Volver a la calma: estrategias y recursos para la regulación emocional de los niños

Los niños poseen una gran sensibilidad hacia el entorno que los rodea. Esto puede conducir a que sus emociones sean, en ocasiones, intensas e impredecibles. En la parte superior del cerebro se encuentra la corteza prefrontal, zona que se encarga de la atención, pero también del control de impulsos y de la resolución de problemas. En los menores de edad temprana, la corteza prefrontal no está completamente desarrollada, por lo que les resulta complejo regular sus emociones de manera eficaz. A medida que se desarrollan, serán más capaces de llevar a cabo las destrezas que los adultos esperan que adquieran.

La manera en que padres y madres reaccionan ante los desbordes emocionales es importante, ya que su propia regulación emocional ayudará a la capacidad de sus hijos para regularse a sí mismos. El autocontrol es la clave para favorecer respuestas adecuadas en ellos y, al demostrar autoconciencia emocional, darán ejemplo a los niños animándoles a hacer lo mismo. Por eso, la habilidad de los cuidadores para percibir, interpretar y responder de manera ajustada y contingente a las señales y necesidades infantiles ha sido considerada clave en el desarrollo socio-emocional.

Si el niño se encuentra con un adulto distante, tenso y enfadado, se instalará en un estado de defensa. Por el contrario, si se encuentra con un adulto conectado, será más sencillo que se calme. La conexión es una poderosa herramienta para gestionar las emociones de manera eficaz, pero antes de conectar, es necesario validar teniendo en cuenta estas afirmaciones:

• Conectar con los hijos es fundamental antes de resolver cualquier problema o conflicto
• En realidad, los niños cuando están alterados o equivocados es cuando más necesitan de sus padres. Sentir que son escuchados y tenidos en cuenta hace que se sientan mejor y, por tanto, se comporten mejor.
• Conectar con ellos les brinda ayuda para tranquilizarse; de esta forma, estarán más receptivos y aceptarán nuestra ayuda para tomar mejores decisiones.

Los límites son otra herramienta fundamental para la regulación emocional. Proporcionan la seguridad que los niños necesitan en su entorno, y esto les permitirá gestionar el estrés y la frustración de manera más efectiva. Si se fijan con empatía y comprensión, padres y madres crearán un espacio donde el menor se sentirá seguro para identificar y entender sus sentamientos ―“Sé que estás enfadado, pero no voy a permitir que pegues a tu hermano”―.

Por tanto, los padres y madres deben abandonar la urgencia y dar espacio a la reflexión porque, cuando el niño ya se encuentra calmado, será más fácil que escuche. Cuando haya pasado la tormenta, hay que preguntarle por lo ocurrido y pensar sobre qué se puede hacer la próxima vez para que no suceda. Además, lo idóneo es buscar con él qué alternativas se pueden emplear cuando sientan rabia o enfado. Estas preguntas animan a los niños a pensar e identificar sus sentimientos, sentando las bases para una expresión emocional eficaz.

Los progenitores también pueden ofrecerle alternativas si aún es pequeño, es decir, recursos para favorecer un espacio de calma tanto en el hogar como en el aula. Vivimos en una sociedad acelerada donde las prisas y los quehaceres no nos permiten disfrutar de nuestras emociones y sensaciones, pero la prisa en los hogares se convierte a menudo en una fuente de conflicto.

Herramientas para facilitar la vuelta a la calma:

Practicar yoga en familia. El yoga ayuda a tomar conciencia del propio cuerpo, de cómo las emociones influyen en él y puede ayudar a los menores a identificar cómo se sienten y qué pueden hacer cuando sienten ira o están enfadados. Resulta también un maravilloso recurso para regresar a la calma. Se puede empezar a practicar a edades tempranas y el mercado ofrece una amplia selección de juegos y láminas con posturas de animales o elementos de la naturaleza. Esto nos permitirá comenzar a practicarlo juntos desde pequeños y, además, encontrar un momento de conexión entre nosotros.

La respiración va muy unida a esta disciplina y, según el psicólogo David Goleman, “los ejercicios de respiración optimizan el desarrollo cerebral de los niños para mejorar su atención y reducir el efecto del estrés”. Hay algunas técnicas sencillas mediante el juego para empezar a integrar la respiración en su vida diaria. Por ejemplo, la técnica de la flor y la vela. En este ejercicio, simulan tener una flor en una mano, y en otra una vela. Trabajan cómo coger aire oliendo la flor y para expulsar el aire, soplan la vela. Las pompas de jabón, los molinillos o soplar agua con pajitas son otros juegos sencillos con los que comenzar a practicar.

Otro recurso que nunca puede faltar en el hogar o en un aula son los cuentos. Estas son dos recomendaciones en este sentido:

• Tranquilos y atentos como una rana (Kairos, 2017), un libro con ejercicios fáciles de meditación para niños entre 5 y 10 años.
• Respira (Planeta Libros, 2021), un libro muy recomendable para practicar la interiorización y respiración consciente.

Tampoco hay que menospreciar el poder de los abrazos, a través de los cuales se consigue que el cerebro libere dopamina, reduciendo el nivel de cortisona en sangre, bajando el nivel de estrés, aportando calma y fortaleciendo el vínculo con nuestros hijos.

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