Sánchez busca un puesto de peso para España en la nueva legislatura europea
El líder socialista quiere influir en la agenda de la UE en un momento de cambio de alianzas
El éxito electoral cosechado por el PSOE en España da alas al Gobierno para reclamar mayor visibilidad en Europa. Tras varios meses afinando una estrategia para elevar el perfil español en la Unión Europea —muy inferior al peso demográfico y económico del país—, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, ve en la victoria socialista la coyuntura idónea para materializar el paso adelante. El mandatario acude este martes a Bruselas con la ambición de impulsar un cambio de políticas y de lograr un puesto de representación destacado en Bruselas.
España no había tenido una oportunidad tan clara de influir en la agenda de la UE desde los tiempos del ingreso en el club comunitario, a finales de los ochenta. Una serie de coyunturas —el desplome de los socialdemócratas en Francia y en Alemania, la hipótesis del Brexit, que aleja a Reino Unido de la esfera de mando, y la toma de conciencia de que el país influye por debajo de su potencial— propicia el giro. Con ese convencimiento se citó Sánchez este lunes con el presidente francés, Emmanuel Macron, el gran representante de la familia liberal europea. También se verá este martes con la líder —aunque debilitada— de los conservadores, Angela Merkel, en Bruselas. Esas rondas culminarán con la reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno que explorará, por primera vez, el reparto de cargos para la nueva legislatura surgida de las elecciones europeas.
Sánchez busca “la máxima ambición”, poniendo el acento primero en las políticas y después en los cargos que deben desempeñarlas, según explican las fuentes gubernamentales consultadas. Al ser la delegación socialdemócrata más nutrida del nuevo Parlamento Europeo (20 escaños), el PSOE pretende impulsar un cambio de prioridades para poner en primer plano dosieres como el cambio climático, la perspectiva de género y la fiscalidad justa. Más allá de identificar políticas, tratará de postular a un candidato español —previsiblemente Josep Borrell, número uno de la lista europea que ha logrado el 33% de los votos, por encima del respaldo al PSOE en las generales— para un puesto de alto nivel en Bruselas.
La estrategia, pese a todo, depende de un complejo juego de equilibrios. De momento, España se aferra a su opción inicial de apoyar a Frans Timmermans, el holandés erigido como apuesta socialista a presidir la Comisión Europea, para ese cargo, el más visible de las instituciones europeas. Si esa opción fracasa por no lograr los apoyos suficientes, España comenzaría a jugar sus cartas. El Gobierno es consciente de la necesidad de ser flexible porque la composición del cuadro de mandos en Bruselas exige equilibrios geográficos, políticos y de género. La elección de uno de los puestos invalida automáticamente a otros con perfiles similares. Un auténtico sudoku en el que Sánchez aspira a tener margen de maniobra.
No es casual que su primera aproximación fuera con Macron. Antes de conocer los resultados electorales, sus equipos ya habían previsto la cita. Además de ser los dirigentes que más escaños aportan a sus respectivas familias europeas —Macron por los liberales y Sánchez por los socialdemócratas—, ambos representan a dos de los cuatro grandes países de la UE, exceptuando Reino Unido, que en principio está de salida. “Por primera vez se rompe el carácter ineluctable de la gran coalición. Hay otras opciones. Y si se busca una opción progresista y europeísta, esta es apropiada”, argumentan fuentes gubernamentales.
Las presidencias de las tres grandes instituciones comunitarias están hoy en manos del Partido Popular Europeo. Y la única que España ha encabezado ha sido el Parlamento Europeo (la última vez, entre 2004 y 2007, precisamente con Borrell). El ahora ministro de Exteriores en funciones vuelve a tener opciones en Bruselas, pero nada está garantizado.
Nuevas cuentas para reorientar las políticas
Una de las prioridades para la nueva legislatura europea será pactar las cuentas públicas de la UE para el periodo 2021-2027. La Comisión todavía en el poder presentó una propuesta y el Consejo trató de que los países la cerraran antes de las elecciones, pero no fue posible. Con los nuevos equilibrios, España aspira a reorientar algunas de esas líneas maestras, aunque sus dirigentes saben que las opciones son limitadas.
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