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La comida rápida no cura el hambre allí donde es demasiado cara

La cultura alimentaria de las ciudades africanas está cambiando hacia este tipo de consumo occidental, considerado moderno, con lo que supone para la salud y la gastronomía local. Una nueva investigación estudia sus implicaciones sociales en Ghana

Comida rapida Ghana
Un trabajador almuerza en un restaurante de comida rápida Burger King, que permanece abierto para pedidos a domicilio, durante un cierre parcial en Accra y Kumasi para frenar la covid el pasado el 31 de marzo de 2020.FRANCIS KOKOROKO (Reuters)

Cerca de 690 millones de personas, es decir, alrededor del 9% de la población mundial, pasan hambre. Estas cifras corresponden al Informe 2020 sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en el Mundo, y su tendencia es a aumentar. Existe la idea generalizada de que las zonas urbanas sufren menos inseguridad alimentaria que las rurales debido a la variedad de alimentos disponibles en los supermercados, los mercados tradicionales, los restaurantes y los establecimientos de comida rápida. Pero la abundancia de alimentos en las ciudades no significa que todo el mundo tenga las mismas posibilidades económicas de acceder a una alimentación sana y pueda permitírsela.

La Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 definió la seguridad alimentaria como aquella situación en la que “todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a alimentos seguros, nutritivos y suficientes para cubrir sus necesidades nutricionales y sus preferencias alimentarias, y así llevar una vida activa y saludable”.

En Ghana, la pobreza urbana es inferior a la media nacional ‒10,6% frente a 24,2%‒, pero muchos habitantes de las ciudades no pueden permitirse comer lo suficiente. Un estudio descubrió que el 36% de los hogares urbanos pasaba hambre, y que el 29% y el 5% respectivamente se saltaba comidas o las posponía. Actualmente, la cultura alimentaria en la Ghana urbana está cambiando hacia el consumo de comida rápida, con lo que esto supone para la cultura gastronómica local. Sin embargo, pocos estudios han analizado estas implicaciones.

Por mi parte, me dedico a investigar los sistemas alimentarios y las culturas del consumo de alimentos que están haciendo su aparición en Ghana. En un trabajo publicado el año pasado, mis compañeros y yo nos propusimos entender las dinámicas sociales y demográficas ligadas al consumo de comida rápida en el país. Descubrimos que en él influían muchos factores, entre otros el género, la edad, el estado civil, la falta de tiempo, la capacidad de cocinar y el nivel de ingresos. Nuestro estudio contribuye al conocimiento de las fuerzas socioculturales que intervienen en el consumo de comida rápida en Ghana.

La comida rápida en las áreas urbanas de Ghana

La investigación se basó en la revisión de trabajos anteriores sobre este tema en el país. Revisamos la bibliografía sobre las dinámicas socioculturales y las características de los consumidores de esta clase de alimentación en Ghana. La comida rápida está cada vez más extendida en las zonas urbanas del país a través de los servicios de restauración, comida para llevar y reparto.

La restauración en general es el mayor sector de la economía ghanesa, y su crecimiento también es el más rápido, con una tasa de aumento del 20% anual. Aunque se prevé que este ritmo se mantenga, la presencia de alimentos no es lo único importante en materia de seguridad alimentaria. Otras consideraciones son la asequibilidad y una dieta saludable.

Nuestro estudio reveló que el nivel de ingresos determinaba la frecuencia con que los ghaneses visitaban los establecimientos de comida rápida. Descubrimos que las personas con ingresos medios y altos eran las principales consumidoras. Son ghaneses que tienen un empleo o dirigen un negocio, y que suelen disponer de medios para gastarlos en nuevos estilos de vida que incluyen este tipo de consumo. Los clientes con ingresos elevados podían adquirirla al menos una vez a la semana, incluidas las ocasiones y los días festivos, independientemente del precio.

Las personas con ingresos bajos solían consumirla solo en ocasiones festivas y especiales. Para los muy pobres no era asequible ni siquiera los días de fiesta a no ser que se tratara de un regalo, principalmente porque en Ghana la comida rápida es cara.

Por ejemplo, en la mayoría de los restaurantes una pizza mediana cuesta por término medio 50 cedis ghaneses (8 dólares). El salario mínimo diario es de 12,53 cedis (2,07 dólares). Este precio tan elevado se atribuye en gran medida a la inversión y los gastos generales ‒como los impuestos, la electricidad, los periódicos, la publicidad, el alquiler, el aire acondicionado y la seguridad‒ que soportan los restaurantes. Además, los establecimientos dependen en gran medida de materias primas importadas como el arroz, el pollo, el concentrado de tomate, la harina y otros ingredientes.

En la mayoría de los restaurantes de Ghana una pizza mediana cuesta por término medio 50 cedis ghaneses (8 dólares). El salario mínimo diario es de 12,53 cedis (2,07 dólares)

Basándonos en las conclusiones de nuestro estudio, es importante señalar que, aunque la comida rápida está disponible físicamente en las zonas urbanas, no todos los ghaneses tienen el mismo acceso económico a ella. En consecuencia, su proliferación en el país no permitiría que los pobres llegaran a tener el alimento asegurado. Nuestro trabajo tiene implicaciones para las políticas dirigidas a fomentar la seguridad alimentaria en la Ghana urbana.

Comida rápida como estilo de vida

En el mundo desarrollado, la comida rápida es más barata que en el mundo en desarrollo. En los países del primero, las marcas de comida rápida suelen dirigirse a los grupos de bajo nivel socioeconómico ofreciendo menús a precios muy bajos.

La situación es diferente en Ghana. Las marcas de comida rápida se dirigen a los grupos de nivel económico medio y alto que tienen ingresos para adoptar los denominados estilos de vida modernos, entre ellos el consumo frecuente de comida rápida. En consecuencia, en este país las personas que pueden permitirse comprarla son aquellas cuya alimentación ya está asegurada.

Tomando como referencia los cambios culturales que esta clase de alimentación ha provocado en los países desarrollados, preveo que, en el futuro, los pobres de Ghana sí podrán permitírsela. Bajarán los precios cuando los restaurantes que la sirven compitan entre sí. De este modo se ampliará el acceso económico a ella en Ghana, pero también aumentará el número de personas expuestas a los peligros que implica para la salud.

The Conversation

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