Gabriela Leonardt, psicopedagoga: “La crianza trata más de autocontrol que de control”
Para la experta, la única forma eficiente de criar es hacerlo con calma, para poder comprender las situaciones y encontrar la respuesta adecuada. Con eso en mente, en su primer libro ofrece un manual para padres necesitados de estrategias de educación consciente


A Gabriela Leonardt (Buenos Aires, 50 años) siempre le gustaron las mentes que piensan y sienten de forma diferente. Con su formación de Diseño Gráfico y Artes Visuales bajo el brazo, la argentina se involucró en la dirección de talleres de arte infantil inclusivos y comenzó a trabajar con niños y adolescentes de centros de menores en riesgo de exclusión social. Pero se dio cuenta de que sus buenas intenciones no eran suficiente y que le faltaban estrategias para ayudarles a desarrollar todo su potencial, no solo a nivel artístico, sino también en el ámbito emocional. Por eso, cuando se vino a vivir a España, hace 25 años, decidió empezar de nuevo y estudiar Psicopedagogía, con el objetivo de tener las herramientas que la ayudaran a comprender a niños neuroatípicos y que sufren dolor emocional.
Ahora, con 20 años de experiencia en su consulta en la ciudad de Palma (Mallorca) y como coordinadora en departamentos de necesidades específicas de apoyo educativo en colegios de la isla balear, ha publicado su primer libro: Guía urgente para criar con calma (Editorial Almuzara, 2025). El volumen es un manual para padres ávidos de información, pero, sobre todo, necesitados de estrategias de educación consciente y de recomendaciones prácticas en distintos ámbitos, en concreto en 50, el número redondo de temas abordados por orden alfabético en esta guía. Temas como la asertividad, la ansiedad infantil, la comunicación positiva, el divorcio de los padres, la empatía parental, el enfado, la frustración, los gustos y aficiones, las habilidades sociales, la impulsividad, las mentiras, los miedos infantiles, las pantallas, las rabietas, la sexualidad infantil o la timidez en la infancia.
PREGUNTA. En una época en la que siempre se va estresado y con prisas, ¿es posible criar con calma?
RESPUESTA. No solo es posible, sino que es la única forma eficiente de hacerlo. La calma es el estado mental óptimo para comprender completamente la situación a la que nos enfrentamos y, por lo tanto, encontrar soluciones adecuadas. La calma nos aporta la claridad y la sensibilidad necesarias para ayudar a los niños a comprender y resolver sus conflictos, y a gestionar sus propias emociones. Desde ahí podemos escuchar, observar y comprender razones que, a simple vista, permanecen ocultas. La prueba es que la crianza trata más de autocontrol que de control. Por eso es mejor una no respuesta que una respuesta equivocada.
P. ¿Es posible conseguir esa calma?
R. Comprendo el desafío de criar en la sociedad de la inmediatez y de la hiperestimulación, tan ajena al cerebro infantil (y al del adulto, en realidad). El cerebro infantil necesita tiempo para la experimentación, para el ensayo y error, para la observación, la reflexión y el aprendizaje. De hecho, la solución que necesita nuestra sociedad es volver a un estado de calma, a un ritmo más lento, más natural, más humano. Quizás, nuestro mayor desafío social actual sea recuperar ese estado, tomando decisiones que nos alejen lo más posible del estrés innecesario: parar la rueda y no seguir la inercia.

P. Entiendo que el estrés condiciona la manera de criar. Pero, ¿cómo lo hace?
R. Principalmente de dos maneras. Por un lado, porque no dedicamos ni el tiempo ni la atención necesarios a los pequeños. En consulta, uno de los mayores reclamos que escucho es el deseo de los niños de pasar más tiempo junto a sus padres y jugar con ellos. Por otro lado, por la inconsistencia emocional: educamos en función de nuestro estado de ánimo, lo cual confunde profundamente a los niños, ya que la norma de corrección cambia constantemente. En el libro recomiendo recurrir a “islas de tiempo”, espacios de calma en un mundo acelerado que nos invitan a crear momentos libres de distracciones para estar plenamente presentes. Al dedicarles a nuestros hijos tiempo exclusivo y sin interrupciones, construimos un refugio familiar donde el vínculo de confianza y amor puede crecer y perdurar. Unos 15 minutos diarios pueden marcar una gran diferencia.
P. ¿Cuáles son las principales dudas y preocupaciones a las que se enfrentan los padres en pleno siglo XXI?
R. Temen que sus hijos no desarrollen las habilidades necesarias para enfrentarse a los retos de la vida, les preocupa que no encuentren la felicidad y que sufran problemas de salud mental. A esto se suma una configuración social diferente a la de la generación anterior: un mundo hiperconectado y cambiante, donde los límites entre lo físico y lo digital, entre la vida laboral y la familiar, son cada vez más difusos. En este entorno resulta difícil encontrar el equilibrio. A los profesionales nos preocupa que para suplir la ausencia de tiempo se recurra al uso de pantallas como niñeras, una práctica que genera muchas disfunciones en el desarrollo infantil.
P. ¿Las preocupaciones a la hora de criar son las mismas de las de las generaciones anteriores?
R. Totalmente, las preocupaciones humanas son atemporales y universales. Los padres y educadores de hoy quieren hacerlo mejor que las generaciones anteriores. Desean ser menos autoritarios, pero temen volverse permisivos. El problema reside en que, al no haber tenido esos modelos parentales (una crianza respetuosa), carecen de las herramientas necesarias (o creen carecer de ellas) y sienten una gran presión e incertidumbre. Aunque la presión existía antes, hoy es significativamente mayor. Noto una mejora notable en las estrategias de crianza consciente, sobre todo el deseo de respetar a los niños y de no manipularlos. Esto, a la larga, crea un vínculo muy fuerte entre padres e hijos. No se trata de ser padres o maestros perfectos —eso no existe—, pero los niños son capaces de leer nuestra intención, de ofrecerles nuestra mejor versión, aunque no siempre lo logremos.
P. ¿Cuáles son las principales recomendaciones que suele dar a los padres que acuden a su consulta?
R. Lo primero que les digo es que se dejen guiar por los valores que quieren transmitir e insisto en la importancia de ser coherentes. Este enfoque nunca falla. Ante cualquier duda, les sugiero que se pregunten: “¿Esta corrección o esta acción representa el valor que quiero enseñar?”. Le doy un ejemplo: imaginemos que su hijo de 5 años deja un gran desorden de juguetes en su habitación y los padres tienen prisa por salir. La duda que se plantean es si recoger rápido para evitar un berrinche o si obligarle a hacerlo, aunque implique retrasarse. En lugar de recoger por él (lo que anularía la responsabilidad), se le recuerda que debería recogerlos, pero que le vamos a ayudar para darle un empuje inicial. Si los padres recogen todo el desorden, el mensaje que el niño recibe es que otra persona limpiará sus consecuencias, debilitando el valor de la responsabilidad. Otro consejo que les doy a diario es que presten mucha atención a tres aspectos esenciales para el desarrollo infantil: la autonomía, la autoestima y la asertividad. Debemos enfocarnos en estas 3A para asegurar el bienestar emocional de los niños desde la primera infancia.
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