Elisa Molina: “La sobreprotección de los padres lleva al niño a la incapacidad”
Esta maestra de Educación Infantil y CEO de Educar en Calma incide en la importancia de poner limites desde la confianza, la escucha y siendo modelos de nuestros hijos
Poner límites a los niños es una tarea ardua. A veces, la línea que separa el libertinaje y el control excesivo y autoritario es muy fina y hace que los padres y madres pierdan la perspectiva y que, sin querer, se tienda hacia un lado o el otro. El equilibrio, el conseguir que la balanza se sitúe en el centro entre el apego, o vínculo afectivo, y la imposición de normas, es el objetivo a conseguir. Elisa Molina, maestra de Educación Infantil y CEO de Educar en Calma, señala tres puntos claves para relacionarnos de una forma sana con los niños: ser modelo de los hijos; la escucha activa, y entender las emociones del pequeño.
PREGUNTA. ¿Por qué es necesario poner límites a nuestros hijos?
RESPUESTA. Todos hemos sido educados, la diferencia es el cómo. Es decir, padres y madres en todas las épocas han querido educar a los niños. Antiguamente los padres decían y los niños obedecían. Ahora ha cambiado el paradigma, y hemos pasado de una sociedad autoritaria a que con los nuevos modelos educativos nos hayamos pasado de frenada. Por lo que, entonces, hay muchas familias que para no ser autoritarias se han pasado a la permisividad, produciendo un libertinaje en el que hay una falta de respeto al niño total y absoluta, porque los niños necesitan límites e ir adquiriendo las normas de la sociedad en la que están inmersos. Dejarlos hacer sin más es tan poco respetuoso como estar controlándolos todo el rato. Y ahí es donde tenemos que estar atentos.
P. ¿Sin esos límites podemos también llegar a la sobreprotección?
R. La sobreprotección es llevar al niño a la incapacidad. Lo que el pequeño recibe es que sus padres no confían en él, porque lo hacen todo por él. El niño se ve incapaz porque no le dejan moverse con esa libertad, no le dejan esa autonomía; la seguridad se consigue poniendo límites. Es verdad que poner límites no es complicado, pero cuando no sabes, puede ser un mundo.
P. ¿Puedes poner un ejemplo de cómo poner límites?
R. Por ejemplo, en mi coche toda la familia -son seis miembros- llevamos el cinturón de seguridad. Siempre. No hay ningún concepto en el que nos permitamos no llevarlo. Y ponemos ese límite a pesar de la incomodidad porque es por seguridad. Mi tarea como madre, en este caso, es proteger la integridad de mis hijos. Evidentemente ha habido momentos en los que no han querido llevarlo porque les apretaba, porque van anclados… Yo les escucho, hablo con ellos en instantes donde son capaces de integrar esa norma. Para eso necesitan que yo sea modelo, que les explique por qué es importante y que yo entienda sus emociones, por qué están reaccionando así. Otro ejemplo muy común son las peleas entre hermanos. Yo no puedo permitir que se hagan daño, entiendo que se enfaden, pero mi tarea es protegerles. En mi casa no se permite ningún tipo de violencia. Hablamos con ellos, está claro que se pueden dar situaciones en las que se grite, somos humanos, pero volvemos a hablar con ellos de la norma hasta que la integren. Y, por supuesto, nos podemos equivocar, los padres perfectos no existen. De todas formas, qué imagen le estaríamos dando a los niños si nosotros como padres nunca nos equivocáramos. Entonces entraríamos en un bucle en el que el niño estaría en una constante de no querer decepcionar a su padre nunca. Sufriría.
P. Límites y pandemia, en primer lugar, ¿cómo les ha afectado a los peques esta situación de crisis sanitaria?
R. Les ha afectado, por supuesto. Los niños también son personas de derecho que han visto que con la pandemia no pueden ver sus necesidades y emociones satisfechas.
P. ¿Nos ha llevado esto a ser más permisivos con ellos?
R. Puede de que sí, porque estamos viendo que los niños están perdiendo muchas cosas. Muchas de sus libertades de ocio, de juego, de actividades escolares…, entonces los padres muchas veces tienden a compensar todas estas cosas. Lo que se llama sobrecompensación. Por ejemplo, en la primera oleada se produjo un alto consumo de pantallas, mucho más de los que los expertos o la propia OMS recomienda. En esta oleada es cierto que los niños van a mantener el colegio, lo que les proporciona cierta seguridad y poder mantener relación con otros compañeros, jugando en el patio, y en esto ocupan bastantes horas del día. Yo creo que esta sobrecompensación será algo temporal. Yo creo que según avancemos se irá autorregulando, porque los padres y las madres no podemos estar compensando continuamente.
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