11 ideas para combatir el cambio climático desde tu cesta de la compra
Si sientes cierta responsabilidad sobre lo que está pasando con el planeta, este artículo es para ti: consejos para que tu alimentación sea más respetuosa contigo y con el entorno
Supongo que con este verano que llevamos, negar el cambio climático y las subidas de temperatura no tiene cabida. El futuro no parece muy halagüeño con eso de que este es el verano más frío de los que vendrán, así que bueno, habrá que ponerse manos a la obra.
Estoy contigo en que las medidas energéticas es algo que pertenece a los gobiernos y necesitamos de una regulación mayor que nos proteja, pero no es menos cierto que, como ciudadanos, tenemos poder y responsabilidad de cuidar la tierra y frenar, en lo que está en nuestras manos, el cambio climático.
Siempre hay dos opciones en la vida: asumir la responsabilidad y el impacto de nuestras acciones o mirar para otro lado porque nuestras medidas no son las más importantes, ni definitorias. Personalmente, yo me inclino por la primera, por responsabilidad y porque igual que cuido y limpio mi casa, hago lo mismo con el trocito de Tierra que me toca, que no es más que eso, mi casa.
Ya se ha demostrado que la alimentación tiene un impacto muy importante sobre el desabastecimiento de agua y de los recursos naturales, y si algo hacemos todos, es comer. La FAO estima que para producir 1 kilogramo de carne se necesitan entre 5.000 y 20.000 litros de agua. Por otra parte, para producir 1 kilogramo de un cereal como el centeno se requieren entre 500 y 4.000 litros de agua. Los números hablan por sí mismos, pero, además, una alimentación basada preferentemente en vegetales es sana y completa.
Si sientes que sobre lo que está pasando con el planeta tienes cierto poder y cierta responsabilidad, este artículo es para ti. Si crees que solo faltaba que te digan qué comer y qué no, y no piensas renunciar al chuletón al punto, déjalo aquí, no te amargues el día.
Ese artículo solo pretende dar ideas para que, en la medida que puedas y quieras, tu alimentación sea más vegetal, y, por tanto, más respetuosa contigo y con el planeta. No pretendo imponer nada, porque si en algo creo es en la libertad, pero me encuentro muchas veces en consulta con pacientes que quieren empezar a ser más veggies y no saben por dónde comenzar, así que aquí va una guía facilita, hecha con amor:
- Haz una compra local y de proximidad, siempre que puedas acude al mercado y no tanto al súper. Sé que con el ritmo de vida que llevamos esto a veces resulta más utópico qué práctico, pero si no puedes fíjate en el origen de los productos y piensa que, si un aguacate viene de Colombia a tu súper, su consumo muy muy sostenible no es. Usa bolsas de tela, no necesitas una legión (con que tengas dos o tres es suficiente), bolsas reciclables o carro de la compra. Te hago spoiler: aunque tengas todo preparado para hacer una compra más respetuosa, algún día vas a comprar y no llevas tus bolsas de tela. No pasa nada, a veces ocurre, y por suerte cada vez hay más bolsas reutilizables en mercados y supermercados. Como truco personal, me funciona siempre llevar una bolsa de tela conmigo.
- Sé respetuoso con la producción y la estacionalidad. Nos empeñamos en comer naranjas en agosto y no es más que un capricho. Si compras frutas y verduras de temporada, no solo el planeta lo notará, tu bolsillo también.
- Haz un conteo semanal del consumo de carne que haces, embutidos incluidos, y hazte una propuesta de reducción, algo que sea suficiente y significativo para ti, y mantenlo.
- Empieza por hacer un día sin carne. La campaña meatless monday (lunes sin carne, en inglés) surgió con la finalidad de al menos un día de la semana reducir el consumo de carne. Es una medida internacional a la que se han sumado más de 40 países desde el 2003.
- Vuelve a la legumbre, es increíble que un alimento tan completo nutricionalmente, y tan barato, se use tan poco. Mínimo de dos a tres veces a la semana.
- Sustituye el queso rallado por levadura nutricional, queda genial para los gratinados y es una manera de ir haciendo cambios en los muy ratones. La levadura es importante que sea nutricional, y si es de cerveza que esté desamargada, si no el cambio no te seducirá.
- Normalmente, el queso es lo que más cuesta reducir o eliminar, ve haciendo cambios. Por ejemplo, cambia los quesos cremas por pasta de frutos secos o hummus. Para los más aventajados está la opción de tofu untable.
- Prueba alguna bebida vegetal, son tan sanas y completas como la leche. En sus críticas escucho principalmente que son agua, como la leche, y que no aportan calcio. Eso es cierto, aunque la mayoría de ellas están fortificadas en él. Además, es importante que sepas que el calcio no solo se obtiene de los lácteos, hay fuentes vegetales que nos aportan este mineral, incluso en más cantidad que los lácteos, por ejemplo: brócoli, sésamo, col, kale, coliflor, alubias, almendras, garbanzos… Si crees que la soja está desabasteciendo el planeta por el consumo que hacen de ella vegetarianos y veganos, tienes que saber que la soja se usa principalmente para la alimentación del ganado.
- Dale oportunidades a la proteína vegetal (tofu, seitán, tempeh, quorn, soja texturizada…). No te cargues con la compra de todas, prueba una nueva a la semana, aprende a cocinarla y decide si se incorpora o no a tu alimentación. Ahora hay muchos productos que no requieren más que darle un marcado con la plancha.
- Si te decides a probar el tofu, has de saber que sí, la textura es rara, pero no mucho más que un mejillón o cualquier bivalvo cuando lo comemos por primera vez. Es importante que marines con tus especias favoritas o condimentes con curry, al final es lo que hacemos con la pechuga de pollo, y no pasa nada. El tofu está rico, si le damos una ayudita.
- Siempre, en todo cambio, lo ideal es que sea progresivo, a tu ritmo, y que se vaya consolidando. Y sí, créeme, cualquier medida que adoptes ya es hacer algo.
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” - Eduardo Galeano.
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