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La socialdemocracia alemana busca un nuevo impulso en la izquierda para frenar su caída

El SPD pacta un documento político en el que prima los derechos sociales y de los trabajadores

Ana Carbajosa
La presidenta del SPD, Andrea Nahles, comparece para presentar los resultados de la reunión de su partido el lunes en Berlín.
La presidenta del SPD, Andrea Nahles, comparece para presentar los resultados de la reunión de su partido el lunes en Berlín.ODD ANDERSEN (AFP)

La socialdemocracia alemana ha pasado a la ofensiva. Tras meses de caída libre en las encuestas, el SPD pone sobre la mesa un documento político con el que da un decidido giro a la izquierda y con el que aspira a frenar la hemorragia de votos y recuperarse del peor resultado de su historia moderna (un 20,5% en las generales de 2017). El texto es el resultado de dos días de cónclave en Berlín y contiene propuestas de ayudas sociales con las que los socialdemócratas quieren volver a las esencias y que serán de difícil digestión para los conservadores con los que gobierna en una gran coalición.

Pero que las medidas propuestas por los socialdemócratas acaben reducidas a un mensaje político es a estas alturas casi lo de menos. Porque de lo que se trataba en el cónclave del SPD era de forjar y exhibir la unidad en un partido dividido y sumido en una profunda crisis de identidad. De marcar un nuevo comienzo y, sobre todo, de acudir con energía renovada a las elecciones europeas de mayo y a una serie de comicios regionales, que este año marcarán el tono político en Alemania.

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Bajo el título Un nuevo Estado social para una nueva era, el SPD se propone en 15 folios pasar página de las polémicas reformas del mercado de trabajo —la llamada Agenda 2010— que puso en marcha el excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder hace tres lustros y que marcaron el inicio del declive de la formación. Ahora, el SPD regresa a las esencias del partido y da la espalda a las reformas que abrieron un cisma y que han atormentado a la formación desde entonces. “Podemos decir que no se trata solo de un cambio de nombre; dejamos atrás Hartz IV”, ha dicho la presidenta del partido, Andrea Nahles, en alusión al programa de reformas de Schröder que reestructuró y redujo las prestaciones de empleo desde 2005.

Con esta decisión, el SPD contenta sobre todo al ala más izquierdista del partido, que critica también la cohabitación con los conservadores de Angela Merkel en el Ejecutivo de coalición. Son muchas las voces en el partido que piden al SPD que defina su perfil y marque las diferencias con el centroderecha con el que gobierna. Muchos electores, sostienen los críticos, son incapaces de diferenciar a estas alturas a un partido de otro de la gran coalición.

“Trabajo, solidaridad y humanidad”

“Trabajo, solidaridad y humanidad” son los tres pilares sobre los que se asienta el primer capítulo del documento, dedicado a las relaciones laborales. El SPD propone en el nuevo documento entre otras medidas, un incremento de las pensiones más bajas, que incluya un reconocimiento de la vida laboral, una subida del salario mínimo de 9 a 12 euros o una extensión del seguro de desempleo en ciertos supuestos. La pobreza infantil y la igualdad de oportunidades figuran también como ejes de la nueva política del SPD.

Más allá de las medidas concretas, Nahles ha explicado este lunes a los periodistas que el SPD aspira a impulsar un “cambio cultural” en el que, según consta en el documento, “los beneficios del Estado de bienestar sean derechos sociales que pertenecen a los ciudadanos, quienes poseen esos derechos" y "no son suplicantes”. Los socialdemócratas parten de la premisa de que el desempleo rara vez es algo que se elige y que, por lo tanto, hay que reformar el Estado social pensando “en los que lo necesitan, no en los que abusan de él”.

Explican además en el documento que la manera en la que trabajamos ha cambiado y que, por ejemplo, la digitalización impone nuevos retos para la protección del trabajador. El teletrabajo desde casa, la flexibilidad horaria a través de la creación de cuentas horarias para cada trabajador o los límites a la disponibilidad del trabajador en la era digital son otros de los asuntos de los que se ocupa el nuevo posicionamiento del SPD.

Nahles sostuvo el lunes que algunas de estas medidas podrían ponerse en marcha de lograrse el acuerdo con el centroderecha, la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Alguna formaría incluso parte del pacto de gobierno suscrito entre ambos partidos, según interpreta Nahles. Hay sin embargo un reducido margen de maniobra. Reabrir el contrato de coalición fruto de una compleja y dilatada formación de Gobierno el año pasado, resulta a estas alturas poco probable.

Pero sobre todo, porque la divergencia entre los nuevos postulados del SPD y los de sus socios de coalición —también en fase introspectiva, pero esta vez, con el intermitente puesto más bien a su derecha— es manifiesta. Durante el fin de semana, la CDU ya emitió algunas señales y no fueron precisamente receptivas. “El SPD planea enterrar la economía social de mercado”, dijo Volker Bouffier, primer ministro de Hesse en una entrevista al grupo Funke. “Con su deseo de recuperar votantes ha optado por un camino totalmente a la izquierda”. “¿Se prepara el SPD para el divorcio de la Groko [la gran coalición]?”, “Operación salida [del Gobierno]”, han titulado en las últimas horas algunos medios alemanes. Diferencias aparte, los socios de Gobierno están condenados a entenderse, teniendo en cuenta el escasísimo apetito de una ruptura del pacto de gobierno y de nuevas elecciones con las encuestas en la mano.

Al margen de que sean más o menos factibles las nuevas propuestas, lo cierto es el SPD ha decidido dar un paso al frente ante la necesidad acuciante de cambiar el paso. Hace semanas que Los Verdes desbancaron a la socialdemocracia como segundo partido en intención de voto y de celebrarse hoy las elecciones, apenas un 14,5% de los electores los votarían, según los últimos sondeos. Ante la emergencia, el SPD ha decidido pasar a la acción, aunque sea por la vía retórica.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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