Obama reitera su cautela sobre el fin de la hemorragia de crudo en el Golfo
"Son buenas noticias, pero el trabajo estará acabado cuando se cierre el pozo", afirma el presidente de EE UU
Minutos antes de que abordara el Air Force One rumbo a Maine donde pasará el fin de semana con su familia, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha reiterado su precaución sobre los últimos acontecimientos en el Golfo de México. "Son buenas noticias pero el trabajo no estará acabado hasta que se cierre el pozo".
Ayer por la tarde, los ingenieros de la compañía petrolera BP lograban instalar una tapa hermética que paraba la hemorragía de crudo que desde hace casi tres meses contamina el Golfo. Pero la solución es temporal y no está exenta de riesgos. La operación desarrollada en el pozo sería el equivalente a tapar una botella de refresco gaseoso. El temor es que la presión que ejerce el crudo que está siendo contenido provoque una fisura en otro segmento del pozo. El Gobierno, junto a los responsables de BP, tiene que decidir en los próximos días si mantienen la tapadera, la abren y dejan que fluya de nuevo el crudo para que lo recojan barcos en la superficie o si la mantienen cerrada a pesar del riesgo.
El vicepresidente de BP, Kent Wells, ha señalado hoy que las cosas están yendo bien y que las últimas pruebas efectuadas permiten ser optimista sobre el desarrollo de los acontecimientos, dentro de la cautela. "No tenemos evidencias de que se haya producido ninguna fisura", ha manifestado.
Ayer, tras el anuncio del fin de la hemorragia de crudo, Obama ya se mostró cauto, como hoy. A una pregunta de un periodista al final de una comparecencia improvisada para hablar de la reforma de Wall Street, recién aprobada por el Senado, el mandatario declaró: "Es una buena señal pero estamos en la fase de prueba".
El pasado 20 de abril, una explosión cuyas causas todavía se desconocen provocó el hundimiento de la plataforma de BP en el golfo de México y el inicio del mayor desastre medioambiental de la historia de Estados Unidos. Desde entonces, millones de litros de crudo han impregnado el agua del mar, contaminado el entorno y afectado a buena parte de la fauna y el medio de vida de muchos habitantes de la costa de Luisiana y Misisipi.
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