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El presidente de Gambia que destronó al dictador se aferra al poder

Veinticinco heridos y 137 detenidos tras una protesta que recordaba a Adama Barrow su promesa de marcharse en tres años

José Naranjo
Manifestación de familiares de víctimas del dictador Yahya Jammeh, el sábado en Banjul.
Manifestación de familiares de víctimas del dictador Yahya Jammeh, el sábado en Banjul.ROMAIN CHANSON (AFP)

Veinticinco personas resultaron heridas y 137 fueron detenidas tras una manifestación organizada este domingo en Banjul, la capital gambiana, por el movimiento Three Years Jotna (Tres años son suficientes) que pide que el presidente Adama Barrow cumpla con la promesa de permanecer solo tres años en el poder que realizó en enero de 2017, cuando asumió el cargo tras la salida del país del dictador Yahya Jammeh. El Gobierno decidió prohibir la actividad de este colectivo, al que declara “subversivo, violento e ilegal”, y cerró dos emisoras de radio por emitir “mensajes incendiarios”, según el portavoz del Ejecutivo, Ebrimah Sankaré.

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La manifestación partió de Sting Corner y tenía previsto acabar en el Estadio de la Independencia, en Bakau. Los incidentes comenzaron a raíz de un supuesto malentendido respecto a la ruta que debía seguir la marcha. La Policía decidió actuar y lanzó gases lacrimógenos, a lo que algunos manifestantes respondieron con piedras y quemando neumáticos. Todo acabó con una fuerte carga policial. Entre los heridos hay 18 policías y siete manifestantes, según el Gobierno. Uno de los detenidos es Abdou Njie, líder de 3 Years Jotna, que había acudido al hospital para ver a los afectados.

Según el comunicado del Ejecutivo, el movimiento ciudadano que organizó la protesta “está decidido a desbancar de manera ilegal al constitucionalmente elegido gobierno del presidente Adama Barrow” y advierte a los ciudadanos de que “cualquier persona, emisora, empresa o grupo que tenga relaciones con Three Years Jotna se enfrentará a graves consecuencias”. Las dos radios suspendidas son Home Digital FM y King FM. El Gobierno acusa a estas emisoras de permitir "que sus medios se usen como plataformas para incitar a la violencia y el miedo, instando a los ciudadanos a unirse a las manifestaciones de Jotna”. Los responsables de ambas radios, Pa Modou Bojang y Gibbi Jallow, también fueron detenidos.

La negativa del presidente a cumplir su promesa y dejar el poder está caldeando los ánimos en Gambia. Tras 22 años de dictadura de Yahya Jammeh (1994-2016), el país entró en una nueva fase en enero de 2017. Las elecciones presidenciales celebradas un mes antes dieron la victoria al candidato Adama Barrow al frente de una coalición de partidos de oposición, pero el entonces presidente Jammeh no reconoció los resultados. Tuvo que ser la amenaza de una intervención militar por parte de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) la que finalmente forzó al dictador a ceder el sillón presidencial a su rival y marchar a un exilio dorado en Guinea Ecuatorial, donde reside en la actualidad.

El fin del régimen de Jammeh, que se caracterizó por la falta de libertades, abusos sexuales y contra las mujeres, cientos de desaparecidos y una brutal represión contra opositores y ciudadanos críticos, abría así la puerta a la esperanza. Sin embargo, tres años después, Gambia vuelve a estar inmerso en la inestabilidad. No sólo Adama Barrow no ha cumplido su promesa de dar un paso a un lado, sino que la coalición que le llevó al poder ha saltado por los aires. Frente a un creciente rechazo popular, el presidente, cada vez más aislado, ha creado su propio partido político con la manifiesta intención de concurrir a unos comicios aún no convocados y, lo que es peor, la sombra del exdictador sobrevuela el país.

La difusión de una conversación telefónica en la que Yahya Jammeh manifestaba su intención de regresar al país y la celebración de una concurrida manifestación el pasado 16 de enero en la que miles de personas pedían su vuelta ha despertado fantasmas que parecían del pasado. Doudou Jah, portavoz del partido la Alianza para la Reorientación Patriótica y la Construcción (APRC), el partido de Jammeh, ha asegurado a este diario que “la mayoría de los gambianos no están felices, la situación se ha deteriorado en los últimos tres años, hay más robos e inseguridad. Él es un ciudadano de este país y tiene privilegios como ex jefe de Estado. Nada debería impedirle volver cuando lo desee”.

Los seguidores del dictador se aferran al acuerdo firmado entre Jammeh y los negociadores de la CEDEAO el día de su partida, en el que se recogía que tenía derecho a regresar a Gambia y a obtener los privilegios de su cargo. “Si los organismos internacionales no cumplen su palabra será un mal precedente para futuras negociaciones, se verá mermada su credibilidad”, asegura Jah. El Gobierno actual no reconoce este acuerdo.

Tras la manifestación a favor de Jammeh, el ministro de Justicia, Aboubacarr Tambadou, aprovechó su discurso de apertura del año judicial para enviar un claro mensaje: Jammeh podía regresar a Gambia, pero si eso ocurre, será detenido y tendrá que hacer frente a un proceso judicial por los numerosos crímenes cometidos durante su régimen. El Centro de Víctimas por las Violaciones de Derechos Humanos de Gambia fue incluso un paso más allá en una pacífica protesta que tuvo lugar este sábado, pidiendo la suspensión temporal de la APRC. “Incluso la libertad de expresión y el derecho de manifestación tienen sus límites en la Constitución”, aseguró en rueda de prensa Sheriff Kijera, responsable del colectivo de víctimas.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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