May afronta un fuego cruzado de leales y críticos contra su pacto del Brexit
La primera ministra reúne este martes al Gobierno para debatir el posible acuerdo
Theresa May va acumulando enemigos a medida que tiene más cerca un posible acuerdo del Brexit con Bruselas. La primera ministra de Reino Unido reúne hoy a sus ministros para explicarles, en teoría, los términos del pacto. En las horas previas le han llovido una dimisión estrepitosa, la del secretario de Estado de Transportes y hermano de Boris Johnson, Jo Johnson, varias amenazas veladas de más divisiones en el seno del Gobierno y la rebelión in crescendo de los diputados conservadores partidarios de permanecer en la UE.
Ni un lunes sin la correspondiente columna de opinión, cada vez más vitriólica, del exministro de Exteriores y líder euroescéptico, Boris Johnson. En la última se dirigía a sus lectores, en The Daily Telegraph, y les invitaba a “saborear el horror completo de esta capitulación”, en referencia al acuerdo del Brexit que May estaría a punto de alcanzar con la Comisión Europea. Sin embargo, no es este Johnson el que preocupa a la primera ministra, sino el hermano, Jo Johnson, considerado entre sus pares como el más serio y diligente de ambos. Su dimisión como secretario de Estado de Transportes este pasado fin de semana, y su exigencia de que se celebre un nuevo referéndum, han provocado gran revuelo en las filas conservadoras. Jo Johnson defendió en 2016, frente a la campaña de su hermano, la permanencia en la UE. Desde entonces ha permanecido fiel a May, hasta que ha estallado.
“Es engañoso presentar este acuerdo como el cumplimiento del resultado del referéndum”, ha explicado en una entrevista al vespertino Evening Standard. “Se suponía que con el Brexit íbamos a recuperar el control. Lo que estamos haciendo es ceder más. Se suponía que íbamos a tener libertad para cerrar acuerdos comerciales; no vamos a poder cerrar ninguno que sea significante. Íbamos a ser un tigre económico a las orillas de Europa; la realidad es que seguiremos atados a las reglas comunitarias sin capacidad para poder influir en la redacción de esas normas”, se explaya el político. Johnson acusa a May de haber engañado a todos y pide al resto de miembros del Gobierno “que miren dentro de sus almas y se pregunten si pueden apoyar un pacto así”.
Lo cierto es que muy pocos han visto el contenido íntegro del acuerdo, y las señales que llegan desde Bruselas sugieren que todavía no está concluido y quedan escollos importantes. Pero la versión que el equipo de May ha hecho circular en los últimos días, según la cual Reino Unido se mantendría dentro de la unión aduanera más allá del periodo de transición de dos años, ha irritado a gran parte de los conservadores.
Cambio de marea
Dominique Grieve, el diputado que lidera la facción del partido favorable a la permanencia en la UE, mantenía hasta ahora un mensaje de lealtad contenida hacia May y hacia los esfuerzos de la primera ministra por cerrar un pacto con Bruselas que defendiera del mejor modo posible los intereses de Reino Unido. Este lunes empezó a hablar claramente, y aseguró que había comenzado a percibir un “cambio de marea” entre las filas del grupo parlamentario conservador. Y que veía muy posible que otros ministros siguieran los pasos de Johnson, rompieran filas y exigieran la celebración de una nueva consulta a la ciudadanía sobre la permanencia o no en la UE. “Está claro que estamos ante una crisis cada vez más profunda. Las opciones de un Brexit suave son inexistentes y cada día es más evidente. Necesitamos contemplar posibles alternativas, y eso incluye que la ciudadanía tenga la última palabra sobre este asunto”, dijo Grieve.
La secretaria de Estado para el Desarrollo Internacional, Penny Mordaunt, una de las voces euroescépticas más potentes en el seno del Gobierno, se permitió incluso lanzar una advertencia claramente dirigida a May, al sugerir que “el acuerdo debe pasar un doble control: el del propio Ejecutivo y el del Parlamento”.
Tres ministros clave
Tres son los ministros cuyo veredicto final sobre el posible acuerdo con Bruselas resultará fundamental para que los planes de May salgan adelante: el de Exteriores, Jeremy Hunt; el de Interior, Sajid Javid; y el ministro para el Brexit, Dominiq Raab. Han sido los más combativos contra la oferta de la primera ministra a Bruselas de mantener a Reino Unido dentro de la unión aduanera por un tiempo indefinido, hasta que se alcance definitivamente un nuevo acuerdo comercial. Todos ellos exigen la capacidad unilateral del Gobierno británico de poder salir cuando crea conveniente, algo que la UE rechaza absolutamente.
De momento, ninguno de ellos ha querido expresarse públicamente en las últimas horas, aunque una fuente del Ejecutivo citada por varios medios asegura que, en el momento final, los tres respaldarán a May, “porque no se han realizado los preparativos necesarios para hacer frente a un escenario de Brexit sin acuerdo”.
Ahí está parte de la clave que permite un cierto respiro a May en estas horas de incertidumbre política, revuelo interno y discursos salidos de tono. Los que realmente conocen la gravedad que supondría llegar al 29 de marzo sin que hubiera sido posible un acuerdo con la UE se echan atrás a la hora de impulsar una rebelión. Solo desde fuera del Gobierno los euroescépticos elevan la voz y la gravedad de los adjetivos. Jacob Rees-Mogg, el líder ultracatólico del opaco European Research Group (Grupo de Investigaciones Europeas), sugiere abiertamente que el liderazgo de May está en juego si no abandona sus propuestas de acuerdo, que llevarían a Reino Unido a ser “una colonia de la Unión Europea”.
Si resultaba difícil de gestionar la rebelión en las filas conservadoras, las advertencias de la oposición laborista de que votará en bloque contra cualquier posible acuerdo del Gobierno con la UE y las reiteradas amenazas del socio parlamentario de May, los unionistas norirlandeses del DUP, este lunes vino a sumarse al coro de voces críticas un nuevo grupo de presión. Cuatro partidos de Irlanda del Norte, entre los que se incluye el nacionalista del Sinn Fein y que tienen entre todos mayoría en el Parlamento de ese territorio, aseguraron que se estaban creando las condiciones propicias para que se comenzara a reclamar un referéndum por la unidad de las dos Irlandas. “Estamos viviendo un periodo de cambio fundamental, como el que vivimos en 1998 [durante el proceso de paz]“, dijo ayer Michelle O'Neille, la líder del Sinn Fein en Irlanda del Norte. “Se acerca rápidamente el momento en que tendremos que poner ante el pueblo irlandés la cuestión de la unidad de la isla”.
Caída de la libra
Toda esta incertidumbre ha provocado que la libra esterlina vuelva a debilitarse frente al dólar y frente al euro y que se extienda una nueva ola de nerviosismo en la comunidad empresarial. El presidente en Reino Unido del gigante industrial alemán ThyssenKrupp, Terry Sargeant, se despachaba este lunes con serias acusaciones contra el Gobierno británico. “Es un completo desastre. El Partido Conservador ha fallado a los empresarios. No están tomando las decisiones pensando en nosotros sino en cómo evitar una implosión en el seno de su propio partido”, dijo Sargeant.
El equipo de May aprieta los dientes a la espera de que puedan cerrarse los últimos flecos del acuerdo con la UE, y según diversos medios británicos, preparan una descomunal campaña de lanzamiento a la opinión pública, con ayuda de voces políticas y empresariales autorizadas, para vender las bondades del pacto, transmitir la idea de que May ha cumplido con lo que prometió y ha convertido en realidad el resultado del referéndum de 2016, y sobre todo, para apagar las voces del bando de los euroescépticos, cuyo siguiente objetivo será derribar en el Parlamento los planes de May.
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