La UE responde con serenidad a las amenazas de Trump: “Hay que mantener la cabeza fría y esperar a los actos”
Bruselas aboga por un perfil pragmático frente a los planes de Washington, pero advierte de que tiene herramientas para responder con firmeza a una guerra comercial
La Unión Europea ha recibido con serenidad y cautela la última andanada de Donald Trump contra el club comunitario, su sistema regulatorio y su balanza comercial con Washington. La Comisión Europea y los Estados miembros del bloque han adoptado un enfoque pragmático en su relación con la nueva Administración estadounidense y esperan que esta sea puramente transaccional, de negocios, al más puro estilo del magnate republicano. El jueves, el nuevo ocupante de la Casa Blanca acusó a la Unión de tratar “muy mal” a Estados Unidos. Lanzó una serie de comentarios negativos que se suman a sus amenazas anteriores de imponer aranceles a los productos europeos, una medida que amenaza con desencadenar una guerra comercial. “Hay que actuar con la cabeza fría y esperar a los actos, no dejarse guiar por las palabras ni entrar en el ruido”, resume una fuente diplomática.
La Comisión Europea, que lleva meses analizando los peores escenarios ante el retorno de Trump y las medidas para contrarrestarlos, está preparada para afilar sus armas comerciales y dar una respuesta “firme” si el republicano —que durante su primer mandato ya impuso aranceles al acero y el aluminio europeos — inicia una escalada, advierten fuentes comunitarias. Bruselas espera, no obstante, que, pese al rosario de amenazas de Trump, esa guerra comercial, que también aumentaría la inflación en Estados Unidos, no llegue a materializarse y se puedan alcanzar acuerdos antes.
“Es importante no dejarse llevar. Hay que mantener la unidad, entrar en las provocaciones puede ser perjudicial”, señalan fuentes comunitarias. En Bruselas, recuerdan que la relación transatlántica es clave tanto para la UE como para EE UU, y esperan que Trump así lo considere. Las capitales y las principales empresas europeas han adoptado el mismo enfoque.
Sin embargo, la cúpula del Ejecutivo comunitario, encabezada por la presidenta, Ursula von der Leyen, no ha logrado cerrar aún una reunión con el círculo cercano de Trump ni un viaje a Washington para tratar el tema, según fuentes europeas. Y eso es algo que preocupa en algunos sectores de la Comisión. La conservadora Von der Leyen y su equipo han sido muy cercanos a la Administración del demócrata Joe Biden.
Mientras, observadores y analistas ven cómo otros actores se están moviendo para ocupar el papel de susurradores de Trump. Como la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, muy cercana al oligarca tecnológico Elon Musk, ahora parte de la Administración de Trump, o el primer ministro húngaro, el nacionalpopulista (y trumpista histórico) Viktor Orbán. El presidente francés, Emmanuel Macron, también se ha movido para buscar las simpatías del nuevo poder en Washington, con hechos como la invitación al presidente estadounidense a participar en la inauguración de la catedral Notre Dame tras el incendio. Esos movimientos preocupan en Bruselas. “Hay que evitar caer en la tentación de la Administración Trump de hacer que los temas se traten de forma bilateral. Tenemos que poder actuar de manera ágil, conjunta y equilibrada”, dice una diplomática europea.
La Comisión Europea no ha desvelado cuáles son sus herramientas para responder a las medidas de Trump contra los productos europeos y a sus amenazas para que las empresas tecnológicas que ahora rodean y cortejan al magnate —desde X a Meta o Google—, y que tienen contenciosos abiertos en Europa por supuestas vulneraciones de la privacidad, la moderación de contenidos o la protección infantil, eludan las multas y la regulación comunitaria, como insinuó el jueves Trump en su intervención por videoconferencia en el Foro de Davos, en la que volvió a dejar claro que todo son negocios. También hay temor en la UE a que Washington legisle para proteger a sus empresas, lo que pondría al club comunitario ante un dilema.
Herramientas y represalias
Un equipo de la Comisión Europea prepara desde el año pasado los planes de contingencia de la UE. Y se reaccionará cuando Trump imponga medidas y en función de su impacto en los mercados, señala una fuente conocedora de los trabajos de ese grupo de trabajo en la sombra.
Von der Leyen ya apuntó a finales del año pasado algunas de las herramientas, fundamentalmente preventivas: aumentar los acuerdos energéticos de la UE con Estados Unidos e incrementar, por ejemplo, las compras de gas natural licuado. Ese es también uno de los reclamos tradicionales de Trump, y fue una receta que ya aplicó el anterior presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante el primer mandato del republicano.
En Bruselas insisten en que hay opciones. En el tiempo de Trump 1.0, la UE incrementó los aranceles a productos de Estados Unidos en áreas en las que el presidente había logrado grandes apoyos, como las motos Harley-Davidson, de Wisconsin, el zumo de naranja o el bourbon. Así, esas represalias, esas medidas espejo, no se descartan: forman parte de esa “firmeza” prometida si se da el caso. Pero la Comisión y los Estados miembros esperan que no se llegue a ese punto.
Mientras tanto, la consigna es no dejarse llevar por la corriente, por la fanfarronería y la provocación y centrarse en qué puede hacer la UE. No solo para presentarse ante Trump como un aliado fiable y deseable, sino también para ganar tracción y diversificar sus aliados, explica una alta fuente de Bruselas. Von der Leyen ya apuntó esa senda en su discurso en el Foro de Davos el lunes. Y ha sido la línea de actuación de la UE en los últimos meses, cuando ha cerrado el acuerdo con Mercosur (tras más de dos décadas), renovado el de México y firmado nuevos pactos, por ejemplo, con Malasia.
Otra variable será la política de defensa, un sector en el que la UE también puede aumentar los acuerdos de compras con Estados Unidos. Aunque puede chocar con la vía para una autonomía estratégica y no depender tanto del aliado americano que el club comunitario lleva tratando de abordar desde hace tiempo. Trump ha vuelto a insistir en que los aliados de la OTAN (y 23 de los 27 Estados miembros forman parte también de esta organización militar) deben aumentar su gasto militar hasta el 5% de su PIB. El compromiso actual está en el 2% (y países como España, que dedica un 1,28%, ni siquiera lo cumplen).
En la Alianza Atlántica, también reciben con gran cautela la nueva andanada de Trump. Se está a la espera de ver qué se concreta de todas las declaraciones del republicano, que tiene una táctica negociadora de reclamar siempre posiciones maximalistas: ni siquiera Estados Unidos llega a ese 5% de inversión en defensa (está en un 3,38%) y no es tan fácil que lo consiga, remarcan fuentes aliadas. Mientras, los miembros de la OTAN mantienen la premisa de esperar y ver. Un buen termómetro de las prioridades y objetivos de EE UU dentro de la Alianza, dicen, será la reunión de ministros de Defensa del próximo 13 de febrero, en la que se espera que participe el nuevo secretario de Defensa estadounidense, si recibe la confirmación del Senado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.