Esa nueva energía masculina
Musk y Zuckerberg llevan tiempo cambiando la información por resentimiento. Ambos construyen sus plataformas sobre valores que desprecian la importancia de la moderación, la cooperación y el cuidado
Zuckerberg ha pasado de ser el orgulloso papá de una swiftie a miembro entusiasta de la manosfera. Caretas fuera. El giro antifeminista del niño mimado de Harvard coincide con el abandono de la moderación y la lucha por la desregulación de las redes. No es casualidad. El poder sigue siendo masculino y el cambio de este multimillonario con pinta de incel es una forma de rechazo a los valores asociados tradicionalmente con lo femenino: el cuidado de los usuarios y la protección frente a daños. Pero es la era de los culturistas tipo Llados, de los fucking burpies y el sálvese quien pueda, y en lugar de protegernos frente a las vulnerabilidades creadas por empresas como la suya, frente a la conspiranoia, los criptobros y toda la caterva de personajes dedicados a deformar las mentes e inculcar creencias corrosivas, las medidas anunciadas por Zuckerberg nos dejarán todavía más expuestos. Él mismo ha pedido una nueva “energía masculina” en el trabajo, posando con los bíceps hinchados junto al nuevo miembro del consejo de Meta, el amigo de Trump y jefe de artes marciales de la UFC, Dana White. Zuckerberg se suma así a la nueva y a la vez tan vieja masculinidad hipercompetitiva y narcisista, la que se pavonea mendazmente en las portadas de Men’s Health. Pero Bezos, Musk y Zuckerberg hacen también lo que siempre ha hecho el dinero: arrimarse al caballo ganador, aunque estalle el mundo por el camino. En el fondo, Zuckerberg es un niño asustado de que Trump pueda mangonearle.
Todos estos hombres y sus estomagantes “energías masculinas” están redefiniendo el espacio público en torno a su peligrosa visión de género. Tanto Zuckerberg como Musk construyen sus plataformas sobre valores que desprecian la importancia de la moderación, la cooperación y el cuidado. Meta ignoró y seguirá ignorando el uso de Facebook Messenger en el genocidio rohinyá y su participación en el fomento de milicias extremistas, o el hecho de que Instagram esté contribuyendo a los problemas de salud mental de niños y adolescentes. ¿A quién le importa la salud de los jóvenes cuando ganamos a la ruleta en el casino? Pero aunque muchos hombres piensen hoy que la recuperación de la masculinidad tradicional será beneficiosa para ellos, se equivocan profundamente.
La escritora Rebecca Solnit ha hablado sobre la vulnerabilidad de los jóvenes, especialmente los varones, frente al mundo online, relacionándola con el acoso escolar, los trastornos del sueño, la depresión, la soledad, el suicidio, el consumo de desinformación, el reclutamiento por extremistas y la pérdida de relaciones reales. La vuelta a la masculinidad tradicional es una peligrosa ficción, pues estos chavales no dominarán las jerarquías de poder ni adquirirán estatus ni mostrarán más dureza mental o física rechazando lo femenino, como pretenden las narrativas de la masculinidad hegemónica de los Trump y Bukeles del mundo. En lugar de crear espacios para que los hombres formen conexiones significativas, Musk y Zuckerberg llevan tiempo cambiando la información por resentimiento. El reto no es adaptarse o suavizar las posturas feministas frente a las visiones regresivas de la masculinidad, sino hacer ver a todos esos jóvenes seducidos por el resentimiento y la codicia que su visión regresiva y reactiva de la masculinidad podrá hacer ricos a los nuevos jerarcas tecnológicos, pero a ellos solo los convierte en carne de cañón.
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