Begoña Benito, cardióloga: “Ahora sí que se investiga con perspectiva de género”
La científica, primera directora del Vall d’Hebron Instituto de Investigación en sus 30 años de historia, asegura que los tratamientos avanzados de inmunología y la terapia génica serán “fundamentales” para tratar las enfermedades
Los ojos infinitos de la investigadora Margarita Salas, la química Rosalind Franklin o la farmacóloga Gertrude Belle Elion, impulsora de la inmunoterapia, custodian los muros que rodean el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) de Barcelona. Sus rostros, pintados en un imponente mural a tiro de piedra del hospital, recuerdan a las pioneras de la ciencia y fijan el camino a cientos de herederas que cada día pisan el campus científico. “Todas me parecen admirables, pero probablemente mi favorita sea Margarita Salas: su carrera científica viene marcada por el talento y el esfuerzo personal más que por el reconocimiento (que llegó después), y fue una científica generosa, creando escuela y ofreciendo oportunidades a jóvenes científicos”, concede la cardióloga Begoña Benito (Barcelona, 48 años). Ella es otra pionera: la primera directora que tiene el VHIR en sus 30 años de vida.
Con una vida profesional “a caballo entre hospitales e institutos de investigación”, conjugando su faceta como cardióloga con el estudio en el laboratorio de los trastornos hereditarios que causan arritmias y la muerte súbita, la directora del VHIR conoce bien los entresijos de la actividad científica, sus bondades y sus males. “El talento lo tenemos y hay que conservarlo, pero el mundo de la investigación es muy duro. Si nos centramos en los clínicos, es decir, en los médicos o profesionales sanitarios que quieren hacer investigación, lo habitual es que la investigación no está incluida dentro de su trabajo habitual: tienen que hacerla fuera de horas y de forma voluntaria. Y luego, en el colectivo de investigadores de laboratorio, también el entorno es complicado: existen muy pocas posibilidades de conseguir plazas estables, los salarios son bajos y las posiciones son muy competitivas y difíciles de conseguir”, reflexiona la científica, que lleva un año en el cargo.
La cardióloga, que a finales de año culminará los fastos del trigésimo aniversario del VHIR inaugurando el nuevo edificio de investigación, recalca la necesidad de mejorar la financiación en ciencia. “Los institutos de aquí funcionamos buscándonos la vida, buscando financiación externa. Pero el talento lo tenemos y la ciencia que hacemos es buena, a pesar de la limitación de la financiación”, expone.
Pregunta. Es la primera mujer al frente de la institución. ¿Cambia la mirada?
Respuesta. Un cambio de mirada que he aportado, pero por mi situación profesional como médico del hospital, es la que me sitúa cercana al hospital, que entiende la necesidad de promover la investigación en el centro y que acerca las dos instituciones. Por el hecho de ser mujer, es posible que haya implementado cambios en la cultura de la organización, pero supongo que esto le pasa a cualquier persona que lidera, que transmite su forma de hacer a toda la comunidad de trabajadores.
P. ¿Se investiga con perspectiva de género?
R. Sí. Se ha ido introduciendo progresivamente y cada vez está más implementada. Ahora sí que se investiga con perspectiva de género. Ha habido un cambio muy importante en los últimos años.
P. Usted es cardióloga y, precisamente, en el campo cardiovascular, todavía se ve un sesgo de género: las mujeres tienen más riesgo de morir si sufren un infarto, se detectan más tarde, se minusvaloran los síntomas, a ellas se les realizan también menos procedimientos invasivos…
R. Estamos en un proceso de cambio. Haber introducido la perspectiva de género no quiere decir haber llegado a la equidad. Somos conscientes de que, por ejemplo, a nivel cardiovascular, las mujeres pueden presentar un infarto de forma diferente y no se han reconocido clásicamente los infartos en ellas porque estaban descritos en los libros de acuerdo a cómo los sienten los hombres. Esto antes era desconocido, pero ahora se ha dado a conocer. En los últimos años, se ha visibilizado perfectamente cuál es la situación de las mujeres en la enfermedad cardiovascular y esto hace que todo el mundo haya tomado consciencia.
La irrupción del big data y de IA nos va a permitir ofrecer soluciones de salud en tiempo récord”
P. ¿Qué falta por hacer?
R. En investigación vamos por el camino correcto, que es incluir a las mujeres o al sexo femenino en todas las investigaciones científicas. Para cualquier tipo de investigación, el hecho de buscar una paridad o, al menos, una cierta proporcionalidad con la prevalencia de la enfermedad, es importante. Después, hacer estudios de poblaciones identificando los elementos diferenciales entre hombres y mujeres puede ser de interés, no siempre vamos a tener que estar estudiados juntos porque la biología puede ser diferente. Y antes he dicho lo del sexo femenino porque, si estamos pensando en hacer investigación experimental, antiguamente solo se usaban animales macho y hoy no es así.
P. ¿Cómo han cambiado los avances tecnológicos en big data e inteligencia artificial (IA) la forma de investigar?
R. En el ámbito de salud, todo lo que es big data e IA ha entrado con una potencial brutal y avanza a una velocidad rapidísima. Tanto, que vamos detrás, intentando subirnos al carro de alguna forma. Pero hay un problema que hay que superar, que es la protección de datos, el acceso a los datos. Esa ha sido, quizás, la limitación inmediata, pero se están presentando soluciones a nivel europeo.
P. ¿Estas tecnologías aligeran la investigación?
R. En investigación nos va a ayudar a realizar análisis y establecer relaciones y predicciones mucho más rápido. En medicina nos ayudará a afinar en el diagnóstico y pronóstico de enfermedades, además de proporcionar un soporte muy valioso también como herramienta de gestión para tareas más administrativas, como la elaboración de informes.
P. ¿Qué implicaciones tendrán en salud?
R. Estamos en fase de elaboración y descubrimiento de todo su potencial. Sus aplicaciones están irrumpiendo poco a poco y cambiarán, seguro, nuestra forma de hacer ciencia y medicina en el futuro. La irrupción de los análisis de big data y de IA van a acelerar la obtención de resultados y eso va a ser positivo porque nos va a permitir ofrecer soluciones de salud en tiempo récord. Pero en la parte más médica, más clínica, me gusta pensar que mantendremos la figura humana.
P. Una línea estratégica de su proyecto para el VHIR es la inmunología. ¿Qué esperan de las terapias avanzadas?
R. Entender cómo funciona la inmunología y poder modificarla es fundamental para tratar una gran cantidad de enfermedades. Es fundamental estudiar este aspecto, sea porque queremos promover una respuesta inmune para luchar contra un cáncer o sea porque la queremos disminuir porque no queremos tener un rechazo a un trasplante. Además, se sabe cada vez más que existe un componente inflamatorio en muchas enfermedades. Entonces, poder regular esta respuesta inmunitaria puede ayudar a tratar transversalmente muchísimas enfermedades.
P. ¿Se trasladará el impacto de la inmunoterapia en cáncer a otras patologías?
R. Yo espero que sí. Nosotros hemos participado ya en un ensayo que utiliza las CAR-T [una terapia celular que consiste en extraer linfocitos T del paciente, modificarlos en el laboratorio con ingeniería genética y devolverlos al enfermo para que puedan combatir mejor el tumor] en lupus. Ya estamos ampliando las miras y la inmunología no se restringe al cáncer. Y las terapias avanzadas incluyen también la terapia génica, que para nosotros es otra gran prioridad porque somos un campus que agrupa pacientes con enfermedades raras. Y para muchas de estas enfermedades las soluciones son la terapia génica porque muchas de ellas son genéticas. La terapia génica tiene camino por recorrer y va a ser importante.
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