Doblegar la infamia del Kremlin
No es el momento de empujar a Ucrania hacia la mesa negociadora; ahora toca reforzar el apoyo


Asistimos en estos días a la infame escalada bélica impulsada por el Kremlin en Ucrania, con una estrategia de ataques sistemáticos dirigidos a dejar a la población civil sin calefacción, electricidad y agua corriente, en lo que tiene todos los visos de ser un crimen de guerra. Ante las constantes derrotas en el campo de batalla, Moscú recurre a la más baja de las opciones: intentar quebrar la voluntad de la ciudadanía lejos del frente. En paralelo, se detectan en el mundo múltiples impulsos —en forma de llamamientos, protestas y movimientos en la penumbra— para detener la guerra.
En el G-20 de Bali quedó evidente la frustración de los países del sur global, del mundo no alineado, que sufren las consecuencias indirectas del conflicto en términos de disrupción económica y subida de precios. La frustración es comprensible; la equidistancia de muchos, no. Hay quienes reprueban por igual el ataque ruso y las sanciones occidentales. Y quienes llegan a extremos que dejan atónitos: según Lula da Silva, Volodímir Zelenski es “tan responsable de la guerra como Vladímir Putin” (entrevista con la revista TIME, mayo de 2022). La historia será probablemente muy inclemente con ese posicionamiento. Convendría no olvidarlo en el tiempo presente.
En EE UU, los republicanos dejaron claro en la campaña electoral que de obtener el control del legislativo promoverían una reconsideración de la ayuda a Ucrania para dedicar más recursos a atender la crisis económica nacional. Afortunadamente, solo ganaron una de las dos Cámaras.
En Europa, se registran protestas contra la guerra por su impacto en las distintas sociedades. En Alemania, congregan a representantes de izquierda y derecha radical; en la República Checa hubo una manifestación con decenas de miles de participantes, y en Austria, los ultraderechistas cabalgan el descontento. En Italia lo intentó la Liga, pero el partido mayoritario en el poder, Hermanos de Italia, ha frenado eso con un inequívoco apoyo a Kiev.
En España, Unidas Podemos, que con toda la razón reclama unión democrática ante la indignante agresión verbal sufrida por la ministra Irene Montero en el Parlamento por parte de una ultraderecha con tendencias inaceptables, se opuso al suministro de armas para ayudar a Ucrania a repeler la agresión bélica del régimen de Putin. No era difícil ver que la falta de ese apoyo habría conllevado la completa victoria del Kremlin y la sumisión de los más de 40 millones de ucranios a un régimen antidemocrático que aplasta tantos de los derechos que con razón Unidas Podemos defiende (esta misma semana, con la ampliación de una ley de represión de la comunidad LGTBI por 397 votos a favor y cero en contra en la Duma).
También en España, el portavoz parlamentario de ERC señaló el jueves que, a su juicio, la reforma del delito de sedición le ha “quitado el juguete a los jueces fascistas”. Se trata de otra cuestión, pero es útil para reflexionar sobre el recurso a un concepto tan grave como el del fascismo, que quizá convendría ponderar un poco más. Pero si hay un caso en el que se puede utilizar sin sombra de duda hoy, es precisamente el régimen de Putin. Crímenes de guerra, supresión de la oposición, acoso a las minorías, adoctrinamiento de la población: no falta nada del negro catálogo.
Por eso, si países del sur global optan por una cómoda (y moralmente equivocada) neutralidad; si los regímenes autoritarios echan una mano o desean buena suerte a su símil; si algunas ultraderechas europeas se instalan en el egoísmo nacionalista miope, es de esperar que los demás (entendiendo por ello la comunidad de las democracias avanzadas y, dentro de ellas, todas las grandes familias, incluido el conjunto de las fuerzas progresistas) opten hoy por reforzar el apoyo a Ucrania frente a la infamia fascista del Kremlin. Reforzar con más armas, más ayudas financieras, más apoyo logístico-técnico para sobreponerse a los bombardeos contra las infraestructuras. Tras la Segunda Guerra Mundial, el decidido puente aéreo occidental logró doblegar el bloqueo que la URSS impuso a Berlín. En paralelo, hay que apoyar de forma contundente y focalizada —no con subsidios generalizados a la gasolina— a los más expuestos a las consecuencias de la guerra dentro de las democracias.
Probablemente, no es realista pensar que la guerra pueda concluir con una derrota total de Rusia, potencia con armas de destrucción masiva. Pero, si los ucranios quieren seguir luchando —y todo apunta que es así—, ahora no es el momento de forzarles a la mesa negociadora titubeando en el apoyo. No puede ser ahora, como si fuera una rendición ante los golpes rusos a las infraestructuras civiles. No puede ser ahora, cuando el Kremlin, pese a las derrotas, sigue ocupando más territorio que antes de la invasión. Intentar que el fascismo putinista no gane ni un centímetro no es un estandarte atlantista; es un objetivo democrático y de derechos humanos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Más información
Archivado En
Últimas noticias
El Senado cierra el año con otra sesión de alto voltaje por las ausencias de ministros y las acusaciones del PP a Zapatero
La Generalitat activa la alerta por riesgo de inundaciones en la zona norte de Barcelona
Las empresas creen que la desmotivación de los jóvenes influye más en el absentismo que las plantillas envejecidas
Dembélé y Aitana Bonmatí, ganadores del Premio The Best 2025 de la FIFA a los mejores jugadores del año
Lo más visto
- La UCO precipitó la detención del expresidente de la SEPI porque se percató de que lo seguían cuando iba a una cita con Leire Díez
- El rechazo de Francia y las dudas de último minuto de Italia amenazan con descarrilar la firma del acuerdo entre la UE y Mercosur
- La jueza de la dana declina citar a Sánchez porque no consta que estuviera informado “en tiempo real” por Mazón como Feijóo
- Un tercio de las personas LGTBI+ ha sido expulsado de su casa por su orientación o identidad
- La UE eleva la presión sobre Venezuela al prorrogar las sanciones al círculo de Maduro en plena escalada de Estados Unidos






























































