Más allá de sus aguas cristalinas, pueblos milenarios y una capital en pleno apogeo que emergió entre cenizas comunistas, el país balcánico llama a un viaje lento a través de una red de alojamientos y restaurantes que pone en valor su patrimonio culinario
El Grand Hotel, el Museo Etnográfico o el antiguo Gran Hammam de la capital de Kosovo son escenarios de la XIV bienal europea nómada. Skopje, en Macedonia del Norte, y la albanesa Tirana completan este viaje por los Balcanes
El municipio del sur es el de mayor porcentaje de habitantes menores de 18 años (20,66%) de Madrid y compite con Esmirna (Turquía), Tromso (Noruega) y Lviv (Ucrania)
Serbia, Albania y Bosnia están embarcadas, a distintos ritmos, en el mismo largo y proceloso viaje: ingresar en la UE. Este es el retrato de la situación de tres países que suman 13 millones de personas y aspiran a entrar en el club comunitario
Tras décadas de aislamiento, el país balcánico se abre al mundo con una mezcla irresistible de playas espléndidas, bosques tupidos y ciudades otomanas donde aun se siente la huella del comunismo
La plaza de Skanderbeg de Tirana, la ‘supermanzana’ de Poblenou, un túnel peatonal de Ámsterdam, un teatro en Dnipró (Ucrania), un parque en Essen (Alemania) y la reforma de un psiquiátrico en Melle (Bélgica), galardonados.
De Tirana, capital de Albania, y su nuevo museo del servicio de inteligencia comunista, la brutal Segurimi, al bello lago de Ohrid y la costa mediterránea en Saranda