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¿Comprar o alquilar?

España era un mercado de compraventa. En los últimos años, el alquiler ha recuperado peso, pero en el último año parece que esa tendencia se ha parado, incluso revertido

Carteles informativos de venta de pisos en una inmobiliaria de Sevilla.
Carteles informativos de venta de pisos en una inmobiliaria de Sevilla.PACO PUENTES (EL PAIS)
Xavier Vidal-Folch

El pulso entre comprar piso o alquilarlo ha dado un quiebro. España era un mercado de compraventa. En los últimos años, el alquiler ha recuperado peso, en sintonía con la tónica europea, que facilita la movilidad geográfica laboral/profesional. Pero en el último año parece que esa tendencia se ha parado, incluso revertido.

Los que buscan convertirse en propietarios han pasado del 40% al 50% del total, según una de las operadoras (neutra: sirve igual a vendedores que arrendadores). Y los que optan por alquilar, han bajado del 50% al 38%. El resto, indiferentes.

En favor de la compra operó la percepción de la inversión residencial como sólida frente a altibajos e incertidumbres de otras; la convicción de que se acaba la era de los tipos de interés minimalistas; el exceso de ahorro sin destino de algunos hogares. Y quizá una tendencia de caseros tradicionales a vender sus pisos antes que a alquilarlos, como respuesta a las regulaciones públicas tendentes a topar el precio de los alquileres.

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Es arduo aquilatar si eso es realidad o fantasía, pues los datos se contradicen. Barcelona (provincia), que tuvo en vigor una ley de la Generalitat limitadora de los precios en zonas de estrés, ha subido en 2021 los alquileres en un 1,5%, contra un descenso del 3,4% en Madrid, según Fotocasa.

Y es el espacio donde más crecieron, según los tres portales (con Idealista y Pisos.com). Aunque el Ayuntamiento señalaba que los alquileres del tercer trimestre se reducían sobre igual periodo de 2020. Y el Sindicat de Llogaters —en línea con los Comuns— estima una caída de rentas del 4,8% en Barcelona desde la entrada en vigor de la ley que fijó topes, anulada en marzo por el Tribunal Constitucional, por exceso competencial.

Esa paralización, el lento trámite de la ley estatal de vivienda (que también fija topes, aunque en modo más suave que la catalana) y el límite del 2% a los alquileres dentro del plan de respuesta al impacto de la guerra de Ucrania del Gobierno provocan que las conclusiones de la polémica entre intervencionistas y liberales no sean de momento concluyentes.

Más lo sería que las autonomías acelerasen la promoción de VPO en alquiler: hubo 10 que no lanzaron ninguna en 2021. Y que antes de la fijación de topes se pactase una autocontención (incentivada) de los caseros: como aún son en su mayoría familiares, y no societarios ni multinacionales, la autorregulación acordable podría quizá conjugar mejor el interés de los propietarios en tener inquilinos estables y fiables, con el de estos en asegurarse una evolución razonable de los precios.

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