. Los hospitales grandes registraron 1.000 altas menos que un día normal, según Sanidad, lo que impide que las plazas se liberen para admitir a nuevos pacientes. El cirujano residente del Marañón I. M. A. explicaba ayer que en torno al 80% de sus compañeros de cirugía general y de aparato digestivo —y él mismo— han secundado la huelga, lo que ha supuesto dejar de hacer una media de 50 operaciones a la semana. Solo operan los viernes, y algunas de las intervenciones que hay programadas para ese día de la semana tampoco se pueden realizar porque “no hay camas”. “Los médicos de guardia no dan altas, por lo que estas no se dan hasta los viernes, cuando trabajamos. Las estancias postoperatorias se prolongan y no hay camas para nuevos ingresos”.
Incluso estando el enfermo ingresado hay operaciones que no se hacen porque no hay cama en reanimación, donde los pacientes permanecen tras la cirugía para recuperarse de la anestesia. “Todos somos necesarios. La huelga en cualquier departamento puede colapsar todos los demás”, explica el residente del Gregorio Marañón. Un internista del hospital de Alcalá añade que “en los pacientes agudos hospitalizados debemos cubrir tanto las visitas como las altas estando de mínimos, además de los ingresos, o sea, todo. Lo que pasa es que hay más retraso en pruebas complementarias como radiología o analíticas que también demoran las altas”. “Cuando estamos de mínimos cubrimos el trabajo del doble de facultativos y tenemos que ser muy escrupulosos para que no se nos pase nada. La mayoría estamos agotados por el sobreesfuerzo que supone el trabajo y el añadido de participar activamente en la huelga”, asegura.
Durante los días de paros ha sido habitual ver colas frente a los mostradores para pedir una nueva visita. En algunos hospitales han llegado a suspenderse el 85% de las consultas. Kruse, paciente de 30 años, estaba ayer en el Carlos III para recoger sus pruebas de alergia. El primer intento fue el día 28. “Cuando llegue me dijeron que estaban en huelga y que no me podían atender”. Apoya a los sanitarios, pero se queja de que “la huelga está afectando seriamente a los pacientes” y “que deben llegar a un acuerdo ya”. A Carlos Lurueña de 37 años, le ha ocurrido lo mismo. “Vine hace 10 días a mi cita, aunque sabía que no me iban a atender por la huelga, pero aun así me pase por el hospital. He vuelto hoy, viernes, que sí pasan consulta de enfermedades tropicales".
Juan Domingo García Lozano, jefe de sección de administrativa de la unidad de asistencia de admisión del hospital Carlos III, afirma que "son muchos los enfermos nerviosos por ser atendidos". "La falta de consenso con la consejería de Sanidad es lo que está provocando que nos hayamos tenido que poner en pie de guerra. Este hospital es uno de los que está llevando la huelga con los encierros más duros y sabemos que los primeros perjudicados son los pacientes, pero nuestra lucha es por seguir manteniendo una sanidad pública", justifica. Juan José Cano Hernández, delegado sindical de SATSE (sindicato de enfermería en España) y portavoz del hospital, coincide. "Sabíamos que se iban a formar largas listas de espera. Pero la culpa no es del sector sanitario, es de la Consejería que no ha querido hablar con nosotros hasta ahora. Si el Señor Lasquetty y González hubiesen querido dialogar con nosotros hace un mes, no estaríamos en esta situación", afirma con rotundidad.
Debido a la acumulación de trabajo atrasado, la actividad de los viernes se vuelve frenética. "La lista de hoy (ayer) es larga y acabaremos a las tantas", comenta un corrillo de enfermeras en el Carlos III. Algunas creen que "su lucha no está siendo en vano". "La consejería está dispuesta ha sentarse en una mesa", celebran. Otras son más escépticas: "No cantemos victoria, que esto va para largo".
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