Una patria para odiar al contrario
Los lectores escriben del nacionalismo y del indulto a los presos del ‘procés’, de la inversión en ciencia, la crispación política y de la vuelta de las golondrinas
Desde que tengo uso de razón he sufrido en este país a causa del nacionalismo: primero con ETA, sus asesinatos, la extorsión y el mirar para otro lado —cuando no colaborar— de la sociedad vasca; y desde hace unos años el fanatismo de parte de los catalanes. La patria es un concepto inventado por el ser humano que conlleva pertenencia a un grupo, posesión de un territorio y exclusión del otro, ahora cuando parece que el hombre toca con las manos la divinidad seguimos acercándonos a ese concepto para odiar al contrario, digo bien odiar porque es lo que vi en la cara de una de las llamadas exiliadas políticas los días 6 y 7 de octubre en el Parlament. A pesar de esto, creo que se debe conceder el indulto a los presos porque nos merecemos una oportunidad de paz, aunque pienso que la mano tendida por nuestra parte probablemente solo sirva para poner piedras en ella.
Isabel Cuesta Andonaegui. Valencia
Todo a cien(cia)
El CSIC, en boca de los políticos estos días, tiene 500 trabajadores contratados en fraude de ley (20 años en mi caso) y a otros mil en abuso de temporalidad. Personas que accedimos por contratos que cumplían con los requisitos de publicidad, libre concurrencia, mérito y capacidad. Ahora, para “estabilizarnos”, debemos pasar por una oposición con un temario que nada tiene que ver con el trabajo que desarrollamos. Europa ha instado al Estado español a cumplir con la directiva 1999/70. El proceso que proponen Función Pública y CSIC no cumple con dicha directiva y hará que se pierda capital humano y años de formación especializada. El CSIC no permite participar al comité de empresa en el proceso de estabilización. Ciencia de todo a cien para un país de terracitas con vacunas de países que apuestan por el futuro.
Luquesio Rodríguez Argüelles. Madrid
Tensión extrema
Es descorazonador que no tengamos un momento de sosiego político para centrarnos en asuntos que afectan al bienestar actual y futuro de los ciudadanos. Nuestros representantes políticos podrían utilizar sus fuerzas para hacer aportaciones a las reformas necesarias, por ejemplo la de las pensiones, las relaciones laborales, la sanidad y, como no, en el uso estratégico y eficiente de los fondos Next Generation con el objetivo de impulsar una economía digital y verde. Existen nichos que harían de España una verdadera potencia del siglo XXI. Si echamos una mirada a los grandes hitos de tensión del pasado inmediato observamos que rápidamente ha sido olvidados. Qué situación más deprimente.
Esteban Cueva Álvarez. Madrid
Golondrinas
No voy a hablar de política, ni de economía, ni de pandemia, ni de tantas cosas que nos preocupan estos días. Cuando era niño, en mi casa de Madrid, con el buen tiempo, solía sentarme en el quicio de mi ventana y me quedaba ensimismado mirando a las golondrinas, con su vuelo rápido, tal vez jugando, tal vez alimentándose... Hoy, más de 60 años después, vuelvo a verlas, y me da la impresión de que no ha pasado el tiempo. Espero que dentro de 60 años, y de otros 60 años más, siga sucediendo lo mismo. En nuestras manos está.
Ángel José Gallo Artiñano. Madrid
Los textos de esta sección tienen que enviarse exclusivamente a EL PAÍS y no deben tener más de 100 palabras (700 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos, resumirlos o extractarlos. No se dará información sobre estas colaboraciones. La dirección para escribir en esta sección es CartasDirector@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.