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La candidata a la Comisión lanza la ofensiva final para atraer a liberales y socialistas

Ursula von der Leyen necesita el apoyo por mayoría absoluta del Parlamento Europeo

Ursula von der Leyen, el pasado miércoles en Bruselas.
Ursula von der Leyen, el pasado miércoles en Bruselas.Francisco Seco (AP)

La conservadora alemana Ursula von der Leyen inicia este lunes la ofensiva final para intentar convertirse en la primera mujer que logra la presidencia de la Comisión Europea. La candidata elegida por los presidentes de Gobierno de la UE necesita la aprobación por mayoría absoluta del Parlamento Europeo (al menos, 374 votos), una votación prevista para este martes a las seis de la tarde y para la que solo cuenta, de momento, con el apoyo de su propia formación, el Partido Popular Europeo (182 escaños). En una carrera contra el reloj, Von der Leyen, de 60 años, concretará antes del decisivo voto las grandes líneas de su mandato y debe responder a las exigencias planteadas por escrito por liberales y socialistas para ofrecerle su respaldo.

Las ofertas esperadas, según fuentes comunitarias, apuntan a un programa de renovación democrática de la UE, que pasaría por vincular más estrechamente la presidencia de la Comisión al resultado de las elecciones europeas, y a una mayor integración económica que podría desembocar en una especie de seguro europeo de desempleo.

La primera oferta, que cristalizaría en la convocatoria de una Conferencia sobre el Futuro de Europa, podría colmar las demandas de los liberales de Renovar Europa (108 escaños), cuyo nivel de exigencia es mucho más limitado dado que el acuerdo de reparto de cargos llega impulsado por su principal líder nacional, el presidente francés Emmanuel Macron, y les ha permitido hacerse con la presidencia del Consejo Europeo (para el belga Charles Michel).

El capítulo económico puede satisfacer en parte al grupo socialista (S&D), pero no bastará para atraer sus 153 votos. La presidenta del grupo, la eurodiputada española Iratxe García, remitió la semana pasada un largo listado de demandas, desde un plan de inversión para movilizar un billón de euros hasta 2024 a una directiva para fijar los derechos laborales de los trabajadores de las plataformas digitales u otra para hacer vinculante el objetivo de reducir a cero las emisiones de CO2 en 2050.

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El PPE también espera jugar la carta del cataclismo institucional, un desenlace que, según los conservadores, se produciría si fracasa la investidura de Von der Leyen y la UE llega al otoño sin nueva presidencia de la Comisión. El fiasco coincidiría con un momento tan delicado como el plazo para consumar la salida del Reino Unido con o sin acuerdo con Londres (prevista el 31 de octubre) o la necesidad de aplazar por tercera vez el Brexit. El retraso en la renovación de la cúpula también podría afectar a la negociación del próximo marco presupuestario de la UE (2021-2027), cuyas grandes líneas se quieren pactar este año y rematar el que viene.

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Un fracaso de Von der Leyen también pondría en cuestión el resto del reparto de cargos pactado en la cumbre europea del 3 de julio. Sin duda, pondría en peligro el cargo de alto representante de Política Exterior de la UE, asignado al socialista español Josep Borrell. Y podría arrastrar también el nombramiento, aún no confirmado, de Christine Lagarde como presidenta del Banco Central Europeo.

Pero por mucho que los populares asusten al resto de grupos o por mucho que la candidata se aproxime a las peticiones socialistas, buena parte del grupo tiene decidido votar en contra, con la delegación alemana (SPD) espoleando el rechazo. Von der Leyen necesitaría el apoyo de algo más de la mitad del grupo para sumar una mayoría basada solamente en grupos europeístas. Un objetivo que a escasas horas del voto parece difícil y que podría abocar a la candidata a necesitar el apoyo de grupos euroescépticos o a aplazar la votación para reclutar más votos, como le recomiendan incluso alguno de sus correligionarios.

Pero la candidata, al menos de momento, parece decidida a completar el proceso de investidura esta misma semana y jugársela en una intervención ante el pleno en Estrasburgo que arrancará a las nueve de la mañana del martes. El voto tras el discurso, si llega a producirse, es definitivo. Si logra la mayoría absoluta, Von der Leyen sustituirá a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión. Si fracasa, el Consejo Europeo dispondrá de un mes para proponer otra candidatura.

La preparación del discurso del martes es una carrera contra el reloj que se inició el 3 de julio, cuando el Consejo Europeo eligió a la todavía ministra alemana de Defensa como candidata a presidir la Comisión. Von der Leyen, que lleva 18 años en política tras una carrera profesional como doctora, ha dispuesto de apenas dos semanas para formar un pequeño equipo, tejer una estrategia de investidura y familiarizarse con el enrevesado hemiciclo de un Parlamento Europeo más fragmentado que nunca y con más euroescépticos que en ninguna otra legislatura.

La aspirante se reunió la semana pasada con los principales grupos parlamentarios (populares, socialistas, liberales, verdes e izquierdistas) durante una secuencia maratoniana de nueve horas de audiencias, cinco de ellas retransmitidas. No hubo, ni habrá antes del martes, reuniones con los ultraderechistas de Salvini y Le Pen (ID), aunque sí la hubo con los conservadores euroescépticos de ECR.

Pero el esfuerzo apenas movió posiciones. Y a poco más de 24 horas del voto de investidura, Ursula von der Leyen solo cuenta con el respaldo garantizado del PPE. Aunque confía en sumar a lo largo del lunes y en las primeras horas del martes a los eurodiputados liberales del grupo Renovar Europea (RE) y a una parte de los socialdemócratas de S&D.

Pero el margen de maniobra es tan estrecho y el recelo del Parlamento tan amplio que Von der Leyen podría necesitar el apoyo de parte de ECR (donde militan los eurodiputados polacos de Kaczynski y los españoles de Vox) e, incluso, de ID.

El carácter secreto de la votación permitiría a la candidata designada el pasado 3 de julio por el Consejo Europeo no darse por enterada de los apoyos más incómodos, si llegan a producirse. Pero su investidura quedaría inevitablemente tiznada de euroescepticismo y su mandato arrancaría con un peligroso déficit de credibilidad.

Von der Leyen intentará en las próximas horas reducir al máximo el riesgo de salpicaduras ultraderechistas y xenófobas. Este lunes, tiene previsto reunirse con su propio grupo, el PPE, para cerrar filas y concretar el margen de concesiones que se pueden hacer a liberales y socialistas para intentar conformar una mayoría europeísta y centrista. El cuarto grupo al que se quería alistar, Los Verdes, se da por perdido tras una campaña de seducción por parte de la candidata y de los populares que ha fracasado estrepitosamente.

En la tarde del lunes, los socialistas también celebrarán su propia reunión. La presidenta, Iratxe García, intentará consensuar una posición común sobre el nombramiento de Von der Leyen. Todas las fuentes consultadas dan por descontado que los socialistas votarán divididos, con la delegación alemana encabezando a los partidarios de rechazar a la candidata. El efecto arrastre de los alemanes será clave para la votación y la aprobación de Von der Leyen depende, en gran medida, de la posición de un grupo que acarició la presidencia con la candidatura del holandés Frans Timmermans y debe ahora resignarse a una presidencia del PPE por cuarta vez consecutiva desde 1999.

Un triunvirato desequilibrado

La conservadora Ursula von der Leyen, candidata que representa al partido que ganó las elecciones europeas (el PPE), ha ofrecido al socialista Frans Timmermans la vicepresidencia primera de la Comisión Europea como compensación a un grupo que quedó en segundo lugar en los comicios de mayo. La oferta se completaba con una vicepresidencia para Margrethe Vestager, del grupo liberal Renovar Europa, el tercero de la Cámara. Pero los liberales no se conforman con ese escalón, que coloca a su comisario en un tercer puesto por debajo de Von der Leyen y de Timmermans. El presidente de RE, Dacian Ciolos, exigió la semana pasada por escrito a la candidata a presidente de la Comisión que garantice que “no hay ninguna diferenciación entre el estatus de Timmermans y el de Vestager”. El objetivo es formar una suerte de triunvirato entre los tres partidos que pueden conformar una mayoría parlamentaria en el que solo la presidenta sobresalga por encima de los vicepresidentes. Von der Leyen debe presentar antes del martes una fórmula que satisfaga a los liberales sin caer en el absurdo de crear dos vicepresidencias primeras. Será solo la primera cuadratura del círculo a la que se enfrentará la alemana si finalmente resulta elegida presidenta de la Comisión Europea.

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