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COLUMNA
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La lección de Chile

El desgaste del PSOE en el Gobierno y la crisis interna en el PP pueden muy bien favorecer el avance en los extremos de Yolanda Díaz y de Vox

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Yolanda Díaz en una sesión de control al Gobierno celebrada en noviembre en el Senado.Jesús Hellín (Europa Press)
Antonio Elorza

Las elecciones chilenas han revelado el fracaso de los partidos tradicionales y el regreso a una peligrosa situación bipolar, donde se enfrentan una izquierda radical y una extrema derecha pinochetista. A medio siglo de 1973 vuelven tensiones y riesgos aparentemente superados.

No es fácil que esa evolución se produzca en España, aunque el desgaste del PSOE en el Gobierno y la crisis interna en el PP puedan muy bien favorecer el avance en los extremos de Yolanda Díaz y de Vox. Y como en Chile por deméritos de los partidos tradicionales dominantes.

Nadie recuerda que casi ayer, en el Congreso del PSOE, Pedro Sánchez proclamó que “la pandemia ha quedado atrás”, cuando había ya pronósticos sanitarios internacionales que anunciaban lo contrario. Para Sánchez, todo menos reconocerlo, entonces ni ahora, cuando la sexta ola golpea con fuerza. Mejor dejar a las comunidades que lo resuelvan con sus tribunales, unos razonables, otros como el vasco que se escuda tras el derecho al karaoke y la irrelevancia de los contagios de vacunados para tumbar las medidas de protección. Íñigo Urkullu regaló antes a Sánchez la confederalización de la respuesta al virus, y el presidente no está dispuesto a perder su rentable ausencia, proponiendo una ley que permita coordinar y salvar los reparos judiciales. Son contagios y muertes en juego.

La suerte para Sánchez reside en la nulidad de la oposición de Pablo Casado, con sus gotas de radicalismo estéril, como exigir de entrada el 155 educativo frente al incumplimiento catalán. Sánchez no hará nada, pero mejor esperar para condenar. Y pensemos que en países democráticos, el caso Isabel Ayuso-José Luis Martínez Almeida se resuelve mediante una simple votación, sin tal desgaste. Si sumamos Vox a este autoritarismo vacío, el balance es claro.

En segundo plano, faltó explicación sobre los Presupuestos. Solo mercadeo. Sánchez compra votos y vende parcelas del Estado. En cualquier país democrático, el contenido del presupuesto es objeto de debate en el Congreso y ante la opinión. Aquí importa solo saber el precio de los apoyos. Entre tanto, sin rectificar en nada, Bildu adquiere para Euskadi injustamente el aval como partido democrático. Riesgo para el PNV y también para el orden constitucional ante una posible alianza PNV-Bildu por la soberanía.

De paso, ante un futuro de conflictos, el Gobierno saca de nuevo la memoria histórica. Y con un ponente comunista, como si escarbar en el pasado de la guerra fuera bueno para el PCE, cuando su imagen histórica se había equilibrado (del estalinismo al heroísmo y la reconciliación nacional).

Fin de fiesta cultural con Dama de Elche: “acercar el arte al pueblo” (Miquel Iceta), ¿es devolver cada obra de arte a su lugar de origen”. ¿Hace falta erosionar el Estado también desde este ángulo? Chile está cerca.


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