El PNV, en la encrucijada

La decisión de Carles Puigdemont, manifestada a través de Quim Torra, de constituir un Gobierno con consejeros huidos y encarcelados ha cogido por sorpresa al PNV y le coloca en una complicada encrucijada sobre su decisivo voto ante los Presupuestos. Los peneuvistas contaban con dos hipótesis: que Puigdemont insistiera en su reelección o que se constituyera un Govern normal que implicara el levantamiento del 155 por parte de Rajoy. En ambos casos no tenían problemas para apoyar los Presupuestos. En el segundo caso porque se cumplía la condición que había impuesto a Rajoy: la devolución del autogobierno a Cataluña. Y en el primero porque toda la responsabilidad recaía exclusivamente en Puigdemont.

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Pero la decisión de Puigdemont-Torra resulta perversa para el PNV porque es discutible jurídicamente y también es una provocación política intolerable para el Gobierno central, PP, PSOE y Ciudadanos.

Ahora, el PNV está ante una auténtica encrucijada pues cualquier opción tiene un coste. Si opta por apoyar los Presupuestos, los costos se medirán en clave nacionalista. EH-Bildu, segunda fuerza vasca, le recordará que ha incumplido su compromiso de no apoyar los Presupuestos mientras estuviera vigente el 155 en Cataluña y que su presidente, Andoni Ortuzar, elevó esa condición a categoría de “principios”. Ortuzar había jugado con habilidad sus cartas con Rajoy y logró su compromiso público de levantar el 155 antes de la votación presupuestaria. Este compromiso acaba de decaer tras la inesperada provocación de Puigdemont-Torra. Pero la lealtad al independentismo catalán, incluso en sus posiciones más extremas, tiene, también, seguidores en el PNV, sobre todo, en su dirección gipuzkoana. No son pocos quienes consideran que el 155 en Cataluña es un aviso para Euskadi.

Si opta por no apoyar los Presupuestos con el argumento de que el 155 sigue vigente los costes pueden ser tremendos para el PNV. En clave social, tendría un gran problema con los colectivos de pensionistas con los que ha comprometido, con su apoyo presupuestario, el mantenimiento durante dos años del poder adquisitivo de su pensión, vía IPC. Si, además, la ruptura del compromiso no es por la corrupción sino por alinearse con Puigdemont-Torra, el desastre es completo. A ello hay que añadir la pérdida de una inversión de 570 millones en infraestructuras.

En clave política, las consecuencias serían, también, nefastas. Con su apoyo a la mejora de las pensiones, el PNV pretendía romper la imagen de “partido insolidario” en la que Ciudadanos insiste contra todos los nacionalismos sin excepción. Si ahora se desdice de su compromiso con los pensionistas, el regalo político para Ciudadanos es total. Pero, además, es muy probable que su voto contrario a los Presupuestos implique el adelanto electoral por parte de Rajoy, algo que el PNV quiere evitar a toda costa para no facilitar las cosas a Ciudadanos. Finalmente, el Gobierno vasco no podría aprobar sus Presupuestos al perder el apoyo necesario del PP vasco.

La dirección del PNV tratará de aquí al miércoles de cubrir todos los flancos, como ha hecho otras veces. Pero la deriva del tándem Puigdemont-Torra tiene la cualidad de ponerlo todo cada vez más imposible. Si el PNV tiene que optar drásticamente, la lógica es que apueste por evitar los costes socio-políticos.