Cómo lograr que tu hijo coma de todo en nueve pasos
La infancia es la etapa propicia para consolidar hábitos de vida saludables. Sin embargo, para muchas familias esta tarea se torna bastante dificultosa
La infancia es la etapa propicia para consolidar hábitos de vida saludables. Sin embargo, para muchas familias esta tarea se torna bastante dificultosa. “Debemos procurar garantizar un ritmo adecuado en el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos con rutinas que incluyan una alimentación que se rija por la variedad en su dieta, especialmente frutas y verduras”, asevera Amparo Bayarri Mayo, nutricionista, quien incide en que la clave radica en los métodos para alcanzarlo.
A continuación, la experta explica algunas pautas interesantes con el propósito de que los niños no rechacen alimentos cuando se sientan a la mesa:
- Apostar por la variedad en la elaboración, preparación, cocción o presentación de los diferentes alimentos y platos: Debemos poner imaginación para despertar la curiosidad y motivación de nuestros pequeños. Es posible que nuestros niños no se coman un alimento a la plancha, pero sí al horno. Puede que no se coma las espinacas hervidas, pero sí en una tortilla o en una tartaleta. Debemos ser conscientes de que al igual que a los adultos no les va a gustar todo y habrá ciertos alimentos que directamente no les guste y no se lo coman. Podemos dejar esa comida para otro momento y con otro tipo de cocción. Si finalmente no le gusta, habrá otros alimentos del mismo grupo que cumplan su función igualmente.
- Respetar los alimentos o preparaciones culinarias que no le gustan: En este punto debemos evitar un alimento en sustitución de otro que haya sido rechazado. Si no te gusta lo que hay hoy para comer, no hay problema. Pero, no se va a cocinar otra comida diferente para ti. El niño debe comprender que en casa todos comen juntos y lo mismo. Hay que conseguir que el menor normalice el hecho de que hay que comer de todo y probar todos los alimentos.
- Intentar cumplir siempre con los mismos horarios: El menor constatará que eso forma parte de una rutina diaria.
- Poner color a nuestros platos: Cuantos más colores y olores existan en las comidas más despertaremos los sentidos y ganas de los niños por probar más alimentos. No debemos olvidar que comer es divertido y, podemos jugar confeccionando nuestros platos. Una buena idea es construir nuestro plato haciendo que por lo menos contenga cinco colores diferentes. Las frutas y verduras son los alimentos que más colores y alegría aportan a nuestros platos, aparte de todos sus beneficios para nuestra salud.
- El momento de la comida y la cena es uno de los mejores momentos del día para compartir en familia: Nada de televisores o móviles. Hemos de hacer de ese momento, un rato feliz y divertido para compartir con todos los miembros de la casa.
Bayarri aclara que es importante no convertir el momento de la comida en algo aburrido o motivo de castigo. “Nuestro cometido es evitar expresiones como: “si te comes esto, te daré lo otro”; “si no te comes esto, no podrás ir a jugar” o “hasta que no termines, no podrás levantarte de la mesa”. Deben entender que alimentarse adecuadamente es algo bonito y necesario para su bienestar y debemos ayudarles a que se convierta en un momento agradable en el día”, refiere la nutricionista.
Para la profesional el niño debe sentirse involucrado en aquello que tenga que ver con su alimentación, como: ir a la compra, ayudar en la elaboración de los platos, cocinar... “Es crucial hacerles saber que forman parte de ese momento, escuchar sus gustos y sus ideas e incorporarlas en nuestra cocina. Hacer que cocinen su propia comida y cena les incitará a comerla y disfrutarla, aparte de aumentar su aprecio y valor por los alimentos”, declara Bayarri.
El niño imita las conductas de sus padres frente a la comida
“Los seres humanos pueden haber evolucionado ante el temor y la sospecha a ciertos alimentos y que confíen en lo que han probado con anterioridad. Los más odiados por los pequeños entre dos y seis años son las frutas y las verduras”, asegura Maria del Pilar García Pertegaz, nutricionista. “Una estrategia para introducir estos alimentos con éxito está en que los progenitores consuman dichos alimentos, demostrando que son buenos, para que los niños se sientan seguros”, suma la profesional. Según García Pertegaz, convendría mostrar los alimentos nuevos a los niños en pequeñas cantidades y en varias ocasiones, ya que como sostenía Cooke: “Un niño puede necesitar enfrentarse 15 veces a un alimento antes de decidir si le gusta o no”. “Ofrecer frutas y verduras o alimentos más desconocidos a los niños, fuera de las comidas, de la manera más natural, permitirá que estos se vayan familiarizando con los nuevos sabores mientras poco a poco van perdiendo su neofobia”, revela García Pertegaz.
Para revertir que los niños no coman de todo, Rafaela Torres, nutricionista, propone las siguientes indicaciones a las familias:
- No forzar al niño a comer para evitar tensiones en la mesa que provoquen en el pequeño, fobias frente al plato.
- Permitir que el niño elija los alimentos: Es habitual que un niño no coma de todo, pero sí es recomendable que su dieta incluya todos los grupos de alimentos (lácteos, frutas, verduras, carne).
- Comer en familia: El niño imita las conductas de las personas de su entorno. Es el momento de que los padres ofrezcan ejemplo a sus hijos al comer variado y sano.
- Permitir que el niño manipule la comida y experimente con sus sentidos: Los niños pequeños aprenden a través del tacto y el olor y con los alimentos no se trata de una excepción.
- Ofrecer poca comida: Es preferible que se quede con hambre y pida más. El truco consiste en usar un plato grande con poca cantidad de comida.
- Mezclar en el plato alimentos que le gustan con los que rechaza.
- Dar margen de tiempo al niño para que coma: Como mínimo hay que contar con 40 minutos para que el pequeño coma. Pero hay niños que lo hacen a un ritmo muy lento y conviene respetarlo.
- Frenar el exceso del consumo de leche: Es un error confundir este lácteo con una bebida; se trata de un alimento. Pero los padres, para que el niño coma, le pueden ofrecer más cantidad de lácteos de la recomendable. La pediatra María Teresa Cenarro, advierte en este sentido: “Los niños que toman mucha leche suelen tender a padecer anemia por la falta de hierro, lo que a su vez provoca la disminución del apetito”.
- Evitar que el niño coma entre horas.
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