Morir de calor
¿Está el cuerpo humano preparado para sobrevivir a temperaturas cada vez más extremas?
Aunque en meteorología no es evidente que no haya un dos sin tres, la semana pasada vivimos la segunda ola de calor del año. Esta última ha sido tan intensa que el jueves se batió el histórico récord de temperatura máxima registrada oficialmente, alcanzándose los 46,9 ºC en el observatorio del Aeropuerto de Córdoba, perteneciente a la red principal de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
La anterior efeméride de temperatura máxima oficial eran los 46,6 ºC, registrados en Córdoba y Sevilla el 23 de julio de 1995. Existen observaciones que dan como el horno de España a Sevilla, con 49.8º, un 11 de julio de 1873, pero no son considerados oficialmente debido a su baja fiabilidad. Únicamente son tenidas en cuenta las observaciones posteriores al año 1900, ya que a partir de entonces se comenzó el proceso de estandarizaron tanto de la instrumentación como de su emplazamiento. Aun así, aún estamos lejos de la plusmarca mundial que se dio en el Valle de la Muerte en California con unos escalofriantes 56,7 ºC.
La intensidad de la ola de calor no queda reflejada solo en la superación puntual del récord, sino que además, la semana pasada, hasta 11 capitales de provincia superaron los 40 ºC, y hasta tres de ellas llegaron a los 45.
Todos estos valores extremos reflejan la temperatura del aire. Para poder comparar guarismos, no solo en España, sino a lo largo y ancho de todo el mundo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), establece unos procedimientos de observación: los termómetros han de estar a la sombra, en un entorno controlado, aireado y a una altura de metro y medio. Para ello, se utilizan garitas o soportes ventilados que son ubicados en lugares controlados para la toma de medidas, llamados jardines meteorológicos.
Aunque resulte impactante, ver fotos de termómetros callejeros con temperaturas altísimas, al encontrarse al sol y sin ventilación alguna, no resultan representativas de la realidad. En ciertas condiciones, pueden llegar a dar diferencias de hasta 25 grados con las de un observatorio meteorológico.
Lo mismo ocurre con las temperaturas en el interior de los coches. Debido a la falta de ventilación, es fácil que se alcancen cincuenta grados en el habitáculo en vehículos estacionados al sol. Permanecer en su interior a tan altas temperaturas resulta extremadamente peligroso tanto personas como animales de compañía. El miércoles pasado fue rescatado un bebé en Madrid en plena ola de calor del interior de un vehículo, en el cual su padre lo dejó olvidado.
La capacidad de termorregular del ser humano permite que la temperatura de nuestro cuerpo se mantenga entre los 36 ºC y los 37,5 ºC casi independientemente de la temperatura del aire. Pero esta capacidad regulatoria se puede ver mermada en casos de estar sometidos a temperaturas extremas durante un largo periodo de tiempo, como en el interior de un coche al sol. El problema se acrecentaría aún más si existe presencia de humedad en el aire.
Para hacer más perceptible el calor debido a la combinación de altas temperaturas y humedad, los meteorólogos utilizamos el concepto de sensación térmica. Durante esta ola de calor, los valores de humedad del aire han permanecido bajos, pero con humedades más altas no resulta difícil llegar a sensaciones que alcancen los 55 grados dificultando enormemente nuestra termorregulación. Hay que tener en cuenta que si nuestra temperatura corporal se sitúa entre los 43 o 46 grados resulta imposible sobrevivir.
Así pues permanezcamos lo más frescos posible y evitemos riesgos innecesarios para no morir de calor.
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