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“Hemos tomado el desvío hacia un páramo neoliberal”

Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken es una de las dos parejas que compiten por la presidencia de la socialdemocracia alemana

Ana Carbajosa
Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, durante la entrevista en una sala del Bundestag el pasado jueves.
Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, durante la entrevista en una sala del Bundestag el pasado jueves.Patricia Sevilla Ciordia

Él es un ex ministro regional considerado el Robin Hood de los contribuyentes, ella es una diputada del ala izquierda del partido. Norbert Walter-Borjans (Krefeld, 67 años) y Saskia Esken (Stuttgart 58 años) aspiran a presidir conjuntamente el partido más antiguo de Alemania, la socialdemocracia. El SPD, socio minoritario en el Gobierno de Berlín, atraviesa horas muy bajas y desde el pasado junio, busca un líder capaz de reflotar un partido en busca de una nueva identidad.

El tándem ha pasado a la segunda y decisiva vuelta en la que se enfrenta a la opción más continuista encabezada por el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz. La de Walter-Borjans y Esken es la propuesta rupturista y más a la izquierda dentro de un partido dividido y que se debate sobre si abandonar o no el Ejecutivo de Angela Merkel. En una entrevista en el Bundestag alemán con este diario, The Guardian y La Repubblica sostienen que será el congreso del partido en diciembre quien decida si seguirán en la gran coalición. Lo supeditan a una inversión masiva que destierre el dogma de la austeridad.

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Pregunta. ¿Por qué creen que pueden derrotar a Olaf Scholz, un ministro popular con mucha experiencia de Gobierno?

Respuesta. Esken (E). El SPD puede apelar a un electorado potencial con una firme orientación socialdemócrata. Lo vemos también en otros países, que con una orientación de izquierdas, la socialdemocracia tiene buenas posibilidades de conquistar el corazón de la gente. El nacionalismo como en EE UU o los gobernantes autócratas, aumentan el anhelo de una sociedad cohesionada.

Walter-Borjans (WB). Las bases tienen un interés en no seguir como hasta ahora y creo que se ha visto ya en la primera vuelta: el miembro del Gobierno solo ganó por un resultado ajustado.

P. ¿Romperá el SPD del gran colación si ganan?

WB. No se trata de decir sí o no, sino de ver de qué políticas hablamos. Los militantes prefieren que decidamos sobre los contenidos, que discutiremos en el congreso del partido [6-8 de diciembre]. Solo entonces estará claro si esta coalición tiene futuro. Todos estamos de acuerdo en que la Groko [gran coalición] ha estado en pie durante mucho tiempo; que no es útil una democracia en la que los extremos se fortalecen.

P. Al margen de los militantes, ustedes tendrán una opinión acerca de la Groko.

WB. Tenemos una evaluación de medio mandato que muestra que se han hecho muchas cosas, pero también muestra que cuando se trata de repartir las cargas sociales, a los estratos más altos de la sociedad les resulta mucho más barato de lo que desearíamos. Cuando la economía se enfríe, tendremos que invertir masivamente. Las infraestructuras no están en buen estado, la digitalización y las escuelas tampoco. Hay que cuestionar el schwarze Null [déficit presupuestario cero al que se ha comprometido el Gobierno] y si eso no es posible con este socio de Gobierno, entonces, no es una buena señal.

P. Crecen las voces que piden relajar la disciplina fiscal. Sholz defiende el rigor fiscal. ¿Ustedes?

WB. Tanto los empleadores como los trabajadores piden más inversión. Dejar de invertir y entregar infraestructuras ruinosas a las generaciones futuras es también una forma de deuda. Hay que actuar. El freno de la deuda [anclado en la Constitución alemana] permite una inversión del 0,35% del PIB. Es un margen demasiado estrecho, que hasta ahora ha aguantado porque la economía iba bien.

P. ¿Puede el SPD acabar siendo irrelevante como otras socialdemocracias europeas?

ES. El riesgo existe, también para otros partidos socialdemócratas, sobre todo aquellos que siguen el modelo neoliberal. Necesitamos un giro. Los mayores dicen que tienen un recuerdo de aquella socialdemocracia y los jóvenes solo nos conocen como socios minoritarios de la CDU.

WB. Muchas encuestas indican que los valores asociados con la socialdemocracia —justicia, tolerancia, corresponsabilidad— son muy valorados, pero parece que no confían en que el SPD pueda implementar esos valores. Yo digo que hemos tomado el desvío hacia un páramo neoliberal, con asesores que han inculcado también a los socialdemócratas que todo funciona mejor cuando privatizas, cuando bajas los impuestos a las rentas más altas, cuando subes el IVA y tomas rígidas medidas laborales que afectan a los que menos tienen y cuando miras hacia otro lado ante los coladeros de las grandes empresas. Hay que enfrentarse a los errores cometidos en el pasado.

P. En Europa, el SPD no se desmarcó de la austeridad.

WB. El SPD se ha dejado llevar por ese proceso de toma de decisiones, según el cual es bueno decir que Alemania es el que paga siempre, para ser popular en la política nacional. Hay que tener en cuenta que la debilidad económica de los socios europeos debilita el euro y por lo tanto fortalece las economías exportadoras. ¿Cuál?, la alemana. Tenemos la responsabilidad de mantener Europa unida y de la fortaleza financiera. Pero también se trata de no hacer ver que somos los únicos que pagamos. Creo que el SPD ha facilitado mucho que el señor Schäuble tuviera una posición muy dura.

P. ¿Qué significa en concreto? Europa era el primer y principal capítulo del contrato de coalición y hasta ahora no ha habido grandes progresos.

ES. La parte europea de ese documento era lo suficientemente vaga como para no ser implementada, pero lo cierto es que la mano tendida de Macron se ha quedado suspendida en el aire. Hay que ir mucho más allá de la unión económica, necesitamos una unión social, fiscal y financiera. En Defensa y en política exterior, Europa debe hablar con una sola voz y ahora no lo está haciendo.

P. ¿Cómo puede un partido socialdemócrata hacer frente a la extrema derecha?

WB. Alternativa para Alemania (AfD) trata de darse un barniz social y lo hace de una manera muy perversa, dando a la gente más desfavorecida la impresión de que puede rescatar su dignidad sustrayéndosela a otros necesitados como los extranjeros por ejemplo. Por un lado, hay que responder a las necesidades de estas personas, algo que en parte hemos descuidado. Pero hay que ser claro: quienes se suben a un barco con agitadores y extremistas son contrarios a los partidos mayoritarios y democráticos.

P. Un informe reciente del Congreso Mundial Judío decía que el 25% de los alemanes albergan actitudes antisemitas.

SE. En los últimos años, vemos que la gente busca soluciones fáciles en parte como respuesta a la globalización y los procedimientos impenetrables del mercado financiero. Nuestras fuerzas de seguridad y nuestros servicios secretos internos han estado ciegos ante la ultraderecha durante muchos años. Cuando la desigualdad crece, la gente busca culpables y si hay un partido que se los ofrece.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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