Rodolfo Hernández: ‘‘La democracia en Colombia son puras mentiras”
El exalcalde de Bucaramanga alcanza un sorprendente tercer puesto en intención de voto para las presidenciales de mayo con una exitosa campaña en redes sociales
El discurso de Rodolfo Hernández (76 años, Piedecuesta), candidato a las elecciones presidenciales del 29 de mayo en Colombia, suena al de un mesías con una misión: “rescatar a su país” de la corrupción de la clase política, lo que llama “ladronera de los politiqueros”. Este ingeniero civil, exalcalde de la ciudad de Bucaramanga (2016-2019), reconoce en la entrevista que concedió el 17 de marzo a EL PAÍS en Madrid, que la ola que le ha alzado al tercer puesto en las encuestas de intención de voto es la del hastío. El mensaje de este candidato sin partido y sin ideología clara ha llegado a muchos colombianos con una potente estrategia en redes sociales. Solo en la aplicación de vídeos Tik Tok, Hernández tiene más de 275.000 seguidores. En esas imágenes aparece desmintiendo que su cabello sea un peluquín, montado en un cohete o haciendo pesas. Sus detractores le tildan de populista, payaso y demagogo, pero a este aspirante a presidir Colombia ni siquiera parece haberle restado popularidad el haberle propinado una bofetada al concejal de la oposición de Bucaramanga John Claro, en 2018, ni estar imputado él mismo en un caso aún abierto por corrupción.
Pregunta. ¿Cómo explica su ascenso en las encuestas?
Respuesta. En todo el mundo hay dos maneras de ganar en política. Una es comprar el cargo y hacerlo a través de fuentes de financiamiento corruptas en contra de los intereses de la ciudadanía. La otra es generar una emoción, una esperanza, un sueño. Lo que se llama, según Immanuel Kant, activar el imperativo categórico. ¿Y qué es eso? Es generar una emoción al elector, que crea que ese candidato es capaz de transformar con sus propuestas en beneficio de toda la ciudadanía.
P. ¿Usted cree ser ese candidato?
R. No es que yo lo crea, sino que la gente lo está creyendo. Esta manera de hacer política la gente la está asimilando. En 2016, aplicamos esa filosofía y le ganamos a la maquinaria más tremenda y corrompida de Colombia [en Bucaramanga, donde el Partido Liberal llevaba 30 años gobernando]. Con un ingrediente: yo nunca salía a la calle, los políticos utilizan la calle como un instrumento de poder. Lo hicimos todo desde un apartamento a través de las redes sociales, sin mítines, sin vallas [publicitarias], sin televisión, sin radio. Los políticos en Colombia compran votos a través de entregar prebendas y plata. Yo lo hice sin plata, sin teja, sin ladrillos, sin cemento, sin tamales, sin lechones, sin paella, sin cerveza, sin nada. En Colombia y en Latinoamérica las elecciones son pura plata. Plata robada al pueblo. La plata que financia las campañas de los políticos es del pueblo, con raras excepciones.
P. Habla de “rescatar a Colombia”, ¿cómo?
R. Lo primero es detener el robo descarado de la mayor parte de los políticos del presupuesto público. Es lo que llamo recoger la chequera. Una vez se recoja la chequera y empiece a haber generación de caja, lo primero que hay que hacer es producir los alimentos que consumimos. Pero para ello hay que sustituir importaciones y apoyar a esos sectores de la producción, por ejemplo, con subsidios no reembolsables a los agricultores.
P. Otra de sus propuestas es despedir a la mayor parte de los funcionarios.
R. Si usted gasta el presupuesto en burocracia, no es capaz de subsidiar la producción. Esa burocracia son fichas de los politiqueros. Eso es lo que los políticos en Colombia llaman acuerdo de gobernabilidad o acuerdo programático, lo que suena muy lindo. Le llaman acuerdo programático a reunirse y decir “esto me lo robo yo y esto se lo roba usted” y “¿cuántos puestos cojo yo y cuántos coge usted? Eso es lo que hacen con el patrimonio público. Al Estado ya no le cabe un funcionario mediocre más. Y el 70% son parientes de primer, segundo, tercer y cuarto grado de consanguinidad o afinidad con los politiqueros. El otro 30% son politiqueros quemados que no salieron elegidos. El acuerdo programático es ayúdeme a mí, que si usted no sale, yo lo pongo y le doy la chequera para que robe.
P. Se le define a menudo como un populista.
R. Yo lo que soy es popular. Si defender a los pobres es populista, sí soy populista; si decir la verdad en la cara a los políticos es populista, sí lo soy. Si no tenerle miedo a las amenazas que me hacen, es populista, sí soy populista. A mí me mandan coronas de muerto a casa.
P. ¿Cuál es su ideología? Dice no ser “ni de izquierdas ni de derechas”.
R. ¿El hambre es de derechas o de izquierdas? ¿La falta de educación es de izquierdas o de derechas? Todo eso son mentiras, hablamos de necesidades que hay que resolver, pero nunca se resuelven porque los políticos roban el presupuesto, que solo alcanza para pagar nóminas [del Estado] y robos.
P. ¿No hay políticos honrados en Colombia?
R. Sí, un 15% o un 20%.
P. ¿Y los otros candidatos presidenciales como Gustavo Petro (izquierda) o Federico Fico Gutiérrez (derecha)?
R. Todos iguales. Todos parte de la politiquería que tiene a Colombia en la ruina. Dígame, ¿qué mejoría ha tenido Colombia en los últimos 30 años en empleo, en igualdad, en ingresos, en sanidad, en educación? Todos los indicadores vienen bajando y ya llegamos casi al piso. Nos queda este próximo cuatrienio para estabilizarnos y empezar a poner los cimientos. Así es la democracia verdadera. Porque en Colombia no hay democracia. Puras mentiras. ¿Cómo puede haber democracia en un país donde de 100 imputados solamente hay tres condenados con sentencia firme? En Colombia, no hay políticos en la cárcel. Si los condenan, los llevan a clubes, los mandan para la casa o si tienen delitos muy graves, los ponen en celdas especiales que no es cárcel. Solo los pobres van a la cárcel. Yo quiero cambiar el Código Penal y el Código de Procedimento Penal, 15 renglones no más, para que quien haya tomado desde una aguja hasta 500 millones de dólares [unos 454 millones de euros] del presupuesto público tenga 40 años de cárcel efectiva. Y en el patio, donde la pasan los pobres que se robaron una gallina o un celular.
P. ¿Cómo evalúa el excelente resultado de Petro en las primarias de la alianza Pacto Histórico? ¿Colombia vira a la izquierda?
R. Esas elecciones han sido una de las expresiones democráticas de la ciudadanía que sufre los rigores del régimen. El presidente de la república [Iván Duque] ha sido el jefe de campaña de Petro. En Colombia, cada día que pasa los pobres son más pobres: hay 22 millones de colombianos aguantando hambre, 17 millones viven con dos dólares al día y cinco millones con uno. Esos son los electores de Petro, que no tuvieron ningún apoyo en el Gobierno del doctor Iván Duque. Lo que no sucedió en 200 años de república [que gobernara la izquierda], lo va a conseguir cuatro años de régimen.
P. Si no pasa a segunda vuelta, ¿para qué candidato pedirá el voto?
R. No pienso en eso. Voy a ganar las presidenciales en la primera vuelta.
P. Sigue acusado de corrupción en el caso Vitalogic, una licitación de gestión de la basura en Bucaramanga, cuando era alcalde, de la que sostienen se benefició también su hijo.
R. A mí me han metido 200 acusaciones de corrupción. Es paja. Me acusan de haberme robado el equivalente en pesos de 60 millones de euros y resulta que el presupuesto de esa entidad difícilmente alcanza al año 7 millones de euros. Eso me lo inventaron los politiqueros y algunos periodistas se prestaron. La Fiscalía ha aplazado las audiencias por falta de pruebas. Yo le he puesto la cara a la justicia. No cambio de abogado ni me enfermo el día de la audiencia ni se enferma mi abogado.
P. También dijo admirar a Hitler a pesar de reconocer que era “un asesino”, ¿cómo lo justifica?
R. Me confundí. Quería decir Einstein, no Hitler.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.