El posible pacto de PP y PSOE se aleja en el peor momento para la deuda
Santamaría: "El PSOE perdió su oportunidad al votar ‘no’ en la ley de estabilidad" Rajoy se reúne hoy con sus barones para avanzar en las reformas
En el peor momento de la crisis de deuda, en mayo de 2010, José Luis Rodríguez Zapatero, acosado por los mercados, se encontró con un significativo no de Mariano Rajoy a sus recortes, que salieron adelante solo por un voto, gracias a la abstención de CiU. Dos años después, en el peor momento hasta ahora de su mandato, Mariano Rajoy —que al contrario que Zapatero tiene mayoría absoluta— se encontró el pasado jueves con el no del PSOE a la ley de estabilidad. Y la situación política entre ambos partidos parece muy similar a la de entonces.
La vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dejaron muy claro ayer que el gran pacto con el PSOE para afrontar el peor momento de esta nueva gran crisis de la deuda está descartado. Ambos afirmaron que el PSOE desaprovechó esa oportunidad al votar no a la ley de estabilidad. Mientras, los socialistas insisten en que es el PP, al romper lo firmado en septiembre de 2011 —esto es, un déficit estructural en 2020 del 0,4%, y no del 0% como plantea la nueva ley—, el que ha decidido no pactar.
El Gobierno ha apurado la bajada de déficit para aplacar a los mercados
Lo cierto es que Mariano Rajoy no ha citado en este momento de gran dificultad a La Moncloa a Alfredo Pérez Rubalcaba. Y de las palabras de Sáenz de Santamaría de ayer se deduce que no lo hará en breve, más bien le piden que sea él quien plantee la cita. Montoro también dejó claro que el PP no está dispuesto a ceder en esa norma cuando llegue al Senado.
Los populares admiten en privado que han ido un poco más allá de lo pactado en septiembre de 2011, pero aclaran que lo han hecho para reducir la presión de los mercados —el ministro de Economía, Luis de Guindos, presumió de este endurecimiento en el foro de Davos— y señalan que ahora rebajar esa ley sería una señal pésima.
Como es habitual, tanto populares como socialistas aseguran que ellos sí quieren pactar y responsabilizan al rival de desbaratar esa posibilidad. Lo cierto es que ambos partidos están manteniendo desde 2010 una línea similar cuando están en el Gobierno —apoyo a la política de recortes pactada con la Unión Europea— y sin embargo desde la oposición el apoyo solo existe para algunos asuntos, especialmente los relacionados con los bancos.
Rajoy se opuso a casi todas las grandes reformas de Zapatero que ahora, sin embargo, no ha rectificado al llegar al Gobierno. El PP votó en contra de los recortes y la bajada del sueldo a funcionarios —que ha mantenido— y contra la reforma de las pensiones que alarga la edad de jubilación a los 67 años —que tampoco ha rectificado—. Rajoy sí apoyó las reformas financieras y ayudas a la banca de Zapatero menos la última, en la que se abstuvo. Rubalcaba, por su parte, inauguró la que definió como “oposición responsable” con su apoyo a la reforma financiera del PP.
Sin embargo, la declaración de hostilidades llegó con la reforma laboral del PP —Rajoy se abstuvo en la del PSOE en 2010— y desde entonces el nivel de enfrentamiento ha ido creciendo hasta llegar al no de los socialistas a la ley de estabilidad.
El PSOE se indignó esta semana al conocer a través de una nota de prensa de La Moncloa, como el resto de los españoles, un recorte de 10.000 millones en sanidad y educación que en parte tendrá que aplicar, puesto que gobierna en Andalucía. Los populares, mientras, critican que el PSOE no haya hecho un esfuerzo como CiU, un partido que se quedó fuera del pacto para la reforma constitucional de 2011 y, sin embargo, ahora ha respaldado la ley de estabilidad, que en teoría se derivaba de ese pacto. Así lo destacó ayer Santamaría.
El Gobierno se encuentra relativamente cómodo con el apoyo de CiU, que a su vez necesita a los populares en Cataluña y sobre todo busca el respaldo financiero del Ejecutivo para la Generalitat. Le sería aún más rentable disponer del pacto con el PSOE, pero no le parece imprescindible. Es más, Santamaría aprovechó ayer para culpar a Rubalcaba de no avanzar en la renovación de cargos institucionales.
El presidente quiere exhibir la fuerza de su partido para hacer los recortes
Rajoy ha optado así por la estrategia de mostrar que tiene una gran mayoría absoluta y, pese al fracaso en Andalucía, un enorme poder autonómico. Desde que estalló la última escalada de la deuda, Rajoy se ha refugiado en su partido para mostrar ese poderío. Ha rehusado acudir al Parlamento específicamente para hablar de la crisis y no ha llamado a La Moncloa a ningún representante de partidos, sindicatos o patronal. Por el contrario, primero convocó a la dirección nacional del PP, después a sus diputados, y hoy hace lo propio con todos sus barones autonómicos. Ayer incluso recibió en La Moncloa a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (PP).
Con esta estrategia de movilizar el apoyo de su partido —y de CiU, como aliado clave para no dar imagen de soledad—, Rajoy no se está encerrando, según los suyos. Está tratando de exhibir ante los mercados, ante sus socios de la Unión Europea y los técnicos de la Comisión lo que considera que es su mayor fortaleza: el poder de su partido para llevar a cabo las reformas que crea necesarias.
Si se duda de su capacidad para aprobar recortes, exhibe su mayoría absoluta convocando a todos sus diputados. Si se duda de su capacidad para forzar a las autonomías, se hace la foto con todos sus barones, que son mayoría. Son gestos para intentar calmar las aguas, pero la preocupación por los mercados sigue siendo muy intensa en el Ejecutivo
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