De la Merkel y los de casa
Del Rajoy que se asoma al exterior es inútil esperar algún reflejo, alguna propuesta, alguna idea
Imaginen que la visita el pasado jueves, día 6, de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, a La Moncloa acompañada de un coro empresarial en lugar de ser saludada por el masoquismo y la autoflagelación al uso hubiera sido ocasión para dejar constancia de las manipulaciones y camuflajes a los que apuesta el Gobierno de Berlín a través de los bancos germanos y suizos. Habría bastado hacerse eco del informe de Volver Krey presentado por Merrill Lynch, que valoraba los activos tóxicos securitizados de Alemania en más de 600.000 millones de euros. O aduciendo la prueba de la mala praxis de la banca alemana en el mercado de derivados, que confirma la condena de la Corte Suprema Alemana al Deutsche Bank en 2011 por la que le obliga a indemnizar a los clientes engañados con productos financieros que aseguraban ganancias, como ha comentado el profesor Manuel Ballbé.
La actitud de Berlín, generando una ola de pánico respecto a las economías de Grecia, España e Italia, ha inducido una benéfica fuga de capitales hacia el refugio del Norte. El mismo efecto causado por los ojeadores que levantan las piezas en una cacería para que los invitados desde los puestos al acecho, con toda comodidad, las cobren a mansalva. Pero en La Moncloa durante la jornada del día 6, nadie hizo alusión a estas realidades. Por el contrario, todo fueron plácemes y ejercicios de buen porte y buenos modales que abren puertas principales. Exposiciones laudatorias del proceder alemán y búsqueda de aprobaciones por parte de Merkel y su cortejo, atento a encontrar en nuestra ruina las mejores gangas. De la boca de nuestro presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, solo salieron deferencias y explicaciones, de las que están ayunos los españoles, para presentar las medidas adoptadas como el más obediente de los comportamientos.
Del Rajoy que se asoma al exterior es inútil esperar algún reflejo, alguna propuesta, alguna idea, como las que ha lanzado el primer ministro de Italia, Mario Monti, en su último encuentro en Roma con el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, para poner coto al antieuropeísmo propugnado por los nacionalismos rampantes. Su intento es parar la creciente desafección hacia una UE que parece haberse especializado en traer más dificultades a la población sin dibujar ningún horizonte de esperanza. Porque es imposible la andadura de un proyecto de Europa sin europeos, que abdica del modelo de protección social. Ese era su orgullo y su superioridad y ahora se ve como si fuera un lastre del que fuera preciso desprenderse en aras de ganar competitividad a lo asiático.
Pasemos ahora a los de casa. En el Gobierno de Rajoy se ha instalado la gresca. El área económica carece de mando. Todo son disentimientos entre de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, y Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas; entre Montoro y Soria, ministro de Industria y Turismo, a propósito de la reforma energética y así sucesivamente. De modo que solo la imposición de Bruselas de que se nombre un vicepresidente económico puede salvarnos del caos. En cuanto a la situación en el Partido Popular es más de lo mismo. Cada uno de los barones territoriales aprovecha para lanzar por su cuenta ideas de bombero. La presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, siempre con el ejemplo por delante, después de acumular el año pasado tres sueldos —el de secretaria general del Partido Popular, el de diputada del parlamento regional y el de senadora—, por un total de 240.000 euros, decide suprimir las retribuciones a los diputados de su Autonomía. Acaba así de golpe con las molestas incompatibilidades de forma que los diputados en lugar de cobrar de los presupuestos autonómicos estarán patrocinados por las empresas que les emplean. Queda pendiente saber si lucirán los logotipos correspondientes y si para aumentar la recaudación se subastarán los escaños. Algo que, más adelante, podría generalizarse al conjunto de la función pública
Incluso el presidente de Extremadura, José Antonio Monago, se rebela y anuncia un IVA cultural del 13% en lugar del adoptado a escala nacional del 21%, porque no está dispuesto a que se vacíen sus espacios culturales. El presidente de Galicia y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijó, parece dispuesto a esconder al líder nacional del PP, Mariano Rajoy, en la campaña de las elecciones gallegas convocadas para el domingo 21 de octubre. La presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, se suma al cabeza de lista del Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, para impugnar la decisión de puesta en libertad del etarra Bolinaga mientras pacta un limbo legal para disfrute del magnate Sheldon Adelson en Euro las Vegas. Algunos corean aquello de “yo ya no sé si soy de los nuestros”. Veremos.
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